Él aseguró las cuerdas de la tienda de campaña y se puso de pie,
limpiándose las manos en sus vaqueros antes de acercarse.
—Mira, Miley. Lamento no poder darte respuestas. No estoy en
nada ilegal, pero no puedo decirte lo que voy a hacer con el virus y no puedo
dejarte ir, así que sólo te queda subirte al tren.
Estuvo a punto de empezar otra discusión pero sería inútil.
Obviamente él estaba mintiendo y probablemente estaba metido en algo “ilegal”
hasta el cuello. Pero se le ocurrió que si iba con él sería la ocasión perfecta
para esperar su oportunidad y recuperar el virus. Si no lo hacía, el virus se
perdería.
Y no había forma que dejara que ese virus mortal saliera al
mundo. Y mientras estaba en eso, quizás podría entender quién era Nick en
realidad. Si fuera bastante inteligente, esperaría el momento correcto,
destaparía sus secretos y robaría el virus antes que lo entregara a… quien
fuera. Mierda, podía resolver el caso sin necesitar una cubierta.
Claro que haría caer a Nick al hacerlo y eso era algo de lo que
no quería ser responsable. Pero analizaría eso después. Lo primero que debía
hacer era cooperar, ganarse su confianza. E incluso quizás orquestar una
pequeña seducción.
Después de todo, los hombres pensaban con sus penes la mayoría
de las veces. Y no estaba por encima de utilizar artimañas femeninas para
conseguir que Nick le diera lo que deseaba. Y lo que ella deseaba en ese mismo
instante era información, el virus y su libertad. Y eso haría que su agencia se
sintiera feliz. ¿Eso eran buenas relaciones públicas, verdad?
Bien, quizás aún se sentía ardientemente atraída por Nick. Mucho
de eso era obvio tras el episodio en el cuarto de baño. Su coño temblaba ante
la forma que la había sostenido contra la pared, por la promesa en su toque y
su beso. Deseaba más.
Pero la había usado hacía diez años. Era el tiempo de saldar
cuentas.
Tan pronto como confiara en ella y bajara la guardia, ella se haría
humo… junto con el virus.
—Miley —dijo, rompiendo sus pensamientos—. Siento que esto
pasara…
Ella se encogió de hombros y se sentó delante del fuego, sin
decir nada. No quería hacérselo demasiado fácil. Se sentó junto a Miley y
añadió otro tronco, la creciente llama calmó la frialdad que hacía tiritar su
cuerpo. La noche se había vuelto más fresca, el viento se arremolinaba sobre
ellos añadiendo su mordedura. Aún no era verano y las últimas noches de
primavera en las colinas podían ser frías.
—Recuerdo cuando me llevaste hasta el punto más alto para ver
las estrellas —dijo ella, echando
un vistazo al cielo.
Él sonrió.
—Dijiste que nunca antes habías estado en el campo. Me
sorprendí.
—Ey, era una chica de ciudad. No era como si mi padre me hubiera
llevado a acampar o trepar colinas.
—Tuviste la cabeza echada hacia atrás por tanto tiempo que
terminaste con calambres en el cuello. Debes haber jadeado ante esas estrellas
por horas.
—Eran tan hermosas. Como esta noche. —Los recuerdos agridulces
se derramaron sobre ella. Sentada sobre el convertible de Nick, el diáfano
cielo negro y las estrellas tan cerca que sentía como si pudiera alcanzarlas y
tocarlas. Nunca había visto nada así. Se asemejaba a esa noche. Y el mismo
hombre estaba junto a ella otra vez. Había sido el único que le había dado
aventuras. Miley había tenido que crear su propia excitación después de Nick, e
incluso así no había sido lo mismo, porque no había estado con ella.
— ¿Así que fuiste policía? —Preguntó.
Ella asintió.
— ¿Cómo sucedió?
Miley abrió los labios ante la incredulidad en la voz de Nick.
—Me especialicé en criminalística en la universidad, luego fui a
la academia tras la graduación.
— ¿Y la escuela de abogados?
—Era el sueño de mi padre, no el mío.
Nick sacudió la cabeza.
—Apuesto a que tu padre se habrá cabreado con eso.
—Oh, se enojó mucho. —Sonrió ante el recuerdo—. Amenazó con
cortar mi asignación. Era su forma de mantenerme a raya. Le salió el tiro por la culata. Conseguí
préstamos, estaba decidida a hacer lo que yo
quería hacer. Cuando se dio cuenta de que no iba a echarme atrás y regresar con
la cola entre las piernas, se ablandó y pagó mi educación. —Se observó las
manos—. No es que eso me hiciera mucho bien.
— ¿Por qué no?
—Tres años en la fuerza y él usó sus influencias para mantenerme
lejos de las calles. Me cansé de su interferencia, de tener asignaciones de
oficina y de pelear con él. Me marché.
— ¿Y ahora eres una detective privada?
—Sí.
— ¿Cómo terminaste en Chicago?
—No podía hacer que me contrataran en ninguna parte de Dallas.
El poder de papá era demasiado grande allí. Me trasladé a Chicago para
escaparme de él y de esa forma poder hacer mi trabajo sin él metiendo los dedos
en todo lo que hago.
— ¿Eres propietaria de la agencia?
—Aún no. Me imaginé que papá estorbaría menos si trabajaba para
una agencia, así que encontré una que creía no podía ser comprada o manipulada.
Quizás un día comience una propia. Veremos cómo van las cosas.
— ¿Te gusta?
Ella lo fulminó con la mirada.
—Claro que sí. Y mucho.
—Y yo creyendo que acabarías como abogada en el despacho de tu
padre.
—Eso es lo que él quería. De ahí la parte “cabreada”.
—Siempre disfrutas en sacarlo de quicio.
Miley alzó la barbilla, el pensar en su padre hacía que sus
terminaciones nerviosas se inflamaran.
—Se lo merece.
—Sí, lo hace. —Él removió un tronco—. Y tú resultaste tan
malditamente diferente a lo que pensé.
Ella deseó decir “así que echarme ya no fue tan bueno,
¿verdad?”. En cambio, guardó silencio, sabiendo que eso la haría sonar huraña y
mezquina. Pero no pudo menos que preguntarse cuán diferentes habrían sido las
cosas si hubieran seguido juntos, si él les hubiera dado una oportunidad.
—Todo resultó de la forma exacta en que quise. —Aparentemente—. Hice lo que quise hacer.
Nada de lo que hiciste hace diez años me detuvo. —Allí estaba. Lo había dicho.
—Supongo que no. Hace todos esos años hablaste de tomar un paseo
por el lado salvaje. ¿Lo hiciste?
¿Lo había hecho? Había cambiado la dirección de su vida y
carrera, había tomado riesgos, ¿pero había hecho algo salvaje y loco?
—No del todo.
— ¿Así que piensas hacerlo ahora?
Ella lo estudió, intentando descifrar lo que había querido
decir. ¿Se había referido al viaje para entregar el virus, o había querido
decir algo más? ¿Sobre sexo, sobre iniciar desde dónde lo habían dejado… desde
donde nunca habían tenido la posibilidad de ir hacía todos esos años? Apenas sí
habían empezado antes de que él saliera de su vida.
Esa era su oportunidad de experimentar al chico malo Nick Jonas.
En la piel. Al
menos por un tiempo… hasta que ella debiera dar prioridad a su carrera.
Nick podría ser un ladrón y podría ir a la cárcel cuando todo
eso terminara, pero aun así Miley seguía deseándolo incluso aún más que hacía
diez años.
La experiencia, el estilo de vida. Admitió eso. Lo ansiaba,
deseaba saber cómo sería montar la Harley de Nick y vivir la vida salvajemente
con él.
Y conseguiría respuestas al mismo tiempo. No era como si le
fuera a permitir que se llevara algo ilegal, entonces, ¿por qué diablos, no?
Mientras lo considerara parte de su trabajo y no dejara que su tonto corazón se
viera implicado, podría manejarlo, ¿verdad?
El calor la chamuscó cuando encontró la promesa en la oscura
mirada masculina.
— ¿Entonces qué, Miley? ¿Juegas?
—Es una locura. —Sacudió la cabeza.
—Solías hacer cualquier cosa por tu ansia de aventura.
Él estaba tendiéndole una trampa.
—Solía ser muchas cosas que ya no soy.
—No lo dudo. No pienses en eso. Sólo hazlo. —Él no tenía idea de
lo que le pedía.
Otra vez, no tenía idea sobre muchas cosas. Miley lo miró,
incapaz de creer el por qué su cuerpo se inflamaba con sólo verlo. Sacudió la
cabeza.
—Bien, Nick. Tú ganas. Iré a ese paseo salvaje contigo.
aaaaahh!!!!!!!!!
ResponderEliminarpork lo dejaste ahiii?????
kiero otro!!!
otro! pliis!!
jeje xD lo espero =P
kuidathe
te kiiiero girl!!