viernes, 12 de agosto de 2011

"The Wild Walk" Cap 2





Él sabía dónde se encontraban sus puntos erógenos. Sí, justo allí. Ella volaría. No deseaba que esto acabara, aún lo necesitaba.
—¡Me corro, Nick! Me corro en tu boca.
Oyó el gemido de él, sintió que éste vibraba contra su piel desnuda y luego no pudo contenerse, estrellándose contra él cuando las olas de su orgasmo la atravesaron. Le sostuvo la cabeza contra su coño, meciéndolo de arriba abajo cuando se quebró en un millón de pedazos, estremecida y temblorosa.
Ningún hombre podía hacer que tuviera un orgasmo como Nick. Ella suspiró con completa satisfacción.
Otro sonido de motocicleta la sacó de su fantasía.
Parpadeó, controlando el calor auto inducido que se movía en espirales dentro de ella.
Habían pasado diez años desde que lo había visto por última vez y sólo pensar en él aún podía ponerla caliente, sacarla de sus cabales y convertirla en una criatura salvaje y hambrienta muy diferente de su yo real. Ella deseaba… Oh, lo que fuera. Podía desear todo lo que quisiera, pero debía concentrarse en la realidad.
Vio la moto pasar rápida y furiosamente por la atestada avenida central, su cubierta plateada relampagueó bajo las luces de la calle. Mierda. Aquí estaba ella, soñando con Nick, cuando se suponía que estaba trabajando. El así llamado equipo de seguridad conformado por idiotas de primera daban vueltas por el vestíbulo. Comiendo bocadillos, o algo así.
Entrar iba a ser fácil.
Rodeó los árboles, aunque la cautela no era realmente necesaria ya que nadie estaba vigilando. Pero entonces oyó la motocicleta otra vez. Más cerca en esta ocasión. Se lanzó detrás de un árbol y miró cuando el conductor apagó el motor y después se adentraba en un callejón oscuro a medio bloque de distancia. Esperó a ver si él aparecía por el callejón, pero no fue así. De todos modos, el instinto le dijo que algo andaba mal, así que se quedó escondida entre los árboles.
Cinco minutos después, él avanzó junto a su moto hasta la entrada de entregas del museo.
Su corazón se saltó un latido. Había algo arrebatadoramente familiar en este hombre. La forma en que ladeaba la cabeza, la forma en que se inclinaba a un costado y enganchaba su pulgar en su cinturón mientras estudiaba la puerta. La manera en que se apartó el pelo del rostro fue un extraño caso de déjà vu. Ella lo estudió, intentando hacer una conexión. ¿Lo conocía?
Entonces la conciencia la golpeó. Se parecía tanto a Nick Jonas que era extraño. ¿Era porque había estado pensando en Nick? Los recuerdos de todos esos años la inundaron en un instante. Miley colocó la mano sobre su corazón para detener el sordo latido que estaba segura, él, podría oír.
Oh, mierda. Y luego su corazón redobló sus latidos hasta un punto máximo cuando lo observó palanquear expertamente la cerradura y deslizarse en el edificio. Ella esperó a que la alarma sonara, contando hasta treinta antes que se pusiera en marcha. Nada. Él obviamente la había desactivado.
Hijo de perra. Acababa de forzar la entrada. En menos de un minuto y medio él había burlado lo que se suponía que era un sistema de seguridad profesional.
¿Y ahora qué? Debía comprobar esto. Debía llamar a la policía. Se dirigió hacia la puerta, metiendo la mano en su bolsa para agarrar su móvil, pero algo hizo que se detuviera.
Por supuesto que no era Nick, aunque pudiera imaginarlo claramente montando una Harley como la de este tipo.
No seas estúpida, Miley. Haz la llamada. Nick está en Texas, donde ella había dejado los trozos de su pasado. Además habían pasado diez años. El hombre al que ahora vigilaba era más alto, más ancho y tenía un trasero de primera.
Claro que Nick también.
Tres minutos. Él había estado allí durante tres malditos minutos y estaba fuera de nuevo. Tampoco ningún equipo de seguridad lo perseguía como alma que lleva el diablo. Él habría logrado introducirse y robar algo sin que la vigilancia nocturna  notara que había estado allí.
Esos tíos realmente apestaban.
Él tenía algo bajo el brazo. ¡El revelador brillo níveo y su forma extraña delataba que era una de las antigüedades!
¿Por qué diablos no había llamado a los polis? ¿Por qué este tipo le recordaba a Nick?
¡Idiota, idiota, idiota! Sería despedida. Por supuesto que incluso los polis no hubieran llegado a tiempo y llamar a los malditos guardias de seguridad sería inútil. Ella tendría que detenerlo primero y luego llamar a la policía.
Se apresuró a cortar la distancia restante a través del césped bien cuidado, tirando de su arma. Cuando él se dio la vuelta hacia la moto, ella lo apuntó a la espalda.
—Quieto ahí. Lo estoy apuntando con un arma.


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