Chicago
Era una asignación muy extraña. Pero como
detective privada, Miley Cyrus hacía aquello para lo que la habían contratado.
Su última misión era intentar irrumpir en el museo, probar al equipo de
seguridad nocturno y ver si estos cumplían con su trabajo.
Muy
sencillo. Había hecho un reconocimiento previo del museo la semana pasada. El
turno de día era complicado y se necesitaba un trabajo sutil para controlar a
las grandes muchedumbres que entraban a ver la exposición itinerante de
antigüedades de la Estrella de Egipto. El equipo de día también estaba bastante
ocupado para impedirle deambular por los alrededores, estudiarlo todo y planear
el trabajo de modo que supiera qué buscar por la noche.
Había obtenido sus respuestas. El
personal de noche era severamente negligente y todo el sistema de seguridad del
museo apestaba. Nadie patrullaba los exteriores, los tíos normalmente se
sentaban sobre sus culos en el vestíbulo delantero y charlaban entre ellos en
vez de hacer sus rondas. Afortunadamente para ellos no había sucedido nada
malo.
Estos tíos
deberían ser despedidos, lo cual quizás era lo que su cliente ya sospechaba.
Tenía la intención de caminar durante algún tiempo más y seguir observando, por
si acaso los idiotas come-donuts del interior despegaban sus culos de sus
asientos y decidían hacer su trabajo para variar. Aunque quizás fuera un
desperdicio de tiempo. Podría dar volteretas desnuda sobre el jardín del frente
y esos tipos ni la notarían.
Una
motocicleta rugió, sus ruidosos tubos de escape perturbaron la quietud. Ese
estruendo bajo nunca fallaba en atraer su atención. O en recordarle a Nick. No
es que él se hubiera alejado alguna vez de sus pensamientos.
Aburrida e inquieta, se apoyó contra un
árbol y observó la entrada principal. No se tardaba mucho en que por su mente
se filtraran pensamientos sobre Nick.
Siempre había fantaseado en montarlo
sobre su Harley.
Permaneció escondida en la oscuridad,
recordando cuantas veces esa fantasía en particular le había ocasionado un
orgasmo abrasador.
Ella primero
lo oiría… el rugido de su moto haría eco en la distancia. Su cuerpo cobraría
vida. Como las vibraciones de la máquina, ella temblaría y tararearía. Su
clítoris ronronearía, sus pezones se agitarían, su coño se estremecería con la
fuerza de un motor al encenderse. Nick se detendría delante de su casa y
apagaría el motor, pero el constante latido de su poder todavía bramaría dentro
de ella. Él no se molestaría en llamar, porque sabría que ella lo estaba
esperando.
En ese momento se perdió en su fantasía…
El viento que entraba por la ventana
abierta de la sala soplaba sobre su coño desnudo, aumentando su excitación.
Usaba un vestido ligero de playa y nada más, queriendo darle fácil acceso a su
cuerpo. Apretó las manos, esperando el momento en que la tocaría en su dolorido
calor y aliviaría la ardiente necesidad que quemaba dentro de ella.
La puerta principal se abrió, la luz de
la lámpara de mesa iluminaba a contra luz su alta constitución. Usaba vaqueros
que enmarcaban tiernamente sus musculosos muslos. Demasiado caliente para
llevar su chaqueta de cuero. Sólo una camiseta se tensaba sobre sus hombros
anchos y amplio pecho. Los planos duros de su rostro atrajeron su mirada. Se
veía como un chico malo. Siempre lo hacía. Había sido la primera cosa que le
había atraído de él.
Sexy.
Prohibido.
Oh, vaya si lo había deseado.
Tan pronto como él alcanzó el sofá cayó
de rodillas, colocó las manos sobre sus muslos justo debajo del dobladillo de
su vestido.
—Hueles a primavera, nena —susurró él.
Ella lo miró, apreciándolo como si fuera
agua fresca durante una tarde caliente de verano. Él apagaría la sed de Miley,
como ningún hombre jamás podría.
—Apresúrate
—dijo ella.
—Lo necesitas.
—Sí.
Él le levantó el vestido sobre las
caderas, exponiendo el coño a su mirada atenta. Dios, la encendía cuando la
miraba así.
Hambriento, sus ojos castaños como el
whisky se oscurecieron. Nick, se lamió los labios, se agachó y la besó debajo
del ombligo. Su abdomen tembló y ella soltó un quejido.
—Shh
—respiró él contra su piel, luego alcanzó el cinturón de su vestido, tirándolo
a un lado y liberando sus pechos.
Sus pezones alcanzaron su punto máximo y
se endurecieron cuando él cubrió uno de los montículos con la palma de su mano,
rozando suavemente de un lado a otro mientras ella cubría su mano con la suya.
Caliente, su cuerpo ardía como un
infierno.
Él dirigió su boca más abajo, besando su
montículo antes de penetrar con la lengua su hendidura, descubriendo y rodeando
su clítoris.
Exasperada. Ella enterró los dedos en su
cabello, intentando dirigirlo. Él dijo algo, su voz sonó amortiguada contra su
piel. Las palabras eran ininteligibles, casi como una sonrisita.
Le estaba tomando el pelo. Amaba y
odiaba eso. Deseaba culminar, correrse en su boca, verter la crema sobre su
lengua. Ella se lo había negado a sí misma por mucho tiempo.
—Nick, por favor.
—Dime lo que deseas —murmuró él contra
su muslo.
Ningún hombre jamás la había desafiado
así, nunca habían sacado a relucir el furioso salvajismo dentro de ella. Pero Nick
lo hacía. La volvía loca, la hacía querer decirle exactamente lo que
necesitaba.
—Lámeme. Haz que me corra. —Ella tensó
las nalgas y levantó las caderas, ofreciéndose a él.
Nick arrastró su cuerpo sobre el suyo y
le separó las piernas, luego cubrió su sexo con la boca. Ella gimió cuando él
deslizó dos dedos dentro de su coño y luego le chupó el clítoris mientras sus
dedos la jodían.
¡Sí! Esto era lo que necesitaba. Los
latidos comenzaron a agudizarse, a calentar su cuerpo y fundir su interior.
Ella se retorció sobre el sofá, incapaz de mantenerse quieta mientras se
agitaba en un crescendo con cada caricia caliente de la lengua aterciopelada
contra su carne palpitante.
me encanto!!!!!!
ResponderEliminarespero ansiosa el otro capi
bye besos <3