¿Su motor estaba en pleno funcionamiento, su motor aceleraba a
cuarta velocidad y ella deseaba pisar los frenos de sopetón?
Mierda. Redujo la velocidad, retiró la mano de sus pantalones y
se apartó, para estudiar los ojos de Miley. Ojos que hablaban alto y decían no.
No, no y no.
— ¿Algún problema?
—No podemos hacer esto. No puedo hacerlo. —Soltó el dulce agarre
sobre su polla y comenzó a arreglarse las ropas desaliñadas.
Oh, joder. Quizás Miley tenía razón, pero su polla dolorida
deseaba discutir su objeción con una gran demostración. Acomodó su pene en sus
vaqueros y subió la cremallera, quedándose en silencio mientras reunía calma,
intentando entender por qué la gata salvaje que había estado entre sus brazos
había metido repentinamente la cola y había huido.
¿Adónde se había ido su sentido común? Una mirada, un atisbo de su aroma y
estaba fuera de sí, corriendo a toda marcha. Se encontraba en medio de un caso,
no de vacaciones. No era tiempo para perseguir a Miley y empezar desde donde
habían terminado hacía diez años. Tenía una tonelada de preguntas. Como qué era
ella ahora y por qué estaba en el museo.
—Okey, no lo haremos. Tengo preguntas, si es que prefieres
hablar a joder —dijo—. ¿Por qué estabas en el museo esta noche?
Se giró hacia él, el calor y la pasión de hacía un momento se
habían esfumado de sus ojos, siendo sustituidos por una fría dureza.
—No. Yo tengo preguntas para ti.
Y no diré una maldita cosa hasta que consiga respuestas a mis preguntas primero.
Tanto por el calor como por el sexo Nick sintió cada trozo de
frialdad en el aire nocturno. O quizás ese provenía de Miley, quien
definitivamente se había vuelto de hielo con fuerza invernal.
—Entonces supongo que no tendremos mucho que decirnos, porque no
puedo decirte nada.
Ella se cruzó de brazos.
—Lo mismo digo.
Mierda. Simplemente no podía mantener cautiva a Miley sin explicarle el
por qué, pero con toda seguridad no podía revelarle para quién trabajaba y por
qué había robado el vial. Lo que significaba que creería que aún era un ladrón.
Lo detestaba, pero era como debía ser.
Los Moteros Salvajes eran un secreto. Nadie fuera de su
organización sabía siquiera que existían. Infiernos, ni siquiera su propio
gobierno lo sabía. Y tenía que continuar de esa manera, lo que significaba que
tendría que mentir a Miley. Otra vez. Al igual que hacía diez años, cuando la
rechazó y le dijo que no le importaba, que no la amaba y que no la quería en su
vida. Y al igual que hacía diez años, Miley lo odiaría.
Miley esperó a que Nick dijera algo, lo que fuera. Que le dijera
que tenía una explicación razonable y lógica para irrumpir en el museo y robar la reliquia. O , mejor
dicho, el virus. Eso era tan confuso.
— ¿Bien?
La contempló durante unos segundos, luego sacudió la cabeza y salió del
cuarto de baño.
Oh, no. Nick no iba a apartarla otra vez. Miley avanzó con paso majestuoso
tras él.
—Sabes, robar la cartera de alguien o unos dólares aquí y allá era lo
suficientemente malo cuando eras más joven —dijo ella, mientras avanzaba por el
otro lado de la moto. Él agarró una camiseta limpia de la alforja de la grupa,
se puso la chaqueta sobre ésta y luego comenzó a sacar otras cosas—. Había
esperado que hubieras subido de categoría de ser un ladrón de poca monta. ¿En
qué estás ahora, Nick? ¿Coches de lujo? ¿Arte? ¿Asaltar un banco aquí y allá?
No contestó. En cambio, arrojó algo a la tierra, reunió pedazos
de madera y comenzó un fuego en el hoyo del camping. Después de eso, agarró una
soga enrollada y la desenmarañó.
— ¿Qué haces?
Nick alzó la vista hacia ella desde su ubicación.
—Siempre fuiste una muchacha inteligente, Miley. ¿Qué crees que
estoy haciendo?
Ella exploró el área, haciendo finalmente una conexión. Camping.
Tienda de campaña. Oh, mierda no.
—Esta noche no me quedaré aquí contigo.
—Si, lo harás ya que no te llevaré a ninguna parte. No me diste
mucha opción después de hacerte notar… —Ella esperó a que terminara la oración.
Por supuesto, no lo hizo.
— ¿Y fastidiarte el robo de la reliquia? ¿O del virus? Cuéntame
sobre el vial. ¿Cómo sabías que estaba dentro de la reliquia? ¿Qué planeas
hacer con eso? ¿Desde cuándo estás en este asunto? ¿Tienes idea de lo que
harían organizaciones terroristas con algo así?
Soltó las piezas de la tienda de campaña y se puso de pie,
acercándose a ella. Sólo el tenerlo cerca la acobardaba. Hacía
unos minutos había sostenido su pene en la mano… caliente y duro, su boca y
manos sobre ella, recordándole todos los motivos por los que se había enamorado
de él hacía años. Sexy, desinhibido y emocionante, le había prometido aventura
y un viaje al lado oscuro, un lugar al que Miley nunca había ido. Pero ahora ya
no era diez años atrás. Ahora era la realidad, no la fantasía de una
adolescente.
Si no hubiera reunido sus neuronas y lo hubiera detenido, podría
haber caído fácilmente en la misma trampa otra vez y haber tenido sexo con él.
Quizás no había aprendido nada en esos diez años.
Los ojos de Nick ardían, pero su voz era fría.
—Robé el virus. Pero no puedo decirte por qué o lo que haré con
éste, además de que no lo venderé y que no caerá en manos terroristas.
Miley se sintió aturdida. Lo que en realidad necesitaba era
hablar con su jefe y su cliente. ¿El museo sabía siquiera lo que había dentro
de esa antigüedad? ¿Oh, por qué no simplemente llamó a la policía cuándo vio
detenerse a Nick en el museo? Ahora estaba profundamente hundida en la mierda.
Conocía la historia de Nick y si tuviera elección, elegiría su
agencia para remover el vial, no a Nick. Ya no era un ladrón de poca monta sino
con toda probabilidad un ladrón profesional.
—Un virus así podría valer una fortuna. —Miley se estremeció al
pensar lo que alguien podría hacer con eso.
Los países que consideraban iniciar una guerra biológica. U
organizaciones terroristas. Las posibilidades eran infinitas.
—No puedo decirte lo que voy a hacer con el virus. Pero confía
en mí, no es nada malo —dijo él.
—Y se supone que te crea.
Él se encogió de hombros.
—No tienes razón para ello, pero sí, me gustaría que lo
hicieras.
Su apariencia no había cambiado en nada… la dureza de la calle
mezclada con encanto. Dios, era tan sexy, eso siempre había servido para
eliminar sus dudas. En ese entonces había funcionado muy bien. Pero no ahora y
realmente le dolía. Nick había robado algo peligroso y destructivo. A pesar del
vínculo entre ellos y su pasado, no podía permitírselo. Miley recogió su bolso
del suelo y sacó su móvil. Gracias a Dios había pasado la larga correa de su
bolso alrededor de su cuello y hombro o lo habría perdido en la riña junto con
su arma.
—Lo siento, Nick, pero tengo que llamar. No hay forma en que
pueda permitir que este virus salga, sin importar lo que te gustaría que crea.
OMJ!
ResponderEliminarno puede ser que lo hayas dejado asiii!!!!
kiiero el siguiente =(
por favor? =(
jeje lo espero!
kuidathe chiik!
te kiiero! =D