miércoles, 24 de agosto de 2011

"The Wild Walk" Cap 8





¿Su motor estaba en pleno funcionamiento, su motor aceleraba a cuarta velocidad y ella deseaba pisar los frenos de sopetón?
Mierda. Redujo la velocidad, retiró la mano de sus pantalones y se apartó, para estudiar los ojos de Miley. Ojos que hablaban alto y decían no. No, no y no.
— ¿Algún problema?
—No podemos hacer esto. No puedo hacerlo. —Soltó el dulce agarre sobre su polla y comenzó a arreglarse las ropas desaliñadas.
Oh, joder. Quizás Miley tenía razón, pero su polla dolorida deseaba discutir su objeción con una gran demostración. Acomodó su pene en sus vaqueros y subió la cremallera, quedándose en silencio mientras reunía calma, intentando entender por qué la gata salvaje que había estado entre sus brazos había metido repentinamente la cola y había huido.
¿Adónde se había ido su sentido común? Una mirada, un atisbo de su aroma y estaba fuera de sí, corriendo a toda marcha. Se encontraba en medio de un caso, no de vacaciones. No era tiempo para perseguir a Miley y empezar desde donde habían terminado hacía diez años. Tenía una tonelada de preguntas. Como qué era ella ahora y por qué estaba en el museo.
—Okey, no lo haremos. Tengo preguntas, si es que prefieres hablar a joder —dijo—. ¿Por qué estabas en el museo esta noche?
Se giró hacia él, el calor y la pasión de hacía un momento se habían esfumado de sus ojos, siendo sustituidos por una fría dureza.
—No. Yo tengo preguntas para ti. Y no diré una maldita cosa hasta que consiga respuestas a mis preguntas primero.
Tanto por el calor como por el sexo Nick sintió cada trozo de frialdad en el aire nocturno. O quizás ese provenía de Miley, quien definitivamente se había vuelto de hielo con fuerza invernal.
—Entonces supongo que no tendremos mucho que decirnos, porque no puedo decirte nada.
Ella se cruzó de brazos.
—Lo mismo digo.
Mierda. Simplemente no podía mantener cautiva a Miley sin explicarle el por qué, pero con toda seguridad no podía revelarle para quién trabajaba y por qué había robado el vial. Lo que significaba que creería que aún era un ladrón. Lo detestaba, pero era como debía ser.
Los Moteros Salvajes eran un secreto. Nadie fuera de su organización sabía siquiera que existían. Infiernos, ni siquiera su propio gobierno lo sabía. Y tenía que continuar de esa manera, lo que significaba que tendría que mentir a Miley. Otra vez. Al igual que hacía diez años, cuando la rechazó y le dijo que no le importaba, que no la amaba y que no la quería en su vida. Y al igual que hacía diez años, Miley lo odiaría.
Miley esperó a que Nick dijera algo, lo que fuera. Que le dijera que tenía una explicación razonable y lógica para irrumpir en el museo y robar la reliquia. O, mejor dicho, el virus. Eso era tan confuso.
— ¿Bien?
La contempló durante unos segundos, luego sacudió la cabeza y salió del cuarto de baño.
Oh, no. Nick no iba a apartarla otra vez. Miley avanzó con paso majestuoso tras él.
—Sabes, robar la cartera de alguien o unos dólares aquí y allá era lo suficientemente malo cuando eras más joven —dijo ella, mientras avanzaba por el otro lado de la moto. Él agarró una camiseta limpia de la alforja de la grupa, se puso la chaqueta sobre ésta y luego comenzó a sacar otras cosas—. Había esperado que hubieras subido de categoría de ser un ladrón de poca monta. ¿En qué estás ahora, Nick? ¿Coches de lujo? ¿Arte? ¿Asaltar un banco aquí y allá?
No contestó. En cambio, arrojó algo a la tierra, reunió pedazos de madera y comenzó un fuego en el hoyo del camping. Después de eso, agarró una soga enrollada y la desenmarañó.
— ¿Qué haces?
Nick alzó la vista hacia ella desde su ubicación.
—Siempre fuiste una muchacha inteligente, Miley. ¿Qué crees que estoy haciendo?
Ella exploró el área, haciendo finalmente una conexión. Camping. Tienda de campaña. Oh, mierda no.
—Esta noche no me quedaré aquí contigo.
—Si, lo harás ya que no te llevaré a ninguna parte. No me diste mucha opción después de hacerte notar… —Ella esperó a que terminara la oración.
Por supuesto, no lo hizo.
— ¿Y fastidiarte el robo de la reliquia? ¿O del virus? Cuéntame sobre el vial. ¿Cómo sabías que estaba dentro de la reliquia? ¿Qué planeas hacer con eso? ¿Desde cuándo estás en este asunto? ¿Tienes idea de lo que harían organizaciones terroristas con algo así?
Soltó las piezas de la tienda de campaña y se puso de pie, acercándose a ella. Sólo el tenerlo cerca la acobardaba. Hacía unos minutos había sostenido su pene en la mano… caliente y duro, su boca y manos sobre ella, recordándole todos los motivos por los que se había enamorado de él hacía años. Sexy, desinhibido y emocionante, le había prometido aventura y un viaje al lado oscuro, un lugar al que Miley nunca había ido. Pero ahora ya no era diez años atrás. Ahora era la realidad, no la fantasía de una adolescente.
Si no hubiera reunido sus neuronas y lo hubiera detenido, podría haber caído fácilmente en la misma trampa otra vez y haber tenido sexo con él. Quizás no había aprendido nada en esos diez años.
Los ojos de Nick ardían, pero su voz era fría.
—Robé el virus. Pero no puedo decirte por qué o lo que haré con éste, además de que no lo venderé y que no caerá en manos terroristas.
Miley se sintió aturdida. Lo que en realidad necesitaba era hablar con su jefe y su cliente. ¿El museo sabía siquiera lo que había dentro de esa antigüedad? ¿Oh, por qué no simplemente llamó a la policía cuándo vio detenerse a Nick en el museo? Ahora estaba profundamente hundida en la mierda.
Conocía la historia de Nick y si tuviera elección, elegiría su agencia para remover el vial, no a Nick. Ya no era un ladrón de poca monta sino con toda probabilidad un ladrón profesional.
—Un virus así podría valer una fortuna. —Miley se estremeció al pensar lo que alguien podría hacer con eso.
Los países que consideraban iniciar una guerra biológica. U organizaciones terroristas. Las posibilidades eran infinitas.
—No puedo decirte lo que voy a hacer con el virus. Pero confía en mí, no es nada malo —dijo él.
—Y se supone que te crea.
Él se encogió de hombros.
—No tienes razón para ello, pero sí, me gustaría que lo hicieras.
Su apariencia no había cambiado en nada… la dureza de la calle mezclada con encanto. Dios, era tan sexy, eso siempre había servido para eliminar sus dudas. En ese entonces había funcionado muy bien. Pero no ahora y realmente le dolía. Nick había robado algo peligroso y destructivo. A pesar del vínculo entre ellos y su pasado, no podía permitírselo. Miley recogió su bolso del suelo y sacó su móvil. Gracias a Dios había pasado la larga correa de su bolso alrededor de su cuello y hombro o lo habría perdido en la riña junto con su arma.
—Lo siento, Nick, pero tengo que llamar. No hay forma en que pueda permitir que este virus salga, sin importar lo que te gustaría que crea.


1 comentario:

  1. OMJ!
    no puede ser que lo hayas dejado asiii!!!!
    kiiero el siguiente =(
    por favor? =(
    jeje lo espero!
    kuidathe chiik!
    te kiiero! =D

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