–Esto es
completamente inapropiado. Soy tu secretaria –dijo ella con voz temblorosa y
demasiado aguda.
Nick estaba
desacostumbradamente ruborizado.
–También eres
la mujer en la que no puedo dejar de pensar. Y es un poco tarde para tratar de
hacerse la virgen herida –respondió pasándose la mano por el cabello en un
gesto de frustración.
Miley negó
con la cabeza, intentando no fijarse en sus carnosos labios. En aquel momento
se sentía de todo menos virginal. En pocos segundos él había reducido a cenizas
la certeza con la que se había consolado desde que había perdido su virginidad:
que era frígida.
–No. Soy tu
secretaria. Esto es imposible. Tan sólo estás aburrido o algo así. No puedes
querer...
– ¿Que no
puedo? –Le interrumpió él secamente fulminándola con la mirada–. La otra mañana
te vi cambiarte de ropa y me sentí como un colegial contemplando a una mujer
desnuda por primera vez. Ninguna mujer me había reducido a eso nunca. Y tú
también me deseas, Miley. Acabas de demostrármelo.
Ella se
ruborizó avergonzada. Conque sí la había visto. Ella lo suponía, pero oírle
confirmarlo casi le hizo perder el sentido. Además, junto con la vergüenza se
le había despertado otro sentimiento, de placer ilícito cuando había visto el
rostro de él. Negó con la cabeza más fuerte que antes y se agarró el vestido
con ambas manos.
Justo en
aquel momento sonó el teléfono. Miley dio un respingo. Estaba temblando de
nuevo.
–Es el taxi.
Márchate ahora mismo.
Pero como él
no se movió, añadió:
–Por favor.
Nick por fin
se acercó a donde estaba su abrigo y, tras echárselo a un hombro, se dirigió a
la puerta. Se giró y contempló a Miley un largo momento, imponente en el
modesto apartamento. El teléfono volvió a sonar.
–Te veré el
lunes, Miley. Esto no ha terminado... ni mucho menos –aseguró y se marchó.
Miley se
quedó inmóvil y sin aliento. Cuando el teléfono la trajo de nuevo a la
realidad, se acercó y contestó.
–Enseguida
va.
Segura de que
él se había marchado, Miley se desvistió y se dio una ducha caliente creyendo
que tal vez acabaría con los sentimientos dolorosamente intensos que Nick había
despertado en ella al tocarla y mirarla. Se puso su pijama más viejo y cómodo y
se hizo un chocolate caliente. Sacó el sujetador del armario donde lo había
escondido y se ruborizó de nuevo, pero decidió ignorar sus temores y se hundió
en el sofá del salón con la taza entre sus manos frías.
Contempló la
foto de su madre y ella y se le llenaron los ojos de lágrimas. Se sentía
increíblemente vulnerable tras lo que acababa de suceder.
Su madre
había sido diagnosticada de Alzheimer dos años atrás. Había sido la causa de
que cada vez fuera más olvidadiza e irritable, con drásticos cambios de humor.
Era algo tan poco propio de ella que Miley había insistido en que acudiera al
médico. Le habían hecho varias pruebas y, en cuanto había recibido el
diagnóstico, su madre había empeorado día a día, como si haber nombrado la
enfermedad le hubiera abierto las puertas.
Al principio,
Miley había podido cuidarla en su pequeño apartamento de Holland Park. Pero una
tarde, al regresar a casa y encontrarse a su madre llorando desconsolada en
medio de la cocina inundada, con el gas encendido y sin saber cómo ni por qué
lo había hecho, Miley había sabido que no podía seguir luchando contra aquello
ella sola. Había empezado con ayuda domiciliaria, cuyo coste había fulminado
sus ahorros. Su madre nunca se había preocupado por el dinero más allá de
asegurarse de que Miley y ella tenían lo necesario. Siempre había habido un
nuevo amante rico dispuesto a darle lo que pidiera. Sin embargo, en los últimos
años se había enfrentado a la cruda realidad de envejecer en un mundo donde la
juventud y la belleza imperaban. La protección de novios ricos había
desaparecido por completo.
Miley
recorrió la foto con un dedo. En el siglo XIX, su madre habría sido una famosa
cortesana. En su época había sido una solicitada bailarina de cabaré, una
auténtica artista. Su belleza y encanto habían sido legendarios. Miley frunció
la boca. Su madre se había acostumbrado a recibir atenciones de hombres muy
ricos y poderosos. Se recreaba en el control que tenía sobre ellos, en su
habilidad para reducirlos a ardientes amantes, desesperados por agradarle en
todo lo que pudieran. Gracias a ellos, Miley había recibido los mejores
estudios por todo el mundo. Y no podía denigrar a su madre, ella sólo había
empleado todas las herramientas a su disposición para sobrevivir.
sis te kedo super att: karito
ResponderEliminarwauu genial el cap sube maraton sii??? no seas mala!! plis plis :D un beso ;)
ResponderEliminarme encanto.... seguila... porfis...
ResponderEliminarAhh sis moxaa ah me reeencanto el capi enceriio ahh súper duper enceriio ahhhh sis sube mas mas mas
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