Miley bebió ávidamente, calmando su garganta reseca. Y
finalmente suspiró.
— ¿Estás bien? —preguntó él.
—Sí. ¿Quién nos disparó allá en el museo? —Preguntó ella.
—No tengo ni idea. Creí que quizás tú lo supieras.
Ella se encogió de hombros.
—Ni idea.
Pero ahora que tenía a sus neuronas funcionando otra vez, le
dirigió una mirada mordaz.
— ¿Estás en tus cabales? ¿Sentiste la necesidad de hacerte el
héroe allí? Ambos podríamos haber muerto. —Nick la miró sin siquiera moverse o
decir una palabra mientras Miley avanzaba hacia él. Genial, tenía muchas cosas
que decirle—. Para tu información, pasé tres años en la fuerza policial antes
de convertirme en detective privada. Sé manejar un arma. Esa que tiraste fuera
de mi alcance. Podría haber ayudado. Pero, oh no, tenías que lanzarte sobre mí
como algún lunático superhéroe e impedir que agarrara mi arma.
— ¿Fuiste poli? —Sus ojos se ensancharon.
—No estamos discutiendo eso. Discutimos tu numerito de macho
sobreprotector allí.
—Intentaba impedir que te pegaran un tiro.
—No necesitaba tu ayuda. —Ignorando su arrebato, Nick se
desabrochó la chaqueta y lentamente comenzó a quitársela, como si no le
prestara la más leve pizca de atención.
— ¿Me estás escuchando, Nick? ¿Oyes algo de lo que te digo? Soy
competente, joder. No soy una idiota cabeza hueca que necesita protección. ¿Y
dónde está el vial?
Una vez que Nick se quitó del todo la chaqueta, Miley se fijó en
la mancha oscura de su brazo y en el río de sangre que caía por las puntas de
sus dedos. Toda cólera que hubiera sentido se disipó en un arrebato de pánico y
preocupación.
—Oh, mierda. ¿Te dieron? —Se lanzó sobre Nick y comenzó a levantarle
la camiseta.
—Estoy bien —dijo él, pero no intentó detenerla.
—Sangras.
—La bala sólo me rozó.
Su mirada se disparó hacia él.
—Ah y supongo que eres alguna clase de doctor psíquico. ¿Cómo lo
sabes?
Él se encogió de hombros.
—Me han dado varias veces. Lo sé.
Ella se estremeció ante el pensamiento.
—Ahórrame los detalles. Deshagámonos de la camiseta. —Le quitó
la camiseta por la cabeza, para luego apartarla suavemente de su hombro,
tomando especial cuidado cuando tiró de la tela por su brazo herido.
—Necesitamos más luz. —Ella recorrió con la mirada el área del
campamento, concentrándose en un edificio de ladrillo gris con una solitaria
luz a poca distancia. Un cuarto de baño—. ¿Tienes un botiquín en la moto?
—Sí. Alforja izquierda.
Miley se apresuró a seguir su indicación, hurgó en la alforja y
encontró un botiquín y una linterna, luego procedió a acarrearlo hacia el
cuarto de baño. La titilante luz provenía de un viejo foco colgando del techo.
Por suerte había toallas de papel allí.
—Siéntate —le ordenó ella, indicándole el banco de madera junto
a la ducha.
—Mandona —bromeó, sonriéndole.
Ignorándolo, Miley mojó algunas toallas de papel, encendió la
linterna y la colocó en el borde del lavamanos para concentrase en su brazo. Le
limpió la herida, eliminando la sangre para así evaluar la situación.
Como Nick había dicho, sólo era una rozadura. Fea de ver, de
menos de un centímetro de largo, pero no lo suficientemente profunda para
necesitar puntos. Había sido afortunado porque la bala apenas había rozado la
piel de su brazo. Miley limpió la herida y aplicó presión hasta que el sangrado
paró, después le aplicó un ungüento antibacteriano y lo vendó.
La ráfaga caliente de adrenalina que Miley había sentido en el
instante que divisó la sangre goteando por el brazo de Nick se apaciguó un
poco. Estaba sorprendida ante el miedo que la había embargado al verlo sangrar
de esa forma ya que se había convencido hacía mucho tiempo de que sería inmune
a sentir algo otra vez por Nick Jonas. Debería haber comprendido mejor que el
pensar en Nick siempre significaría que ella estaría en desventaja. Miley
suspiró.
me encanto no la dejes ahi plis te lo ruego subi mas tu fiel y anonima seguidora caroo
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