El padre de Miley
había sido uno de aquellos hombres. Al enterarse de que Tish estaba embarazada
y se negaba a deshacerse del bebé, le había pasado una pensión, pero no había
querido tener nada que ver con su hija. Cuando Miley tenía dieciséis años, él
falleció y la pensión se acabó. Nadie de aquella familia conocía su existencia.
Lo que más le
dolía a Miley era la falta de confianza y autoestima de su madre que sólo ella,
como hija suya, había conocido. Mientras que por una parte su madre tenía el
control, utilizando a aquellos hombres igual que ellos la utilizaban, a otro
nivel mucho más vulnerable ansiaba su afecto y aprobación. Quedaba destrozada
cada vez que uno de ellos la dejaba, sin más recuerdos que joyas y ropa cara,
tan sólo objetos.
Al poco de
descubrir a su madre en la cocina inundada, Miley había descubierto que la casa
en la que vivían, un generoso regalo de otro novio, nunca había sido
escriturada a nombre de su madre a pesar de las promesas. El hombre era un
importante político que acababa de fallecer. Cuando la familia había
descubierto la existencia de la casa, el abogado de la madre de Miley les había
aconsejado que no la reclamaran, dado que era evidente que ellos desconocían la
existencia de ese romance extraconyugal. La familia debía pagar unas deudas y Miley
no había tenido otra opción que marcharse de la casa. Tanta precariedad había
despertado en ella un hondo deseo de orden y de independencia financiera.
Hacía un año
que se habían mudado a su actual apartamento. Miley había confiado en que un
poco de ayuda sería suficiente, pero su coste apenas la había dejado con lo
justo para comprar comida al final de cada semana. Su empleo en Jonas Enterprise
era lo único que las mantenía. Y, con el aumento de sueldo debido a su nuevo
puesto, podía por fin ofrecer a su madre la oportunidad de estar bien cuidada.
Miley contempló
la foto sin verla y una imagen acudió a su mente: Nick en aquella habitación
junto a ella, apretándola contra sí, con la mano entre sus piernas. ¡Cuánto
había ansiado que esa mano subiera y se adentrara donde más húmeda y ardiente
estaba... y seguía estando! Se estremeció tan bruscamente que la foto enmarcada
se le cayó al suelo y el cristal se rompió en mil pedazos. Gritó consternada
dejando su taza y recogió los pedazos con cuidado. Mientras lo hacía, algo se
le solidificó en el pecho.
Sabía exactamente
cómo manejar aquella situación y asegurarse de que todo regresaba a la
normalidad. No quería pensar en cómo afectaría su decisión a su madre. Lo único
que sabía era que tenía que protegerse a sí misma, nunca se había sentido tan
amenazada en toda su vida. Se aseguraría de que su madre estaba bien atendida.
Pero no podía seguir de aquella manera.
El lunes por
la mañana, temprano, Nick contemplaba la ciudad de Londres desde el ventanal
de su despacho. Con veintisiete años, hacía cinco ya, se había hecho cargo de Jonas
Enterprise tras la muerte de su padre y había trasladado la central a Londres,
su hogar adoptivo. Se había convencido de que era por razones estratégicas, y
ciertamente el negocio había crecido exponencialmente desde el traslado allí,
pero también había sido un gesto hacia su familia para dejarles claro que era
él quien tenía el control. Ellos ya le habían rechazado suficiente durante
muchos años. Y no iba a jugar a que eran una familia feliz. En Atenas había
dejado la oficina original, supervisada por su hermanastro, pero todos sabían
que tan sólo era un escaparate simbólico del negocio. Era él quien controlaba
el corazón pulsante del mismo bajo los cielos plomizos de Londres.
Pero ese día
su atención no estaba en los negocios, sino en algo mucho más personal y
cercano. Algo tan femenino y cautivador que él no sabía cómo había logrado
contenerse el fin de semana para no regresar al diminuto apartamento, tirar la
puerta abajo y poseer a Miley rápida y ferozmente. Todavía podía sentir el
rastro de las femeninas curvas de ella apretadas contra su cuerpo. Ella era tan
voluptuosa que superaba cualquiera de sus fantasías.
Apretó los
puños y la mandíbula ante la inoportuna ola de deseo. Su asistente estaba
provocándole una frustración desconocida. Ella le deseaba. ¿De dónde surgía
entonces su reticencia? Un extraño e incómodo sentimiento se apoderó de él al
reconocer lo que le había dominado la otra noche: se había sentido despiadado
mientras obligaba a Miley a darle la respuesta que él deseaba. Cuando ella
había capitulado, incluso por aquel breve momento, había sido una conquista más
dulce que cualquier victoria que él recordara. Él no solía ser despiadado con
las mujeres, sólo en los negocios, y el hecho de que aquella emoción tan básica
estuviera colándose en su vida personal...
Oyó un ruido
al otro lado de su puerta, proveniente del despacho de Miley, y el cuerpo se le
tensó de expectación, haciéndole olvidar todo lo anterior.
Deseaba a Miley
Cyrus y le haría pagar por ello haciendo que se le entregara sin reservas hasta
que él estuviera saciado y pudiera regresar a los círculos a los que
pertenecía. Se lo prometió a sí mismo al tiempo que oyó que llamaban a su
puerta. Esperó unos instantes antes de girarse, recompuesto su rostro, y decir
con voz tranquila y firme:
–Entra.
LOVE IT!
ResponderEliminarpero kiiero el siguiente xD
en serio jeje!
lo espero
te adoro0o girl!
kuidathe
y kiiero capi!
PD: kiiero capi! jaja =P