viernes, 26 de agosto de 2011

"Three weeks in Athena" Cap 14





El padre de Miley había sido uno de aquellos hombres. Al enterarse de que Tish estaba embarazada y se negaba a deshacerse del bebé, le había pasado una pensión, pero no había querido tener nada que ver con su hija. Cuando Miley tenía dieciséis años, él falleció y la pensión se acabó. Nadie de aquella familia conocía su existencia.
Lo que más le dolía a Miley era la falta de confianza y autoestima de su madre que sólo ella, como hija suya, había conocido. Mientras que por una parte su madre tenía el control, utilizando a aquellos hombres igual que ellos la utilizaban, a otro nivel mucho más vulnerable ansiaba su afecto y aprobación. Quedaba destrozada cada vez que uno de ellos la dejaba, sin más recuerdos que joyas y ropa cara, tan sólo objetos.
Al poco de descubrir a su madre en la cocina inundada, Miley había descubierto que la casa en la que vivían, un generoso regalo de otro novio, nunca había sido escriturada a nombre de su madre a pesar de las promesas. El hombre era un importante político que acababa de fallecer. Cuando la familia había descubierto la existencia de la casa, el abogado de la madre de Miley les había aconsejado que no la reclamaran, dado que era evidente que ellos desconocían la existencia de ese romance extraconyugal. La familia debía pagar unas deudas y Miley no había tenido otra opción que marcharse de la casa. Tanta precariedad había despertado en ella un hondo deseo de orden y de indepen­dencia financiera.
Hacía un año que se habían mudado a su actual apartamento. Miley había confiado en que un poco de ayuda sería suficiente, pero su coste apenas la había dejado con lo justo para comprar comida al final de cada semana. Su empleo en Jonas Enterprise era lo único que las mantenía. Y, con el aumento de sueldo debido a su nuevo puesto, podía por fin ofrecer a su madre la oportunidad de estar bien cuidada.
Miley contempló la foto sin verla y una imagen acudió a su mente: Nick en aquella habitación junto a ella, apretándola contra sí, con la mano entre sus piernas. ¡Cuánto había ansiado que esa mano subiera y se adentrara donde más húmeda y ardiente estaba... y seguía estando! Se estremeció tan bruscamente que la foto enmarcada se le cayó al suelo y el cristal se rompió en mil pedazos. Gritó consternada dejando su taza y recogió los pedazos con cuidado. Mientras lo hacía, algo se le solidificó en el pecho.
Sabía exactamente cómo manejar aquella situación y asegurarse de que todo regresaba a la normalidad. No quería pensar en cómo afectaría su decisión a su madre. Lo único que sabía era que tenía que protegerse a sí misma, nunca se había sentido tan amenazada en toda su vida. Se aseguraría de que su madre estaba bien atendida. Pero no podía seguir de aquella manera.


El lunes por la mañana, temprano, Nick con­templaba la ciudad de Londres desde el ventanal de su despacho. Con veintisiete años, hacía cinco ya, se había hecho cargo de Jonas Enterprise tras la muerte de su padre y había trasladado la central a Londres, su hogar adoptivo. Se había convencido de que era por razones estratégicas, y ciertamente el negocio había crecido exponencialmente desde el traslado allí, pero también había sido un gesto hacia su familia para dejarles claro que era él quien tenía el control. Ellos ya le habían rechazado suficiente durante muchos años. Y no iba a jugar a que eran una familia feliz. En Atenas había dejado la oficina original, supervisada por su hermanastro, pero todos sabían que tan sólo era un escaparate simbólico del negocio. Era él quien controlaba el corazón pulsante del mismo bajo los cielos plomizos de Londres.
Pero ese día su atención no estaba en los negocios, sino en algo mucho más personal y cercano. Algo tan femenino y cautivador que él no sabía cómo había logrado contenerse el fin de semana para no regresar al diminuto apartamento, tirar la puerta abajo y poseer a Miley rápida y ferozmente. Todavía podía sentir el rastro de las femeninas curvas de ella apretadas contra su cuerpo. Ella era tan voluptuosa que superaba cualquiera de sus fantasías.
Apretó los puños y la mandíbula ante la inoportuna ola de deseo. Su asistente estaba provocándole una frustración desconocida. Ella le deseaba. ¿De dónde surgía entonces su reticencia? Un extraño e incómodo sentimiento se apoderó de él al reconocer lo que le había dominado la otra noche: se había sentido despiadado mientras obligaba a Miley a darle la respuesta que él deseaba. Cuando ella había capitulado, incluso por aquel breve momento, había sido una conquista más dulce que cualquier victoria que él recordara. Él no solía ser despiadado con las mujeres, sólo en los negocios, y el hecho de que aquella emoción tan básica estuviera colándose en su vida personal...
Oyó un ruido al otro lado de su puerta, proveniente del despacho de Miley, y el cuerpo se le tensó de expectación, haciéndole olvidar todo lo anterior.
Deseaba a Miley Cyrus y le haría pagar por ello haciendo que se le entregara sin reservas hasta que él estuviera saciado y pudiera regresar a los círculos a los que pertenecía. Se lo prometió a sí mismo al tiempo que oyó que llamaban a su puerta. Esperó unos instantes antes de girarse, recompuesto su rostro, y decir con voz tranquila y firme:
–Entra.


1 comentario:

  1. LOVE IT!
    pero kiiero el siguiente xD
    en serio jeje!
    lo espero
    te adoro0o girl!
    kuidathe
    y kiiero capi!

    PD: kiiero capi! jaja =P

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