Miley se
ruborizó aún más. Para humillación suya, sabía que no era sólo por vergüenza.
En parte era por pura emoción. Aquel hombre estaba desatando una reacción
nuclear en su interior, poniendo en peligro todas las protecciones que ella
había erigido durante años.
Bajó la mano
extendida sin darse cuenta y sacudió la cabeza, luego dio un paso atrás
fingiendo que no le afectaba tanto como si su vida dependiera de ello.
– ¿Te
refieres a la parte en que me acosaste? Eso no era atracción mutua.
Inmediatamente,
él se tensó y los ojos le chispearon peligrosamente. Miley tragó saliva.
Acababa de decir lo peor posible. La mayoría de los jefes en una situación así
percibirían el potencial peligro de verse expuestos a una denuncia por acoso
sexual y se echarían atrás. Pero Nicholas Jonas no era cualquier jefe y Miley
supuso que ninguna mujer le había acusado nunca de acoso. Desde luego, sus
fantasías durante el fin de semana no habían sido de alguien acosándola, sino
más bien todo lo contrario.
Nicholas se
irguió todo lo alto que era, irradiando poder y carisma sexual. Enarcó una ceja
y siguió con los brazos fuertemente cruzados sobre el pecho, marcando bíceps.
– ¿Acosarte,
yo? –repitió lenta y peligrosamente acercándosele tanto que tuvo que elevar la
cabeza para mirarlo.
Él estaba
lívido, advirtió Miley de pronto, y una ola de temor se instaló en su vientre
junto con algo mucho más peligroso. Vio que él empezaba a caminar alrededor de
ella y se tensó.
–Cuando te
agarré por la cintura no me lo impediste –señaló Nick a su costado.
Ella iba a
contestar, pero le invadió el recuerdo de las manos de él en su cintura,
hundiéndose en su carne, y lo mucho que ella había deseado aquello.
–Y luego,
cuando te besé, tampoco te apartaste –continuó él en un susurro sensual–. Sé
cuándo una mujer está disfrutando de un beso, créeme.
Con él a su
espalda, a Miley cada vez le resultaba más difícil concentrarse. Aquella voz
hipnótica revolucionaba su interior.
–No me gustó
–aseguró ella.
–Mentirosa
–dijo él, tan suavemente que le puso la carne de gallina.
Nick se colocó a su lado. Miley quiso marcharse,
pero temía que, si se movía, se desmayaría. Así que permaneció rígida.
–Te gustó
cuando mi lengua rozó la tuya, cuando me dejaste explorar la dulzura de tu
boca. ¿Te he dicho que me fascina tu sonrisa? Ahora mismo lo único que deseo es
besarte hasta que quedes tan rendida en mis brazos que tenga que llevarte a
aquel sofá.
Miley se
quedó sin aliento. El cerebro hacía tiempo que no le funcionaba. Nick se
hallaba de nuevo frente a ella. Para ser tan grande, se movía tan
silenciosamente como una pantera.
Cerró los
ojos en un gesto infantil de esconderse, pero pronto se dio cuenta del error
que había cometido al oírle continuar:
–Te tumbaría
sobre él, te quitaría las gafas y liberaría tu cabello de su prisión.
A Miley la
cabeza le daba vueltas.
–Luego
empezaría a desabrocharte los botones uno a uno, pero seguramente no podría
resistirme a besarte de nuevo, y te animaría a que tú también me saborearas.
La sensación
de mordisquear aquellos carnosos labios fue tremendamente vívida. Miley estaba
temblando. Seguía con los ojos fuertemente cerrados y se sentía ardiendo toda
entera. Por no hablar de entre sus piernas... Le invadió el pánico.
–No sigas,
por favor... –rogó con un hilo de voz.
–Descubrirías
que no querrías que parara cuando tu camisa se abriera, dejando ante mi vista
tus fabulosos senos... ¿Te molesta el encaje del sujetador, Miley? ¿Tus pezones
están duros y te cosquillean? ¿Ansían mis caricias, mi boca? Los mordisquearía
y chuparía hasta que te dolieran de placer. Y entonces cubriría tu cuerpo con
el mío para que pudieras sentir lo excitado que estaba. Ahora mismo incluso,
alzaría una de tus piernas y deslizaría mi mano sobre la seda de tus medias
hasta la piel blanca y suave de tu muslo. Tú gemirías suavemente, deseando que
mi mano subiera un poco más, hasta ese lugar secreto entre tus piernas donde
ansías que te encuentre tus bragas de seda empapadas de deseo. Me rogarías que
las hiciera a un lado para que pudiera sentir por mí mismo...
–¡Basta!
Miley abrió
los ojos y se separó de un salto... sólo para darse cuenta de que él ni
siquiera la había tocado. Nick elevó sus manos para demostrarlo. Ella respiraba
entrecortadamente, sentía los pezones duros, tal y como él había descrito, y
entre sus piernas ardía algo peligroso y poco grato. Fue eso lo que la despertó
de aquel extraño y delicioso sueño.
« ¡No es
delicioso!», se dijo a sí misma con desesperación mientras miraba a cualquier
lado salvo a Nick. Se sentía desorientada, mareada, como si realmente hubiera
estado en aquel sofá. Apretó los puños y se dio cuenta de que ya no sostenía el
sobre. Y entonces vio que lo tenía él y estaba rompiéndolo en dos.
– ¡Espera!
¿Qué haces? –gritó intentando detenerle.
Y reparó en
que, al contrario de su propio estado de colapso, Nick parecía tranquilo y
controlado, nada que ver con el hombre que acababa de susurrarle al oído lo
excitado que se encontraba. Ella estaba temblando de deseo y él ni siquiera la
había tocado.
La voz
calmada de él fue como un cuchillo afilado.
–Voy a poner
esta carta de dimisión donde pertenece: en la basura –dijo y así lo hizo.
Miley estaba
totalmente descolocada. Él estaba sentado a su mesa como si no hubiera ocurrido
nada, como si estuviera esperando a que ella se sentara y tomara notas.
–Señor Jonas...
–Ya hemos
hablado de eso –le interrumpió él–. Te dije que me tutearas. No quiero volver a
tener que decírtelo.
Miley
explotó.
–Dimito. No
hay nada que usted pueda hacer o decir para detenerme. No voy a quedarme y
seguir recibiendo el trato que me dispensa.
Nick hojeaba
unos papeles.
–Miley, no he
necesitado ni tocarte para excitarte, así que, cuando llegue el momento y te
toque de verdad, ¿puedes imaginarte lo bueno que será? ¿Por qué ibas a negarte
eso?
«¡Por un
millón de razones!», pensó ella iracunda. Las palabras de él la habían
impactado a un nivel tan profundo y visceral que quiso gritar de frustración.
Pero se la tragó y, con tanta calma como pudo, dijo:
–Es evidente
que su arrogancia empaña su habilidad para asimilar esta información. Tal vez
lo asuma mejor una vez que me haya ido. Puedo enviarle de nuevo mi carta de
dimisión. Buenos días, Señor Jonas.
Se dio media
vuelta y estaba casi en la puerta cuando le oyó decir en un peligroso susurro:
–Si
atraviesas esa puerta, Miley Cyrus, tendrás noticias de mis abogados en menos
de una hora.
Miley se
detuvo en seco. Se giró lentamente y vio la fulminante mirada de él. Se le
encogió el estómago.
– ¿A qué te
refieres?
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♥♫★Aracely★♫♥ espero te gusten los capis... espero y subas pronto tus noves que quiero leerlas... un beshitoo!!!
aaaaaaaahhh!!!
ResponderEliminarlos ameeeeeeeeeeeeeee!!! =D
jaja me encantaaan!
sabias que me tienes obsesionada??? jaja creo que se nota vdd? jajaja xD
esk la vdd aaah las noves tus noves aaah las amooo! me tienes como quue piñadisima! jeje xD
kuidathe
chiik!
te kiiiero =D
Jajajajaj q ira a hacer nick xddd la pobre mileyy sube em proxx plise amo esta novee :@ Nįlêy 4ever
ResponderEliminarSigue me encantaron todos los cap!! De todas las noves!! Siguelas!!
ResponderEliminarahhh ame el capii siiis
ResponderEliminarme encaantoooooooo
ResponderEliminarespero el proximo prontoo