domingo, 16 de octubre de 2011

"The Wild Walk" Cap 22




Por la mañana, Miley ni siquiera quería hablar con Nick.
El hotel tenía una única cama, así que la compartieron. Miley se había planteado coger la manta y la almohada y hacerse un ovillo en la silla, pero parecía horrible e incómoda. ¿Y por qué debería sufrir ella sólo porque estaba enfadada con Nick? A ella no le importaba dónde durmiese él. Así que ocupó su lado de la cama y Nick el suyo. A pesar de la calidez y comodidad de la cama, se movió y dio vueltas toda la noche.
Además del hecho de estar totalmente enfadada con él por ocultarle el teléfono del motel, su móvil y el vial, durmió junto a Nick toda la noche y no había hecho lo que realmente estaba deseando hacer con él, tener sexo.
No es que fuese culpa de él. Oh no, la culpa yacía totalmente a sus pies. O mejor dicho, sobre su cabeza. Porque su estúpido cerebro estaba atascado en el estúpido pasado donde era estúpido que estuviese. Por amor de Dios, ella era una mujer adulta normal ya no era una adolescente en la candidez agonizante del primer amor. Ella era sensata y entendía la dinámica de las relaciones únicamente físicas. La noche anterior podría haberse acostado con él, podría haber sentido la dicha absoluta de su pene dentro de ella. Podría haber pasado la noche envuelta en sus brazos, teniendo el mejor sexo de su vida.
Pero no. Había estado asustada. Qué estúpida. Ya era hora de que creciese y superase aquello, porque Nick, de esto estaba jodidamente segura, iba a dejarla otra vez. Daba igual. Ella sobreviviría. No tenían nada juntos, igual que no lo habían tenido hacía diez años. Lo menos que podía sacar de aquello era un poco de sexo decente. Y el vial que contenía el virus, porque y estaba convencida, sería la que saldría ganadora de todo aquello. Y quizás, sólo quizás, esta vez sería ella la que dejaría a Nick con algunos recuerdos de lo que se estaba perdiendo y dejando atrás.
Ya era hora de dejar de actuar como la víctima y comenzar a tomar el control de la situación. Nick podría haber estado ocultándole el vial y su móvil, pero había otras formas de jugar aquel juego. Miley había aprendido bastante en los pasados-chispa  diez años. Después de que Nick se hubiese acostado con ella y la abandonara, se había marcado como propósito en la vida, no malgastarla auto compadeciéndose por un tío que no había podido tener. Oh, por supuesto, se había dado tiempo a sí misma para lamentarse, hasta había pensado que quizás había una manera de que Nick y ella arreglaran las cosas.
Pero a medida que pasaban los meses y él no había intentando ni una sola vez contactar con ella, Miley supo que estaba viviendo una ilusión, que era hora de que creciese y se convertirse en una mujer. Fue entonces cuando puso a Nick en el pasado. Determinada a seguir adelante, había abordado a los hombres con entusiasmo, en sentido figurado. En la universidad, había tenido varios amantes, aunque la mayoría eran chicos de fraternidades ineptos y borrachos con una profunda falta en la sección de delicadeza. Ninguno había terminado en una relación porque, francamente, ella no había estado interesada y tampoco ellos. Después de la universidad, había tenido varias citas, la mayoría con policías, pero ninguno había generado la chispa suficiente para seguir con una relación duradera.
Sin embargo, sí había aprendido cosas sobre el sexo. Lo que le gustaba, lo que no y cómo complacer a un hombre. Ya no era una virgen inexperta. Y tenía intenciones de usar todo lo que sabía con Nick.
Cuando Nick la dejase aquella vez, se iría aún deseándola.
Esta vez sería ella la que se marcharía sin mirar atrás.
Vale, quizás se estaba pasando. ¿Y qué? Se merecía al menos un poco de venganza, ¿no? Y la rabia parecía mucho más productiva que la angustia.
Desayunaron, luego recogieron la moto y dejaron el motel. Se subió a la moto detrás de Nick, sintiendo un pequeño zumbido de excitación cuando arrancó el motor, el tubo de escape emitió un rugido increíblemente alto, que hizo que hormiguearan todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo. Cuando salieron, Miley descansó las manos en las caderas de Nick, disfrutando del fresco aire matutino que le azotaba el cabello. Montar en moto era jodida mente emocionante.
Una vez más, Nick se dirigió al sur.
—¿Vas a decirme a dónde vamos hoy? —Preguntó Miley, conociendo de antemano la respuesta.
—Pararemos dentro de poco —dijo él, evitando su pregunta—. Creo que te gustará.
Ya, claro. Volar a ciegas mientras se encontraba “semi” secuestrada era su pasatiempo favorito. Probablemente también acabaría despedida. ¿Por qué estaba haciendo aquello? Ah sí, por su trabajo. Aquel que creía sería excitante y lleno de aventuras.
Claro que no podía volverse más excitante ni lleno de aventuras que esto, ¿verdad?
El día se calentó con rapidez, pero Miley no se sentía incómoda. El paisaje era hermoso. Estaba acostumbrada a viajar por autopistas, con las típicas vistas de cemento, vallas, hoteles y restaurantes de comida rápida. Viajar por carreteras secundarias era algo completamente distinto. No había aburridas señales de autopista. Únicamente carteles aislados, casas y el pueblo ocasional. Aunque seguía las señales de la carretera por si acaso lograba escapar o encontrar un teléfono. Al menos, tenía una débil pista de dónde estaba.
Altos árboles, casas alojadas en el interior de densos bosques, con el vecino más cercano a varios kilómetros de distancia. Los niños jugaban en patios extensos, con una libertad infinita para correr, esconderse y dar rienda suelta a sus fantasías de niños, haciendo de Robin Hood o el juego que fuese que se jugaba ahora. No se veían restringidos por los límites de ninguna ciudad. Era un lugar remoto, tranquilo y hasta vio un ciervo saltando a un costado de la carretera un par de veces. Miley se echó hacia atrás y aspiró el aire fresco y puro, sintiendo como se relajaban todos los músculos de su cuerpo.
Pasaron la línea estatal de Missouri, cruzaron la interestatal y entraron a una carretera de dos carriles. Siguieron durante unas cuantas horas, deteniéndose para beber y hacer un descanso de vez en cuando. La carretera parecía desierta, aunque Miley estaba segura de que unos cuantos coches debían haberlos pasado. Probablemente solo estaba ensimismada.
Menuda detective privada estaba hecha. Le daban un poco de aire fresco y una carretera comarcal y perdía toda sensación de realidad. Por lo que sabía, bien podrían haber seguido durante las últimas cientos de millas y no habría tenido ni una pista.
No, eso no era verdad. No iba a dejar que la despidieran. Iba a ser una heroína cuando regresara con el virus. Pero para eso debía permanecer viva, así que mejor era que se asegurase de que nadie los seguía. Se dio una rápida media vuelta y se fijó que no había ningún coche detrás. Bien, esa parte iba bien.
Era temprano por la tarde cuando Miley comenzó a ver más motos. Luego más. Y más, todas dirigiéndose en la misma dirección que ellos. Sorprendida, comenzó a contarlos.
Algunos iban solos en sus motos, otros con mujeres e incluso había mujeres en sus propias motos. Cuando Nick se detuvo ante una señal de stop ante una carretera de cuatro carriles Miley se inclinó hacia él y le dio un golpecito en el hombro.
—¿Qué está pasando?
Él inclinó la cabeza hacia atrás.
—Ya lo verás. Paramos aquí.
Ella odiaba el suspenso. No obstante, no pudo evitar sentir un zumbido de nerviosismo cuando acabaron uniéndose a un grupo de moteros.
El rugido de los motores era ensordecedor. Miley se sentía como si fuese parte de una manada cuando aumentaron la velocidad y pasaron a otros moteros, luego otros los pasaron a ellos. Había tantos que dejó de contar. Y todo el mundo parecía muy amigable, sonriendo y ondeando la mano hacia ellos cuando pasaban. ¿Conocía Nick a aquella gente? ¿Iba a entregar el virus allí o era sólo por diversión? Definitivamente, ahora sí estaba prestando atención.
Siguiendo al resto de motos, Nick salió de la carretera de dos carriles a una pequeña carretera comarcal. Miley ya podía ver más motos aparcadas en lo que no parecía otra cosa que un prado de pasto para vacas.
Allí había también muchísimas motos. Cientos, quizás miles o así. Nick aparcó, se bajaron y guardó los cascos. Miley se sacudió el cabello mientras echaba un vistazo alrededor. Llegaban más motos, el sonido de los tubos de escape era tan alto que tuvo que acercarse a Nick para que pudiese oírla.
—¿Qué es esto?




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