domingo, 16 de octubre de 2011

"Three weeks in Athena" Cap 34




–Fue... es una mujer maravillosa.
–¿Todavía está viva? –preguntó él frunciendo el ceño.
–Sí, pero... –respondió y le habló de su enfermedad de Alzheimer y de la residencia donde vivía.
–Debe de ser duro verla tan... cambiada.
Ella asintió, temiendo echarse a llorar.
–Lo es.                   
Afortunadamente, él no insistió más. Pagó la cuenta discretamente y la condujo por las tranquilas calles hasta la humilde casita.
Algunas horas después, Nick estaba tumbado boca arriba con Miley entre sus brazos, desnuda y dormida plácidamente sobre su pecho. Aunque él acababa de saciarse, el roce de sus senos le hizo endurecerse de nuevo. Ahogó un gemido.
Por primera vez en su vida, se había metido en una situación donde no podía simplemente levantarse y dejar atrás a una mujer. Y por primera vez eso no estaba causándole la habitual sensación de claustrofobia.


La noche siguiente, mientras Nick se duchaba en el piso de abajo, Miley terminó de vestirse.
Le encantaba aquella casa. Se acercó al balcón alisándose su vestido granate. Se sentía más libre que en mucho tiempo. Había hablado con la residencia de su madre y le habían asegurado que todo iba bien. Gran alivio.
Oyó un sonido y se giró. Nick, ataviado sólo con una toalla rodeándole las caderas, la miraba travieso. Con un movimiento rápido se la quitó. Miley se encendió.
–Ven aquí –dijo él.
Miley intentó resistirse a aquella sensación de ardiente locura.
–¿Alguna vez te han dicho lo arrogante y autoritario que eres? –bromeó acercándose con piernas temblorosas.
Él negó con la cabeza y la atrajo hacia sí. Le subió el vestido y le bajó las bragas. Miley se estremeció de excitación.
–Sólo tú pareces tener el valor para decirme estas cosas... –gruñó él enfadado en broma.
Y luego dejaron de hablar durante un largo momento.


Mucho después, cuando la luna se había elevado y las estrellas habían salido, fueron a cenar. Desde la lejanía de la taberna se oían voces y risas. Cuando entraron, un hombre muy grande se les acercó y besó a Nick ruidosamente en las mejillas. Él le presentó a Miley y sintió un increíble alivio. Había echado de menos aquello. Londres, la fusión, Atenas y Zoe parecían a años luz de aquel momento.
Una intensa emoción comenzó a embargarle, amenazando con tragárselo entero. Por eso él no había regresado antes.
Se concentró en Miley y sus curvas para distraerse de aquellos sórdidos pensamientos. Tras presentársela a los amigos de su madre y familiares lejanos, se sentaron a una mesa y les sirvieron un auténtico festín en su honor.
Nick miró a Miley con ojos entrecerrados. Y pensar que unas horas antes le había quitado aquel vestido rojo... Su cuerpo reaccionó de nuevo. Ella captó el brillo de su mirada y se cruzó de brazos elevando sus senos.
–¿Ves algo que te guste?
–Bruja. Te daré tu merecido por esto –respondió él aún más encendido.
Se miraron el uno al otro, olvidándose de todo lo demás, hasta que Costas, el dueño del local, llegó riendo y se llevó a Nick para bailar una hipnótica danza griega.
Miley les observó fascinada. Nick parecía aún más masculino. Los presentes fueron uniéndose al corro y de pronto él fue a buscarla y ella se encontró riendo mientras intentaba aprender los pasos. Con los últimos acordes de la música, se dejó caer en brazos en Nick.
Algo potente y silencioso vibraba entre ellos. Sin mediar palabra, salieron de allí. Apenas habían cerrado la puerta de la casita cuando sus bocas se fundieron y sus manos buscaron la piel del otro. Ni siquiera llegaron a subir las escaleras. Nick la poseyó allí mismo, apasionadamente.
Mucho después, tras haber hecho el amor de nuevo en la cama, Miley se despertó por un extraño sonido. Estaba acurrucada sobre el cuerpo de Nick. Irguió la cabeza y vio que él se tapaba el rostro con un brazo. Respiraba rápido y entrecortado y hablaba en griego.
Miley le apartó el brazo y vio su rostro bañado en lágrimas. Se le partió el corazón.
Él se despertó y clavó su mirada en ella, alerta.
–Estabas...
Iba a decir «llorando», pero instintivamente se contuvo.
–... teniendo una pesadilla. Sonabas triste.
El rostro de él se volvió tan frío que ella se estremeció. Súbitamente él se levantó de la cama y se acercó al balcón, donde contempló el ancho mar. Estaba desnudo y muy tenso.
Miley respiró hondo unos instantes, se puso una camiseta y fue a su lado. Él agarraba tan fuerte la barandilla que tenía los nudillos blancos. Instintivamente, posó su mano sobre la de él y le vio dar un respingo como sorprendido por su presencia. Miró su rostro, tremendamente serio, y supo que aquel hombre no tenía nada que ver con el magnate mujeriego que ella había creído en primera instancia.
No dijo nada, sólo mantuvo su mano sobre la de él. Tras un largo momento, él comentó con un hilo de voz:
–Recuerdo vivir en esta casa con mi madre y mi padre antes de que ella muriera. La abuela vivía todavía... Éramos felices, muy felices.
Miley escuchaba atentamente.
–Mi padre conoció a mi madre una vez que vino de visita con sus amigos. Eran los típicos atenienses ricos y arrogantes... pero después de conocerla, en un mes se la había llevado a Atenas para casarse con ella.
–Debió de quererla mucho.
Nick la miró tenso.
–¿Quererla mucho, cuando tras su muerte apenas esperó un año antes de volver a casarse? –cuestionó él–. Mi padre me dejó aquí con mi abuela, y la siguiente vez que le vi ya estaba con Zoe Myers, su nueva esposa. Ella le convenció para que me enviara al internado y así quitarme de en medio mientras ella tenía su propio hijo y lo criaba para ser el heredero de mi padre.
Miley estaba abrumada ante la sangre fría de Zoe.
–¿Pero tu padre no te dejó todo a ti?
Nick asintió con la vista clavada en el mar.
–Por eso Liam me odia y Zoe me desprecia más que cuando era un niño. Odia tener que necesitarme por su seguridad. Odia que yo no viva en Atenas, donde ella podría buscarme una esposa de su elección para controlarme más...
Miley hizo una mueca al oírle mencionar el matrimonio y recordó la cáustica respuesta de él a Zoe dando a entender que no había nada serio entre ellos dos. Pero se obligó a no pensar en ello.
–Debió de ser muy duro para tu padre dejarte atrás... Tal vez por eso se casó tan pronto de nuevo...
Nick se giró y la miró con cinismo.


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