Muchas opciones.
Cogió una muda de ropa por si acaso podía hacer la llamada, encontrar el vial y salir de allí mientras Nick estaba en la ducha. Era eso o pavonearse denuda y ella no estaba dispuesta a hacerlo. Sin embargo eso podría distraer a Nick, ¿no? Sonrió por el pensamiento mientras entraba al baño y abría la ducha, casi salivando cuando el vapor llenó el cuarto diminuto. Se quitó la ropa sucia y entró, dejando que el agua caliente fluyera sobre su cuerpo.
Se sentía tan bien que dejó escapar un gemido de pura alegría. Podría permanecer allí durante horas, pero tenía trabajo que hacer. Agarró el champú y se lavó el cabello, luego lo acondicionó, realmente apreciando la sensación de limpieza. Cerró los ojos y dejó que el acondicionador permaneciera allí por un minuto poco más o menos, dejando los ojos cerrados mientras el agua bajaba corriendo por su espalda.
Gritó sorprendida ante la ráfaga de aire frío cuando la puerta de la ducha se abrió. Se le cayó la mandíbula cuando un Nick desnudo entró.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
—Ducharme.
Ella arqueó una ceja, negándose a parecer conmocionada.
—No podrías esperar hasta que yo terminara.
Él sonrió abiertamente.
—Podría. No quiero.
Su cuerpo se sonrojó con el calor. Ésta era la razón por la que ella se había abalanzado sobre Nick diez años atrás, porque no podía mantenerse alejada de él. El señuelo. La tentación. El chico malo que tomaba lo que quería, cagándose en las reglas y buenas costumbres. Los ojos de él se oscurecieron mientras escudriñaba su cuerpo, el mensaje en ellos era claro. Había entrado aquí por ella… por sexo. La deseaba.
Apostaba que había entrado aquí para distraerla también. Para mantenerla desequilibrada. O arrullarla en cierto falso sentido de seguridad o sensación de intimidad con él. Quería ligarla, asegurar su lealtad.
Bien, hasta el deseo, hasta el sexo, el sentimiento era mutuo. Ella lo deseaba. Podía hacer esto y mantener su corazón intacto. Ella era una chica grande y sabía cómo proteger sus emociones. Este era un medio para un fin… ganarse la confianza de Nick para poder acercarse al vial. Nada más. Ella estaba ofreciendo su cuerpo para hacer su trabajo, usando todos los medios necesarios para evitar que cometiese un error colosal que lo podría meter en la cárcel por un tiempo larguísimo.
Ella tenía un plan y su plan incluía este baile con Nick. Si obtenía placer de ello… entonces era un plus. Sólo iba a ir hasta aquí… tenía límites.
—No quiero interrumpir. Sigue haciendo lo que estabas haciendo —dijo él, con voz ronca por la tensión.
Su polla estaba endureciéndose. Ella quería sus manos, su boca sobre él. Anoche había sido rechazada. Esta noche, no lo sería. Por el contrario, era su turno para distraerlo y dejarlo sorprendido. Y esta vez, ella obtendría la satisfacción de saber que le había brindado placer. Agarró el jabón y lo sostuvo debajo de la corriente de agua, frotando las manos juntas para hacer una espuma espesa, luego se extendió el jabón sobre los pechos, dejando que las burbujas fueran a la deriva por sus pezones. Ellas rodaron por sus pechos y bajaron por su vientre. Nick observaba el rastro con interés fascinado.
Su mirada sobre ella era como una caricia caliente, alentándola. Nunca antes había hecho un show de tocarse a sí misma, pero esta sensación de audacia no la debería sorprender. Siempre había sido más atrevida con Nick que con cualquier otro. Se acunó los pechos, usando los pulgares para hacer girar sus pezones. Estaban tan sensibles que no pudo contener el quejido de placer cuando tocó su propia carne.
—Necesitas ser follada —susurró él.
—Sí. —Deseaba su polla dentro de ella con desesperación, pero la tensión de indecisión tironeaba de ella. Maldita sea, ¿por qué simplemente no podía decidirse por ello como quisiera? ¿Por qué el pasado siempre se entrometía?
Toma las cosas con calma, Miley, ve hacia dónde va. Juega un poco para empezar. Definitivamente, deseaba jugar con él.
Él trató de alcanzarla, pero ella se alejó retrocediendo. Todavía no. Tenía más para mostrarle, más delicias para ofrecer que estaban justamente al alcance de él. Y ahora que ella había puesto en marcha esta provocación, parecía no poder detenerse. Sus manos se convirtieron en las de él mientras le mostraba lo que quería, moviéndose de sus pechos a sus costillas, luego más abajo, rodeándose el abdomen y resbalando entre sus piernas. Nick abrió ampliamente los ojos cuando ella se encontró el clítoris y comenzó a frotarlo en círculos lentos y amplios.
Las chispas de excitación estallaron en un incendio de increíble sensación mientras se masajeaba el sexo, hundiendo los dedos entre los pliegues suaves y deslizándolos dentro de su coño.
La mandíbula de Nick se tensó mientras apretaba los labios, ensanchando la nariz cuando respiró. Ella percibió la tensión y subió la suya un nivel más.
—Oh, Dios, Nick. Te necesito.
Él dio un paso hacia adelante, pero ella levantó la mano para detenerlo.
¿Ahora quién estaba siendo torturado? Miley ya no estaba muy segura. Deseaba correrse, estaba tan cerca que las contracciones se aferraban a sus dedos como tenazas apretadas. Sin embargo, no le permitiría hacerlo por ella. No esta vez. Quería el control, quería mostrarle que no era la misma chica que había sido diez años atrás. Ella no era tan fácil de manipular.
Una diminuta chispa de miedo todavía permanecía al pensar en darle todo. La última vez que le había dado todo lo que tenía, él la había dejado. Ella no podía arriesgarse al sufrimiento otra vez.
Dios, ¿cómo podía ser tan fría y calculadora y al mismo tiempo sentir su cuerpo estallar en llamas, su coño temblar tan cerca del orgasmo? ¿Cómo podía desear que él estuviera dentro de ella y saber que lo iba a abandonar en poco tiempo?
Alejó la confusión y se concentró sólo en la excitación, en la forma en que la miraba, animándola con el ardor de su mirada.
Con el talón de la mano firmemente presionado contra el clítoris, se friccionó y explotó, dejando que el orgasmo la inflamara, separando las piernas así Nick podía ver sus propios dedos follarse mientras ella montaba un clímax salvaje.
Estremeciéndose por los efectos posteriores, liberó los dedos, a continuación se los llevó a la boca y los lamió hasta limpiarlos.
—Cristo, Miley.
Ella dio un paso adelante y se arrodilló, levantando los ojos hacia Nick alcanzó su polla.
Aún atontado por el espectáculo que ella había montado para él, Nick se sacudió en respuesta al primer toque de la palma suave de Miley en torno a su pene. Apoyó las manos contra la pared de la ducha y empujó la polla a través de las manos, bombeando despacio y suave. Ella sonrió, apartando sólo la mirada para clavar los ojos en su polla. Lo acarició, de la base a la punta, haciendo círculos con el pulgar en el ancho glande. El líquido perlado escapaba de él y ella lo secaba con el pulgar, a la vez que lo miraba, obligándolo a concentrarse en ella.
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