domingo, 16 de octubre de 2011

"Schmale Plätze" Cap 14




Nick le volvió a empujar el dedo dentro de la concha y añadió otro dígito, estirándola así aun más. Miley se empujó contra la mano de Nick. Sintió como si estuviera volando, era tan bueno que la mareaba.
“Confíe en mí”, susurró él mientras la jalaba sobre las rodillas sin retirarle la mano. Miley lloriqueó de necesidad mientras él se desplazaba por detrás de ella.
Embistió más rápido hacia adentro y hacia afuera de ella con la mano y, con el otro pulgar, le presionó el ano muy delicadamente.
Miley se sobresaltó ante el increíble placer. Sus senos se balancearon debajo de ella, rozaron la áspera alfombra y agregaron otra caricia a sus ya abrumados sentidos.
“Acabe para mí”, gruñó Nick desde atrás de Miley mientras le clavaba los dientes con suficiente fuerza como para que doliera.
Antes de que ella pudiera gritar de dolor, el ímpetu de su orgasmo la atacó ferozmente. Oleadas y más oleadas de placer brotaron de su palpitante concha y le derritieron los huesos en el proceso. Sus caderas se sacudieron contra la mano de Nick; esperaban que el tsunami no cesara por toda la eternidad.
Antes de que Miley pudiera recuperarse del devastador orgasmo, Nick la aferró de las caderas con las manos y le metió la verga en la concha; se hundió por completo. Otra oleada le atacó bruscamente los maltrechos sentidos y la ahogó con su poder.
“¡De nuevo!”, gruñó él mientras la embestía profundamente y se inclinaba para capturarle los senos con las manos. “Quiero sentir que acaba alrededor mío, que sus músculos me ordeñen”. Nick le hundió los dientes en el hombro y el dolor se mezcló con el placer hasta que Miley no pudo diferenciarlos.
Sentir que sus velludos muslos le presionaban el culo y que su pecho se frotaba a lo largo de su espalda le ofreció una sensación de protección, incluso cuando eso no dejaba de hacerle zumbar los nervios. Miley se sintió rodeada y adorada, y caliente como el infierno.
“Acabe para mí, Miley. Es mía”. Él le mordió el cuello esta vez mientras le apretaba los pezones ligeramente.
Con cada golpe de su verga, Miley voló más y más alto. Cuando Nick le palmoteó el culo con la mano, fue demasiado. Incluso si ella habría querido detenerse, no podría haberlo hecho. Una erupción de deseo destruyó todo a su paso y le disparó la mente en dirección a la inconsciencia.
Apenas consciente, Miley sacudió el cuerpo con las secuelas mientras Nick le embestía la concha con más fuerza y velocidad. Las uñas de Nick se clavaron en las caderas de Miley, pero ella casi ni lo notó. Ya no le importaba lo que le hiciera ahora. Supo que nunca volvería a ser la misma. Nunca nada ni nadie, podrían compararse con esta experiencia.
“¡Sí!”, gritó él desde atrás de Miley.
O, al menos, eso fue lo que ella pensó que dijo. Resonó como un gruñido salvaje.
“¿Nick?”. Esta vez, de ninguna manera iba a creer que era el elevador. Ese gruñido felino provenía de su garganta. Miley no tenía idea de cómo, pero así era.
Nick se retiró de ella sin hablar. El sonido húmedo y de succión de su pene al dejarle el cuerpo sonó obsceno en el silencio.
“¿Nick? ¿Qué está sucediendo?”.
“No—puedo—detenerlo”.
“¿No puede detener qué? ¡Hábleme! Dígame qué está sucediendo”. Ella extendió los brazos para tocarlo en la oscuridad, pero no pudo encontrarlo. “¿Dónde está?”. La mano de Miley cayó sobre algo suave.
¿La chaqueta de Nick?
Las luces titilaron y se encendieron y, mientras ella pestañeaba para limpiarse las lágrimas de dolor ante la brillante luz, miró fijo directamente a los ojos marrones de una pantera.
 “Lindo gatito”. Miley vio que lo suave que tenía en la mano era la cola del gran felino y la soltó violentamente. Ella retrocedió lentamente hasta el extremo del elevador que descendía y buscó algo con lo que poder cubrirse.
¿Dónde demonios estaba Nick? Intentó dar un vistazo alrededor del elevador y lo buscó. No estaba.
“¿Nick?”, gritó ella con pánico; esperaba que apareciera del aire.
La pantera dejó salir un ronroneo silencioso.
“¿Nick?”, volvió a preguntar ella mientras miraba fijo al gato.
Meneó la cabeza hacia un lado y volvió a mirar a Miley. Cuando sus ojos se desviaron hacia su concha desnuda, le lamió los pliegues.
“¡A la mierda! Es usted”. Miley agarró la camisa de Nick y se la puso bruscamente.
Giró la cabeza y no pudo pensar coherentemente. Se encontraba en un elevador con una pantera, una pantera que era el Gerente General de una compañía multimillonaria.
Y que acababa de cogerla sin mayores miramientos.
“¿Realmente es usted?”.


2 comentarios:

  1. qq como q la dejas ahi dime ahhh no puedes tienes q seguirlaa ahhh sube sube sube

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  2. que como cuando o sea q rayos paso la verdad me sorprendio sube yaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!candela

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