Miley no podía mirar a Nick. Se soltó y se encaminó al hotel; podía verlo no muy lejos. Cuando sintió que él la agarraba de nuevo, se detuvo en seco e inspiró hondo antes de girarse.
–Mira...
–No, mira tú –le imperó él.
Eso hizo ella, invadida de intensas emociones. Nunca se había sentido tan vulnerable, como si le hubieran arrancado cada uno de sus temores de niña y los estuvieran mostrando abiertamente.
–Aquellas mujeres en Londres, las flores... no eran aventuras de una noche. Eran patéticos intentos de negar tu efecto sobre mí y mantener las apariencias –confesó él con una mueca–. Acordé con Miller que eso ayudaría a distraer a la gente para que no descubrieran la fusión.
Miley no entendía nada.
–Siento haberte dejado tan bruscamente la otra mañana. Siento lo de las flores y siento haberte metido en la joyería y haberte obligado a escoger algo que no querías.
Nick seguía sin comprender la reacción de ella, ni por qué él estaba dándole explicaciones cuando nunca lo había hecho con nadie. Pero deseaba a Miley más de lo que deseaba comprender en aquel momento...
«¡No seas amable! No lo soporto», pensó ella con ganas de llorar de nuevo.
Frunció los labios aunque la ira se le despejó de manera espectacular. ¿Él no se había acostado con todas aquellas mujeres? Se sentía temblorosa y vulnerable.
–Tu comportamiento ha sido imperdonable. Gastarte esa cantidad de dinero sólo para dejar clara tu postura es repugnante.
La expresión de él se tensó.
–¿Qué quieres que haga con esto? –inquirió señalando la bolsa de la joyería.
Aquella rápida respuesta descolocó a Miley. El Nick que ella creía conocer estaba transformándose completamente.
–Sería agradable dárselo a alguien que realmente lo apreciara...
Miró alrededor. Delante de la joyería, una joven pareja claramente enamorada contemplaba con nostalgia el escaparate.
Nick vio a Miley apretar la mandíbula y siguió su mirada. Se acercó a la pareja. Miley los vio hablar y cómo Nick la señalaba con sonrisa atribulada y les entregaba la bolsa. La pareja se quedó desconcertada cuando Nick regresó junto a Miley y la tomó de la mano de nuevo.
–¿Ya estás satisfecha?
Ella asintió embobada. No podía creérselo.
–¿Cuánto costaba?
Al oírlo, palideció.
–Eso les permitirá comprarse una buena alianza... o tres.
Le pareció que la tierra se movía al darse cuenta de que estaba viendo una parte completamente desconocida de Nick. Temía haberse metido en la boca del lobo y que él fuera a morderle en cualquier momento...
A mediados de la semana siguiente, Miley estaba más borracha de lo que se había sentido nunca, y sin haber tomado una gota de alcohol. Se encontraba en la mansión de Millers esperando a que Nick saliera de una reunión privada.
No podía dejar de pensar en la anterior tarde de domingo. Cuando habían regresado al hotel, la certeza de lo inevitable había vibrado entre ellos, intensificándose cuanto más se acercaban a la habitación de ella. Una vez dentro, como para intentar salvarse de las llamas, Miley había dicho con un hilo de voz:
–Espera... ¿Qué somos? ¿Qué es esto?
Nick se había apoyado en la puerta, sobre sus manos, con sus caderas moldeadas por los vaqueros ajustados, haciéndola quedarse sin aliento.
–Somos dos adultos libres explorando una poderosa atracción mutua y esto es... la segunda vez que hacemos el amor.
La pasión la había envuelto. Había visto que él se le acercaba y había extendido una mano como para detenerle, pero él se había quitado la camiseta con despreocupación.
Ella había tragado saliva.
–¿Y qué sucede con que... trabajamos juntos? ¿Cómo vamos a conciliarlo?
Él la había abrazado fuertemente y a ella, al notar su poderosa erección, le habían temblado las piernas.
–Así es como vamos a hacerlo –le susurró él en la comisura de la boca.
Las cosas se habían precipitado rápidamente. Se habían arrancado la ropa, habían llegado tambaleándose hasta la cama y Miley se había tumbado en ella en sujetador. Había observado a Nick bajarse los pantalones y los calzoncillos en un solo movimiento. Le había contemplado en su gloriosa y bronceada gloria y se había dado cuenta de que, desde el día en que se había apretujado contra él en el ascensor, aquella escena había estado escondida entre sus fantasías más profundas. Una fantasía que no hubiera admitido si él no la hubiera deseado.
¿Por eso ella estaba tan loca por él desde el principio? Ese descubrimiento le aceleró el pulso de nuevo, incluso sentada de lo más formal con la asistente de Millers a unos pocos metros.
Las imágenes siguieron asaltándola. Nick se había acercado a ella como un dios moreno, le había entreabierto las piernas y se había colocado sobre ella. Después de mirarla durante un intenso momento, había liberado sus senos del sujetador. Ella se había arqueado para que la acariciara con su boca, pero él había sonreí do travieso mientras se contenía, con la frente empapada en sudor. La había mirado con un deseo tan intenso que ella se había asustado pensando que aquello debía de ser un sueño.
–¿Cómo puedes... encontrarme atractiva? –había preguntado con voz ronca–. Yo no soy como... Soy demasiado grande, demasiado voluptuosa.
–Eres perfecta –le había asegurado él quitándole los pantalones.
Luego él se había erguido, gloriosamente erecto, haciéndole sentir como si ella fuera la única mujer para él. Entonces se le había tumbado encima, le había hecho levantar las manos sobre la cabeza, elevando sus senos, y le había susurrado al oído:
–Tú encarnas mi fantasía del cuerpo femenino ideal. No lo sabía hasta que te vi y ahora ya no existe otra cosa.
Miley se había quedado sin aliento.
–¿Lo dices en serio?
En respuesta, Nick había comenzado a succionarle el pezón hasta hacerla arquearse descontrolada. Luego la había soltado unos instantes mientras se protegía y la había capturado de nuevo. A ella se le habían movido las caderas con vida propia.
Por fin, él la había penetrado, centímetro a centímetro y, cuando ya no podía avanzar más, la había besado profundamente y le había dicho en voz casi inaudible:
–Sí, lo digo en serio.
Y entonces, con acometidas lentas y profundas que iban componiendo un asombroso crescendo...
La puerta delante de Miley se abrió de pronto y ella se levantó de un salto con las mejillas encendidas y jadeando como si hubiera corrido un maratón.
Vio a Nick sonreír burlón como si supiera exactamente en lo que había estado pensando y se ruborizó aún más. Le vio acercarse y tomar la carpeta que ella sujetaba, acariciándole los dedos más allá de lo profesional y disparándole el pulso.
Miley casi gritó de placer y él le dijo en voz baja:
–Que Helios traiga el coche. Estaremos fuera de aquí en menos de diez minutos... Le diré a Millers que puedo trabajar desde mi despacho el resto de la tarde.
Miley asintió, incapaz de nada más y mucho menos de trabajar. Estaba distraída y más eufórica que nunca. Y en aquel momento no tenía fuerzas ni ganas para resistirse a aquel hombre.
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Espero Katty que gusten estos capis... un beshitoo!!!
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhh nooo siguelaaa no seas guachaa!!! siguela siguela q esta muy lindaaa.. jeje un besooo bye bye
ResponderEliminarawwwwwwwwww estan geniales! :D me encantaron sube protnoooooo
ResponderEliminaraww me encaanto amore mioo aww te ama tu osithaa
ResponderEliminarhola nenis ya me puse al corriente en estas nove sigo con las otras veo q hay nueva hehe en fin sigo espero q andes bien ;)
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