miércoles, 20 de julio de 2011

"Tórridas Fantasías" Cap 30





Cerró lentamente el teléfono y respiró profundamente. Se sobrepuso a la tentación de inclinarse sobre ella para besarla y se alejó de la cama. Si la besaba, ella podría despertarse y, si se despertaba, podría no conformarse con sólo un beso. Si eso ocurría, jamás se marcharía.
Se dirigió hacia la puerta y la miró por última vez antes de marcharse.
—Hasta pronto —murmuró.
Mientras se dirigía hacia la puerta, se preguntó cómo sería la próxima vez que se vieran. ¿Seguiría siendo la atracción tan intensa o se habría enfriado? ¿Retomarían la relación donde la habían dejado o tendrían que volver a empezar?
Su taxi ya lo estaba esperando. Al verlo, el conductor salió y le abrió el maletero. Tras meter su equipaje, Nick se volvió para mirar la casa por última vez. Sonrió al recordar el día en el que llegó a ella. Habían cambiado tan pocas cosas en un periodo de tiempo tan breve. Jamás le habría parecido posible.
— ¿Al JFK?
Nick asintió. Se metió en el interior del vehículo y se acomodó sobre el suave asiento de cuero. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás. Cuando el taxi arrancó y comenzó a alejarse de la casa, él sintió la distancia que lo separaba de Miley casi como un dolor físico. Quiso decirle al conductor que detuviera el coche y regresara. No lo hizo. Decidió que era mejor marcharse. Si su relación iba a durar en el mundo real, tendrían que darle oportunidad de madurar. Si regresaba en aquel momento, las cosas no serían como habían planeado. De eso no le cabía la menor duda. Sin embargo, estaba preparado para los desafíos. Por primera vez en su vida, había encontrado una mujer por la que merecía la pena luchar.

 

—Señorita St. Hope, estamos listos para peinarla y maquillarla. Si es tan amable de acompañarme…
Miley  miró la página de la revista que estaba tratando de leer. La cabeza le daba vueltas con las preguntas y las respuestas que tan cuidadosamente había practicado.
— ¿Señorita St. Hope?
Miley levantó la mirada y vio a la ayudante de producción de Talk to me.
—Lo siento…
Aunque sabía que ahora era la señorita St. Hope, a Miley aún le costaba bastante responder a aquel nombre. Se puso de pie y se pasó las manos por el vestido.
—Katy estaba aquí hace tan sólo un minuto. ¿La ha visto?
—Está en maquillaje charlando con Gail.
Gail era Gail Weatherby, una de las cuatro tertulianas del programa. Gail era la periodista más experimentada de las cuatro y sería la que llevaría las riendas de la entrevista, con intervenciones ocasionales por parte de las otras. La ayudante de producción había repasado muchas de las preguntas con Miley, pero le había advertido que podría haber algunas cuestiones inesperadas.
Ocurriera lo que ocurriera, debía mantener un tono ligero y humorístico en la entrevista y no tomarse en serio ninguna de las preguntas. El problema era que Miley no se sentía con humor en aquellos momentos. Desgraciadamente, se sentía a punto de vomitar el donut que acababa de tomar para desayunar.
— ¿Le parece que este vestido está bien? —le preguntó Miley.
—Oh, es perfecto. El color destaca el de sus ojos. No podía haber elegido nada mejor para aparecer en televisión.
—Yo… yo no lo elegí —dijo ella—. Mi… mi novio lo escogió por mí. Es decir, en realidad es sólo un amigo, aunque tenemos una relación sentimental. No obstante, yo no diría que él es mí…
—Todo va a salir bien. Relájese y sea usted misma.
Ese era precisamente el problema. Esperaban que se relajara y que fuera Destiny St. hope, pero ella no era Destiny St. Hope. La última vez que había sido Miley fue la noche antes de que Nick se marchara a Los Ángeles. Desde entonces, se había ido sintiendo cada vez más como la Miley Cyrus de antaño.
Cuando entró en la sala de maquillaje, vio a Katy relajándose en uno de los sillones mientras peinaban a Gail. Katy había estado en el programa en dos o tres ocasiones y se sentía muy cómoda allí. Ella estaba encandilando a todo el mundo, lo que resultaba sorprendente, dado que poco más de una hora antes, había estado despotricando de las cuatro tertulianas, criticando sus operaciones de cirugía plástica y los amantes que tenían.
—Cariño —gritó Katy—. Le estaba diciendo a Gail que supe que tu libro iba a tener un gran éxito en el momento en el que lo leí. Aunque todas somos mujeres maduras, tenemos nuestras cosillas con el sexo. Ya va siendo hora de que, en el dormitorio, estemos al mismo nivel que nuestras parejas. Por supuesto, esas palabras son de Miley. Precisamente me lo decía ayer mismo, ¿verdad, querida?
Miley jamás había pronunciado aquellas palabras. Si lo hubiera hecho, ciertamente habría sido una persona mucho más interesante.
— ¿Dónde me siento? —preguntó.
Katy se puso de pie.
—Aquí, cielo. Siéntate aquí y charla un rato con Gail. Yo voy a buscar una taza de café.
Miley miró a Gail y sonrió.
—Es una mujer increíble, ¿verdad?
—Tu madrina es una mujer de armas tomar —dijo Gail—. Supongo que debe de ser bastante difícil vivir con ella.
—En realidad, no —mintió. No quería decir nada que se pudiera tergiversar ni que se pudiera sacar cuando estuvieran grabando. Katy le había advertido que tuviera cuidado con Gail porque no tenía reparo alguno a la hora de hacer preguntas comprometidas.
—Katy me ha dicho que has estado saliendo con el director de cine Nick Jonas.
—No estamos saliendo. Sólo somos amigos. Buenos amigos. Creo que a Katy le gusta mucho adornar mi vida amorosa.
—Una vida que seguramente es bastante interesante, considerando el tema de tu libro.
—Vaya, me siento como si ya hubiera comenzado la entrevista.
—Simplemente estoy tratando de ver cómo eres. En ocasiones, estas charlas sacan a relucir detalles muy importantes. ¿Te ayudó Katy con el libro?
—Sí. Me sugirió el tema. Leyó todos los bocetos y se lo envió a su editorial… sin que yo lo supiera. Siempre me ha animado mucho.
—Bueno, cuéntame cómo conociste a Nick Jonas. Mi productora dice que es muy guapo.
—Te juro que sólo somos amigos.
Alguien llamó a la puerta cuando las dos se giraron, vieron que la ayudante de producción estaba allí con un enorme ramo de flores en las manos.
—Acaban de llegar para usted.
—Ponlas ahí —dijo Gail.
—No. Son para Destiny St. Hope —replicó la joven, colocándolas delante de Miley —. Llevan una tarjeta.
Miley sacó la tarjeta de entre las flores. La abrió inmediatamente y la leyó en silencio.
             Mucha suerte, Miley. Con cariño, Nick.
Volvió a guardar la tarjeta y se inclinó sobre las flores para aspirar su aroma. Durante los últimos días, había estado recibiendo pequeños regalos, algunos por correo u otros que simplemente aparecían en su casa de los Hampton. Nick le había enviado un libro sobre los faros de Long Island, una foto de sí mismo sentado junto a la tetera que habían comprado juntos, también una caja de trufas de chocolate y, justo el día anterior, un jersey de los Mets.
Katy volvió a entrar en la sala. Llevaba dos vasos de café en las manos.
—He tenido que enviar a alguien para que me traiga estos cafés… ¡Dios mío! ¡Qué bonitas flores! Gail, ¿acaso tienes un admirador secreto?
—Son de Miley —respondió Gail.
—Son preciosas. Supongo que es otro regalo de Nick, ¿no?
Gail frunció el ceño.
—Creía que habías dicho que erais solo amigos.
—Y así es —le aseguró Miley —. Sólo me las ha enviado para darme suerte.
Gail la miró con escepticismo y asintió.
—Muy bien. Yo tengo que prepararme. Nos veremos en el plató, Miley. Katy, como siempre, ha sido un placer. Llámame algún día para que podamos almorzar juntas. Tengo una subasta benéfica a la que me encantaría que asistieras.
Katy observó cómo peinaban y maquillaban a Miley. No dejó de hacer sugerencias ni de implicarse en una acalorada discusión sobre el color de lápiz de labios que Miley debía llevar. Al final, la maquilladora tuvo que ceder.



1 comentario:

  1. POR FAVOR UN MARATON DE ESE NOVE PLIS !
    ME ENCANTAAA!

    Paulina

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