—Tienes que ser muy firme con estas personas —dijo Katy—. Está en juego
tu imagen. Si no te gusta algo, es mejor que lo digas. Recuerda que eres tú quien
manda. Si muestras debilidad, se aprovecharán de ti.
—Entiendo —dijo ella suavemente. Se sacó la tarjeta y la volvió a leer.
Había firmado las anteriores tarjetas de otro modo. Era la primera vez que
utilizaba la palabra «cariño».
Suspiró. ¿Qué estaba haciendo? Una vez más, estaba creando una fantasía
que no existía. Dentro de unas pocas semanas, volvería a verlo y retomarían la
relación donde la habían dejado. Exactamente en el mismo lugar. No podía
imaginarse que él estaba enamorado de ella y construir un mundo sobre una
sencilla palabra. Eso sería un error.
— ¿Qué es esto? —preguntó Katy.
— ¿El qué?
—Esa cara. Dios Santo, Miley. Tienes un aspecto tan… tan triste. Sonríe.
Estoy cansada de que te pases el día con la cara larga.
—No me digas cómo debo sentirme —le espetó Miley —. Me he pasado toda la
vida negando el hecho de que siento algo. Si quiero estar triste, puedo estar
triste.
—Entonces, yo tenía razón. Las flores son de él. Bueno, al menos es muy
considerado. Eso tengo que admitirlo.
—Es más que considerado. Es… es maravilloso.
—En ese caso, deberías estar bailando por toda la habitación. En vez de
eso, estás pensando en todo lo que puede ir mal. Te estás preocupando sobre la
próxima vez que os veáis o sobre si os volveréis a ver.
Katy la conocía demasiado bien.
—No puedo evitarlo.
—Claro que puedes. Puedes empezar a creer que te mereces cosas buenas en
la vida, en especial un hombre bueno. Por cierto, le he pedido a mi agente
inmobiliario que te empiece a buscar una casa. Sé que has estado ahorrando y,
con el dinero del libro, deberías estar en situación de comprar.
Miley miró fijamente a Katy. Se
sentía atónita por aquella afirmación.
—Creía que eso te disgustaría.
—Cariño, no podemos tener a ese hombre entrando y saliendo de mi casa
cuando vaya a acostarse contigo. No estaría bien. Además, tú necesitas tu
propio espacio, pero quiero asegurarme de que encuentras un lugar bonito y
cercano a mí. Por eso, he decidido hacerte un pequeño préstamo —anunció Katy.
Al ver que Miley iba a protestar, levantó la mano para impedirle hablar—. Ya
hablaremos de esto cuando regreses de promocionar tu libro.
Con esto, Katy se levantó de la silla y se dirigió a la puerta.
— ¿Dónde está en estos momentos?
—En Los Ángeles.
—Tienes dos días antes de empezar con la promoción. Móntate en un avión
y ve a verlo.
Katy abrió la puerta y se marchó, dejando a Miley sumida en sus
pensamientos.
Katy tenía razón. Nada podía impedirle que pasara sus últimos días de libertad
en Los Ángeles con Nick. Aunque odiaba volar, tal vez no lo pasaría tan mal si
supiera que viajaba para encontrarse con alguien maravilloso. Agarró el bolso y
buscó su teléfono móvil en el interior. Si se marchaba justo después de la
entrevista, podría estar en Los Ángeles aquella misma noche. Así tendría dos
noches con Nick antes de tener que marcharse otra vez.
Abrió el teléfono y miró la foto que él le había enviado de sí mismo.
Resultaba difícil pensar en él como un hombre de carne y hueso cuando lo único
que tenía era aquella fotografía y sus recuerdos.
Katy tenía razón. Tenía motivos más que suficientes para mostrarse
optimista. Una rápida escapada a Los Ángeles le vendría muy bien para sentirse
menos… triste.
waaaaaaaaaaaaaaaaauuu jeje :) esta super geniall... un beso...
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