Seis meses después…
Nick estaba mirando el cartel de la librería, que estaba colocado en
medio de las decoraciones navideñas. En aquella fotografía, Miley parecía una
mujer diferente. No se parecía en casi nada a la que había conocido el verano
anterior. Su belleza era natural, pero, en aquella fotografía, resultaba…
demasiado perfecta. No había visto a Miley desde hacía mucho tiempo. ¿Por qué
no era posible que hubiera cambiado?
Observó Conventry Street, en la que se encontraba, y por la que los
londinenses se dirigían a sus casas bajo el aguanieve. Llevaba en Inglaterra
una semana realizando trabajo de producción sobre una nueva película ambientada
durante los ataques alemanes de la Segunda Guerra Mundial. Había estado
aprovechando el tiempo para absorber el ambiente de la ciudad al tiempo que
realizaba su trabajo recorriendo las calles y buscando localizaciones para
utilizarlas en la película. Sin embargo, desde que se había enterado que Miley
estaba también en la ciudad, no podía concentrarse en nada.
Jamás se había imaginado que su relación terminaría tan silenciosamente.
Después de estar sólo unos días separados, Miley le había llamado para decirle
que iba a ir a visitarle a Los Ángeles, pero en ese momento, él había aceptado
realizar un viaje a Japón para promocionar el estreno en Asia de su última
película. Los dos aún estaban decididos a conseguir que su relación funcionara,
pero los conflictos de horarios por parte de uno u otro habían conseguido
mantenerlos separados durante el resto del verano.
Después de eso, no parecieron capaces de encontrar un momento en el que
los dos estuvieran libres. Tal vez se habían mostrado demasiado testarudos. No
querían conformarse con un día o con un fin de semana. Habían querido una
semana, como les había ocurrido en los Hampton.
A lo largo del primer mes que estuvieron separados, hablaban por
teléfono cada día. En Agosto, las llamadas se redujeron a unas pocas veces por
semana y los dos terminaron por resignarse ante el hecho de que su relación no
iba a ser fácil. Gradualmente, a medida que avanzaba el otoño, consiguieron
llamarse una vez cada semana o cada quince días. Cada conversación resultaba
más incómoda que la anterior hasta que, por fin. Los dos se dieron cuenta de
que lo suyo podría no funcionar nunca.
Aunque no había hablado con Miley desde hacía más de dos meses, Nick
había seguido sus progresos en su página web. El libro había llegado a las
listas de los más vendidos en Septiembre y la gira de promoción de Miley se
había alargado un poco más cuando su libro se publicó en Inglaterra.
En aquel momento, cuando por fin iban a estar en la misma ciudad durante
unas cuantas noches, Nick decidió que lo más adecuado sería invitarla a cenar.
Había llegado el momento de hablar de lo suyo de una vez por todas. Él no podía
dejar que se distanciaran de ese modo. La situación le creaba demasiadas dudas.
Necesitaba respuestas y planeaba conseguirlas.
Sabía lo que él sentía. No pasaba ni una sola noche en la que no pensara
en Miley antes de quedarse dormido. Por las mañanas, se despertaba
preguntándose lo que ella tendría planeado para ese día. No había estado con
ninguna otra mujer desde Miley. De hecho, ni siquiera había pensado en otra
mujer, ni sexual ni de cualquier otro modo. Miley era la única a la que
deseaba.
Abrió la puerta de la librería y entró. Había un pequeño grupo de
personas reunidas en la parte trasera de la tienda, pero él decidió evaluar la
situación primero. Se dirigió a un pasillo lateral y se puso a examinar los
libros distraídamente. Encontró un buen punto de observación cerca de una
pequeña zona de lectura. Agarró rápidamente un libro y tomó asiento.
Se colocó el volumen delante del rostro y se asomó por la parte superior. Un instante después, vio a Miley. Estaba sentada
detrás de una mesa llena de ejemplares de su libro con un bolígrafo en la mano.
Charlaba amigablemente con cada persona que le entregaba una copia.
Sonreía amablemente y firmaba. Dios… No recordaba lo hermosa que era… ni lo que
esa belleza podía provocar en él. Sintió que el deseo se apoderaba de él. No
quería volverse a marchar sin saber qué terreno pisaba con ella. Sin embargo,
no quería que todo terminara allí, en aquella librería.
Se armó de valor al ver que la fila iba disminuyendo. La atención de Miley
se centraba en la persona que tenía frente a ella en aquel momento, por lo que
no lo vio. Cuando Nick llegó por fin a la mesa, ella agarró un libro y lo abrió
sin ni siquiera mirarlo.
—Dedícaselo al esclavo —dijo—. En realidad, mejor al ayudante de
esclavo.
aaaaaaaaaaaahh!! esta super genial... x fin c encontraron... y q sorpresa para Miley... :D
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