Su asistente
se movió levemente en su asiento. La observó entornando los ojos. De nuevo la
misma sensación, leve y escurridiza pero insistente, que le rondaba desde que
ella había entrado en su despacho, con su inmaculado traje de chaqueta, hacía
dos meses.
Le asaltó una
incómoda sospecha: ¿tenía esa sensación algo que ver con la aniquilación de su
deseo por Samantha Barks? La voz desquiciada de ella todavía vibraba en el
aire, pero en aquel momento le costaba recordar su rostro.
Rechazó la
idea por absurda. Miley Cyrus, su relativamente nueva secretaria, era lo más
opuesto al tipo de amantes que él solía tener. Pero casi contra su voluntad su
mirada descendió de aquel cabello castaño a las rodillas juntas y las piernas
castamente recogidas bajo la silla.
Su desdén
desapareció un momento mientras contemplaba aquellos voluptuosos muslos
aprisionados en una falda de tubo demasiado ajustada. Su irritación aumentó.
Tendría que pedirle a la jefa de Recursos Humanos que le explicara el código de
vestimenta que él esperaba de su asistente. Con todo, su ojo experto no había
ignorado la cintura sorprendentemente estrecha, adornada con un cinturón. Eso
le conmocionó, pero apeló a su autocontrol.
Ella era
grande... toda ella. Sus ojos se posaron en los generosos senos bajo la camisa
de seda. A pesar de todo, parecía firme y suculenta como un melocotón. En
cuanto a su rostro... nunca se había detenido en él al considerarla tan sólo
una empleada, pero en aquel momento, para su desesperación, quiso observarla
detenidamente, recrearse en la grácil curva de su mejilla.
Sintió que se
le disparaban las hormonas. Para apaciguarlas, se recordó que ella llevaba
gafas, pero no funcionó. Su libido parecía decidida a confundirlo.
¿Qué demonios
había desencadenado esa reacción, cuando ella llevaba dos años trabajando en su
empresa y, las pocas veces que se habían cruzado, ella nunca había tenido
ningún efecto sobre él?
Excepto que
aquélla no era la primera vez: recordó con incomodidad una mañana en la que había
usado el ascensor de los empleados en lugar del suyo privado, que se hallaba en
reparación. Estaban cerrándose las puertas cuando algunos rezagados habían
entrado con tal ímpetu que, por un segundo, él había sentido cada curva de un
cuerpo femenino muy voluptuoso apretado contra el suyo. El cuerpo de Miley.
El recuerdo
le hizo arder por dentro. Ella le había parecido sacada de un cuadro de Rubens.
Y al verla en la entrevista para el puesto de asistente, él había recordado
aquel instante vívidamente. Y sólo había podido pensar en la sensación de
tenerla apretada contra él.
Sobre todo,
comparada con las esqueléticas Samantha Barks con las que él solía
relacionarse.
Ella no había
dado muestras de recordar el episodio del ascensor y él no pensaba admitir esa
mella en su legendario autocontrol. Pero al verla sentada frente a él entonces,
con sus carnosos muslos confinados en aquella falda demasiado estrecha, sintió
que su cuerpo respondía con una fuerza casi incontrolable.
El objeto de
su poco habitual deseo lo miró extrañada, claramente preguntándose por qué no
decía nada. Una rabia irracional le invadió. Él no solía quedarse sin habla. Y
entonces advirtió que ella tenía unos ojos de un gris casi azulado, enmarcado
por largas pestañas. La vio abrir la boca para decir algo y, en contra de su
voluntad, movió su mirada y descubrió que ella tenía una sonrisa deslumbrante.
Algo inocente e increíblemente erótico al mismo tiempo.
De pronto, se
imaginó aquellos labios alrededor de una parte de su anatomía, aquellos ojos
almendrados mirándole mientras... La lujuria explotó en su cerebro, tiñéndolo
todo de rojo.
me encantoooo !!!!
ResponderEliminarjaja me dio risa
bueno espero el otro bye besos ;)
me encanto.... increible.... sube pronto plis.......
ResponderEliminarbesitos
=)
OH X DIOS!!! JE NO LO PUEDES DEJAR HAY!! ESTA MUY LINDA LA NOVE! JEJEJE UN BESO GRANDE TE QUIERO MUCHO SIS DL ALMA.. :D
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