Eres el
hombre más frío que he conocido. Si tienes corazón, es de piedra. Eres cruel y
despreciable. ¡Te odio!
La estridente
voz de la mujer atravesó la puerta maciza de roble con facilidad.
Hubo un
silencio y a continuación el rumor de una voz masculina cortante. Miley podía
imaginarse la mirada glacial que seguramente acompañaría a esas palabras. La
mujer farfulló algo indignada y elevó la voz de nuevo. Miley suspiró. Era la
primera vez que asistía a una de esas escenas, confirmación de los rumores que
llevaba dos años oyendo.
La voz
femenina atrajo su atención de nuevo.
– ¡No creas
que, después de tratarme así, podrás acostarte conmigo de nuevo!
Ella esbozó
una sonrisa cínica: en cuanto su nuevo jefe enarcara una ceja, tendría a
aquella mujer a sus pies.
De pronto se
abrió la puerta. Miley clavó la mirada en su ordenador y ni se movió,
intentando ser lo más discreta posible. Era una experta en eso: gracias a su
discreción, además de sus impecables credenciales y referencias, había
conseguido aquel empleo.
Se produjo
una aparente calma en mitad de la tormenta. Ella no levantó la vista pero se
imaginó a la mujer, de pie con actitud dramática, en la puerta del ampuloso
despacho. Alta, delgada, rubia y despampanante. Una de las mujeres más
seductoras del mundo. Aunque todo indicaba que no había logrado mantener vivo
el interés del jefe más allá de unas semanas.
–Sobra decir
que no volverás a tener noticias mías –sentenció y cerró la puerta con tal violencia
que Miley hizo una mueca.
A pesar de
que sólo llevaba dos meses trabajando allí, sabía que a su jefe no le gustaría
aquello, detestaba las escenas.
La mujer pasó
por delante de ella sin ni siquiera mirarla y se marchó dejando una estela de
perfume a su paso.
Miley suspiró
aliviada. Entonces oyó un golpe sordo, como de un puño contra una superficie
dura. Contó hasta diez y justo al terminar se abrió la puerta. Elevó la vista y
adoptó una expresión impasible. Su jefe ocupaba todo el quicio de la puerta con
facilidad. Y echaba chispas.
Nick Jonas
era el director ejecutivo de Jonas Enterprises, un exitoso negocio de
importación y exportación a nivel mundial. Alto, de hombros anchos y caderas
estrechas. Su cuerpo musculoso y su piel cetrina aumentaban la potente
virilidad de aquel magnate griego.
Sus
llamativos ojos marrones cafés fulminaron a Miley, como si los diez últimos
minutos hubieran sido culpa suya. Ella contuvo el aliento con el corazón
disparado. Odiaba reaccionar así ante él. Y el hecho de haber pasado dos años
idolatrándole a lo lejos, igual que las demás empleadas de la empresa, no había
ayudado a disminuir el impacto de trabajar tan próxima a él. Le asaltó un
recuerdo y un ardor familiar le invadió. Si hubiera mantenido la distancia, él no
tendría aquel efecto sobre ella. Pero aquel instante en el ascensor hacía casi
un año... Apartó ese recuerdo, no era el momento de pensar en ello.
Sin embargo,
para su vergüenza, reaccionó sin poder evitarlo. Tenía que ver con la manera en
que él acababa de pasarse la mano por su alborotado cabello negro, dejándolo
más despeinado aún; y con su mandíbula tan definida que parecía esculpida. Sus
mejillas y sus carnosos labios suavizaban las aristas, dándole el aspecto de un
maestro de la sensualidad, algo que sin duda era. Aunque en aquel momento su
ceño fruncido empañaba cualquier rasgo más dulce.
–Miley,
entra. Ahora mismo –le ordenó, evidentemente molesto por la reciente escena.
ahhhhhh me encaantho siiis
ResponderEliminarahhhhhhhh ahh que omociion ahhhhh
supeeerespero pronthiinb el proxiimooo
bye babyy y ya no me engañess jejejeje
ATT:TU OSITA CARIÑOSITHAA
nooooo no la deje ahi no seas tan mala plis te lo ruego estoy llorando de la ansiedad y la intriga subi hoy el 2 y mañana uno hot!!!!!!!!!!
ResponderEliminarxq m haces esto eehhh pri ahh quiero otro ya m enamoro tu nove porfaaaaaa t lo suplico d rodilaa ¬¬ bromis o no ? ok ya cuidate bye
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