—No. Aún tenemos que revisar muchas cosas. Simplemente está llamando a su despacho para recoger los mensajes.
— ¿Cómo va?
—Considerando que odio volar, no le estoy poniendo las cosas muy fáciles. Estaba pensando que deberían ponerme uno de esos autobuses para recorrer todo el país en él.
— ¿Cuándo crees que vas a terminar?
—No lo sé. Lo siento. No creía que fuéramos a tardar tanto. Aún no hemos cenado. Luisa dejó algunas cosas en el frigorífico. Tal vez podrías ir al pueblo a comprar algo.
—No hay problema. Puedo esperar. Además, no necesito que me entretengas —susurró. Le rodeó la cintura con el brazo—, aunque me gusta que lo hagas.
— ¿Por qué no te vas a esa fiesta? —Le sugirió ella evitando sus caricias—. Allí habrá personas que conozcas. Diviértete. Yo estaré aquí cuando regreses.
—Esas fiestas jamás son divertidas, Miley. Además, allí no hay nadie a quien yo quiera ver. Lo único que deseo está aquí.
— ¿Pero no es bueno relacionarte con la gente del cine?
Miley parecía decidida a librarse de él. Considerando que aún no tenía otra película, tal vez no sería tan mala idea acudir. No estaba en el punto de su carrera en el que se pudiera permitir rechazar una invitación a una fiesta de Jack Simmons. Cuando estaba con Miley, le resultaba fácil olvidar que tenía una profesión.
—Iré si tú me acompañas.
—No puedo.
—Iremos juntos, cuando hayas terminado. Eh, ir a una fiesta así será un buen entrenamiento para ti. Si eres capaz de entablar conversación con un montón de personas que sólo piensan en sí mismas, podrás hablar con cualquiera. Además, la comida es siempre buena.
Para su sorpresa, Miley comenzó a considerar su sugerencia. Entonces, asintió.
—Está bien. ¿Por qué no vas tú primero? Yo me puedo reunir contigo cuando haya terminado. Llévate el todoterreno.
— ¿Y cómo vas a ir tú?
—Luisa sigue aquí. Haré que me lleve.
Nick extendió las manos y frotó suavemente los brazos de Miley. La miró a los ojos. ¿Por qué estaba haciendo eso? Era casi como si lo estuviera alejando de su lado aposta, como si quisiera devolverlo al mundo que había dejado en Los Ángeles. ¿Se trataría de una prueba para ver si quería pasar la noche con Delta en vez de con ella o simplemente le estaba dando algo que hacer con su tiempo?
— ¿Me prometes que vendrás?
—Te lo prometo.
Nick observó atentamente el rostro de Miley para tratar de comprender sus sentimientos.
—No deseo a esa mujer. Quiero que quede claro si te estás comportando así por eso.
—Lo sé.
—Entonces, ¿a qué viene todo esto, Miley? Sé que te preocupa algo. Puedes ser sincera conmigo.
Miley se dio la vuelta y recorrió el borde de la piscina observando las aguas como si éstas contuvieran la respuesta.
—Me gustas —dijo por fin—. Eso es algo muy peligroso porque me hace desear pasar más tiempo contigo. Sin embargo, cuanto más tiempo estoy contigo, más me gustas.
—Así suele ocurrir habitualmente. ¿Qué tiene eso de malo?
—Cuando nos separemos, voy a echarte mucho de menos.
— ¿Y qué quieres hacer al respecto, Miley? —le preguntó Nick acercándose a ella—. Tal vez deberíamos realizar un plan.
—Tal vez simplemente deberíamos dejarlo estar. Los dos sabemos cómo va a terminar esto. Tú tendrás que irte a grabar y yo estaré en Los Ángeles, y nos daremos cuenta de que ya no es tan bueno como lo era al principio. Jamás será tan bueno como esta semana aquí.
Nick sabía que probablemente ella tenía razón, pero quería creer que, algún día, eso podría cambiar. Quería creer que Miley podría ser la elegida de su corazón, pero, si no lo creía, ¿cómo iba a poder convertirse en realidad?
—Creo que iré a esa fiesta.
Si Miley estaba tan decidida a construir un muro entre ellos, ¿por qué iba él a empeñarse en derribarlo? No necesitaba complicaciones en su vida. Resultaría mucho más fácil aceptar su relación como algo que tendría un principio y un final.
—Bien.
— ¿Sabes cómo llegar allí?
—Estuve en una fiesta benéfica en esa casa hace algunos veranos. Sé dónde está. Luisa me dejará de camino a su casa.
Las palabras no importaban. No esperaba que Miley se presentara en la fiesta. Estaba seguro de que, cuando regresara a la casa por la noche, ella le presentaría alguna excusa para justificar su ausencia. Tal vez incluso encontrara alguna razón para dormir en su propia cama aquella noche. Si ocurría así, Nick empezaría a pensar en marcharse. Sentía que las cosas empezaban a ir mal y no sabía cómo impedirlo.
—Es mejor que regrese a la reunión. Hasta luego.
Nick estaba cansado de evitar hablar de lo que, evidentemente, era un problema. Le agarró la mano y tiró de ella para tomarla entre sus brazos. La besó asegurándose de que ella sabía exactamente lo que sentía. Le moldeó la boca con la suya, ayudándose con los profundos movimientos de la lengua.
Así era como deberían ser siempre las cosas entre ellos. Una atracción tan profunda que ninguno de los dos pudiera negarla.
—Hagas lo que hagas, recuerda esto —murmuró—. Recuerda lo que se siente.
La soltó. Ella lo miraba con los ojos como platos. Entonces, Nick se dio la vuelta y regresó a la casa de la piscina. Le tocaba mover ficha a ella. Si no reaccionaba, al menos Nick sabría qué terreno pisaba. Si lo hacía, aún tendrían una oportunidad.
Miley había estado en casa de Jack Simmons en otra ocasión en compañía de Katy. Aunque su madrina siempre había tratado de conseguir que formara parte de la conversación, ella había preferido permanecer al margen y observar.
Resultaba mucho más fácil ser ella misma cuando no tenía que esforzarse por parecer interesante. Tal vez era lo único que le quedaba de una infancia en la barrera, observando. Al menos tenía mucho material para su novela. Podría ser que lograra encontrar más inspiración en aquella fiesta.
— ¿Qué tal estoy?
—Preciosa —le dijo Luisa—. Yo siempre he pensado que eras muy hermosa, Miley, y siempre me he preguntado también si tú terminarías dándote cuenta tú sola.
Se miró el vestido que llevaba puesto. Se lo había tomado prestado a Katy. Se trataba de un vestido de seda salvaje, sin mangas, de color cobrizo. Lo acompañaba con un grueso collar con pendientes a juego que sabía que le habían costado una pequeña fortuna a Katy en Bloomingdale's. Lo único que llevaba suyo eran las sandalias.
Tragó saliva. ¿Por qué había accedido a ir a aquella fiesta? Nick quería que estuviera presente y, además, quería demostrarle a Delta Groodrem que Nick la había elegido a ella. Además, Jack Simmons era amigo de Katy y tenía que hacerlo por sí misma… y por Destiny St. Hope. Durante los próximos meses tendría que tratar con desconocidos. Si no conseguía relacionarse fuera del ambiente en el que se encontraba cómoda, jamás conseguiría que su libro tuviera un gran éxito. A pesar de todo, no dejaba de sentir una extraña sensación en el estómago, como de náusea.
—Seguro que él ya está de camino a casa, Luisa —dijo—. Llévame de nuevo a casa.
—Bueno, lo mejor es que veas por ti misma si él sigue allí. Yo esperaré fuera diez minutos. Si no sales en ese tiempo, sabré que lo has encontrado.
Miley asintió y trató de controlar los nervios. Cuando por fin llegaron a la casa, agarró con fuerza el bolso que también le había tomado prestado a Katy y bajó del coche. Cuando llegó a la puerta, el guardia de seguridad la hizo detenerse.
— ¿Me enseña la invitación?
—He venido a reunirme con Nick Jonas —dijo ella.
El guardia comprobó la lista.
—Tengo a Nick Jonas, pero no se menciona que venga con acompañante. Lo siento.
Miley frunció el ceño. Delta debía de haberse «olvidado» de añadirla a la lista de invitados. Decidió que no iba a consentir que la tratara de ese modo.
—Katy Perry —comentó con cierta arrogancia. Merecía la pena intentarlo. Katy siempre estaba invitada a todas las fiestas de los Hampton.
—Aquí está —dijo el guardia—. Que disfrute de la fiesta, señorita Perry.
La casa de Jack Simmons era una verdadera mansión, diseñada para que todo el mundo comprendiera lo rico y poderoso que era su propietario. Inmediatamente, un camarero se acercó a Miley y le ofreció una copa de champán. Ella lo aceptó y lo tomó de un trago. Miró a su alrededor y vio rostros familiares por todas partes: estrellas de cine, músicos y celebridades de índole diversa se mezclaban con facilidad con los nuevos ricos de la Gran Manzana.
Se dirigió a una de las mesas del bufé, tomó un canapé y se lo metió en la boca. Entonces, se dirigió hacia un lugar cerca de la chimenea en el que podía tomarse su champán y recorrer la sala en busca de Nick.
—Mi estilista no dejaba de hablar de ello. Me dijo que tenía que leer ese libro. Me lo compré ayer cuando fui a la ciudad. Ni os podéis imaginar lo liberador que me resultó.
Miley no quería escuchar conversaciones ajenas, pero las tres damas que había a su lado estaban hablando tan alto, que resultaba imposible no oír lo que decían.
— ¿Funciona?
OMJ!
ResponderEliminarpork lo dejaste ahi?? ¬¬
jeje espero el siguiente pliiiiis!
no nos dejes ahiii!!!???
y en la de Amantes de Ocasion ¬¬ mala!
en serio k esa si fue una maldad pura
dejarnos en semejante situacion jajaja!
k dramatika yop! :P
espero en serio el cap
y sorry por no haber comentado esk
no he estado muuuy ocupada :S
kuidathe!
TKM :D
sisss ahh me encaantho el capii ahh gen ealll como siempre no tardes ttantho en subiir al siguienthe
ResponderEliminarATT: TU OSITHA CARIIÑOSIITHAAA
holiisss!! como dije sigueeelaaa.... esta genial... :D un besoo
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