lunes, 18 de julio de 2011

"Torridas Fantasías" Cap 28





Oyó que su teléfono móvil comenzaba a sonar. Lo sacó del bolso. Era Nick. Miley frunció el ceño y abrió el teléfono.
— ¿Qué quieres?
—Sólo estaba asegurándome de que esto funciona. Te echo de menos.
—Pero si sólo llevamos separados menos de un minuto. Además, si me pongo en la puerta de la cocina, seguramente podré verte.
—Ya lo sé, pero es que el tiempo pasa muy lentamente cuando no estás a mi lado.
—Pues entonces, haz lo que tengas que hacer y regresa aquí para comer conmigo.
—Me estoy desnudando. ¿Qué llevas tú puesto?
—Ropa. Pero si acabas de verme. Llevo puesto un vestido azul.
—No. No se hace así. Se supone que tienes que decirme que estás desnuda o que llevas puesto algo realmente sexy.
— ¿Sí?
—Sí. Dado que vamos a estar separados un tiempo, creo que deberíamos practicar el sexo telefónico.
— ¿Y por qué vamos a hacer algo así cuando aún estamos en la misma casa?
—Porque si no sale bien, puedo ir a tu dormitorio para que podamos tener relaciones sexuales de verdad.
Miley se echó a reír.
—No estoy segura de poder hacerlo.
—Claro que puedes. Primero, tienes que subir a tu dormitorio y quitarte toda la ropa. Y, mientras lo haces, tienes que ir contándomelo.
— ¡No!
—Vamos, Miley. Será divertido, te lo prometo. ¿Qué vas a hacer tú sola en esas habitaciones de hotel de Florida y Texas? No quiero que tengas relaciones sexuales con nadie más. Por lo tanto, tendrá que ser el teléfono o nada.
— ¿Has oído hablar alguna vez de la masturbación?
—Sí, pero es mucho más divertido si disfruto yo contigo desde el otro lado de la línea telefónica mientras tú me dices palabras sucias.
Miley se sentó en un taburete de la cocina y abrió una botella de ginger ale.
—Está bien —murmuró—. En estos momentos voy a mi dormitorio. Me estoy desabrochando el vestido.
— ¿Qué llevas puesto debajo?
—Nada. Esta mañana no me puse ropa interior. No creí que fuera a necesitarla.
—Ojalá me lo hubieras dicho cuando estaba en la cocina…
— ¿Y tú? ¿Qué llevas puesto?
—Nada. Estoy tumbado en la cama, completamente desnudo. Y estoy pensando en esta mañana, cuando estabas en esta cama conmigo. Estoy pensando en lo que hicimos juntos…
Miley sonrió al recordar el modo en el que habían hecho el amor.
— ¿Recuerdas cómo te toqué? —le preguntó ella—. ¿Por qué no te tocas del mismo modo y me dices cómo te sientes?
Se mordió el labio inferior para no soltar la carcajada. Aunque resultaba un poco raro hablar de esa manera, Miley comprendía que podría ayudar a la gente a aliviar el estrés. No obstante, jamás podría sustituir al sexo de verdad.
—Muy bien. Ya lo estoy haciendo. Dime qué estás haciendo tú.
Miley tomó un poco de ensalada de patata.
—Estoy tumbada en la cama, tocándome —susurró—. Oh, qué gusto…
—Sigue hablando —dijo él con voz profunda—. Dime lo que me harías si estuviéramos juntos.
Miley sintió que empezaba a calentarse. Aunque hablar de aquel modo resultaba un poco ridículo, resultaba también muy liberador. Muy propio de Destiny St. hope.
—Comenzaría a besarte. Al principio serían besos cortos, rápidos. A lo largo del cuello, por el torso. Alcanzaría el sendero que conduce hasta el ombligo y luego seguiría bajando…
— ¿Adónde?
—Ya sabes dónde. Te besaría ahí. Te recorrería por todas partes con la lengua. Cuando ya no lo pudieras soportar más, yo…
— ¡Eres una mentirosa!
Miley se dio la vuelta y vio que Nick estaba junto a la puerta, con una sonrisa en los labios y el teléfono junto a la oreja. Se había puesto unos pantalones cortos, y resultaba evidente por el abultamiento que tenía que la conversación estaba funcionando. Estaba excitado.
— ¡Y tú también! —exclamó ella bajándose del taburete.
—Se suponía que estabas desnuda.
—Y tú.
Se miraron el uno al otro durante un instante. Entonces, él se encogió de hombros y se bajó los pantalones dejando al descubierto su excitación. Miley agarró la falda del vestido y se lo sacó por la cabeza.
— ¿Estás contento ahora?
—Mucho…
—Luisa está a punto de volver. Ha ido a comprar unas cosas…
—Tal vez podrías darle la tarde libre.
Miley atravesó la cocina y se colocó delante de él. Miró la potente erección Nick y sonrió.
— ¿Me has echado de menos?
Con un profundo gruñido, él la agarró por la cintura y la levantó del suelo. La llevó a la piscina. Al ver sus intenciones, Miley trató de soltarse de sus brazos.
—No. No quiero mojarme.
Nick no escuchó. La llevó al lado más profundo de la piscina y saltó con ella en brazos. El agua estaba fría. Miley contuvo la respiración antes de que los dos se hundieran en la superficie.
Ella echaría de menos el romance y el sexo, pero estar con Nick era también muy divertido. Miley estaba segura de que echaría de menos muchas cosas sobre él, pero, sin duda, ésa sería la que más añoraría.
Miley observó el perfil de Nick, delineado por la luz de la luna que entraba a raudales por las puertas de cristal de su dormitorio. Acababan de hacer el amor y yacían en medio de prendas de ropa y sábanas revueltas.
Cada vez que hacían el amor era una revelación. Miley descubría nuevas facetas de su deseo, nuevas formas de agradarlo y nuevas sensaciones que le recorrían el cuerpo provocadas por las caricias de Nick. Se preguntó cuánto tiempo podrían seguir así, sin que se entrometiera el mundo exterior.
Cerró los ojos y se los imaginó a ambos en una isla tropical, sin nada que hacer en todo el día más que disfrutar el uno del otro. Nadaban y se tumbaban al sol, dormían y hacían el amor. Eso era lo que había supuesto para ella aquella semana: una isla desierta. Unas vacaciones de fantasía.
Miró el reloj que tenía sobre la mesilla de noche. Eran las dos de la mañana. Un coche iba a recoger a Nick al cabo de tres horas para llevarlo al aeropuerto. Ella se había ofrecido a llevarlo a la ciudad, pero Nick había insistido en pedir un taxi.
La verdad era que Miley se alegraba de ello. Sabía que sería muy difícil decir adiós. No quería hacerlo en la terminal del aeropuerto, rodeados de gente. Así sería mucho mejor. Sin embargo, hasta entonces no quería cerrar los ojos.
Aunque había evitado el hecho de enfrentarse a sus sentimientos, sabía que se había enamorado de Nick. No era el mismo sentimiento que había albergado hacia él desde que lo vio por primera vez. El verdadero Nick era mucho mejor que el hombre que ella había imaginado.
Era como si ya tuvieran un pasado. Nick parecía leer sus sentimientos y comprender sus estados de ánimo para responder exactamente del modo que ella esperaba, con una palabra, una mirada o una caricia. Así, todas sus inseguridades desaparecían inmediatamente.
¿Cómo había ocurrido todo aquello? Ella se había esforzado mucho por mantener las distancias. Conocía los riesgos de enamorarse. Sin embargo, él había poseído su cuerpo y le había secuestrado el alma. Nada de lo que pudiera decirse haría que le resultara más fácil despedirse de él.
Extendió la mano para acariciarlo. Estaba dispuesta a despertarlo y a suplicarle que se quedara. Mantuvo los dedos alejados de la piel de Nick. Sentía el calor de su cuerpo. Tal vez la separación fuera buena para ellos. Pondría a prueba la profundidad de sus sentimientos. Además, si tenía una relación con Nick, se vería obligada a soportar largas ausencias. Tal vez lo mejor era ver cómo las sobrellevaba antes de confesarle su amor.
¿Por qué resultaba tan duro decir esas palabras? ¿Sería porque en realidad jamás habían significado nada para ella? Su madre siempre había dicho a todo el mundo que le quería. ¿Cómo iba a resultarle sencillo creer cuando, a pesar de todo, a sus padres no les había costado nada abandonarla? Se suponía que ellos la querían y, a pesar de todo, la habían abandonado.
Los ojos se le llenaron de lágrimas. Durante todos los años que llevaba viviendo con Katy, jamás había sido capaz de decirle que la quería. Aunque su madrina sí se lo decía a ella, por lo menos en su caso sabía que las palabras eran sinceras.
—Te amo —susurró—. Te amo, Nick.
Sintió un profundo dolor en su interior. Por primera vez en su vida, Miley conoció el significado de aquel sentimiento. Resultaba fácil decir aquellas palabras cuando no las oía nadie. Sería mucho más difícil mirar a Nick a los ojos y decirle lo que sentía sabiendo que su amor no era correspondido.


2 comentarios:

  1. Ainss que lindo!!! sube pronto!!! Esta parte me encanta:
    — ¡Eres una mentirosa!
    Miley se dio la vuelta y vio que Nick estaba junto a la puerta, con una sonrisa en los labios y el teléfono junto a la oreja. Se había puesto unos pantalones cortos, y resultaba evidente por el abultamiento que tenía que la conversación estaba funcionando. Estaba excitado.
    — ¡Y tú también! —exclamó ella bajándose del taburete.
    —Se suponía que estabas desnuda.

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