Miley levantó la cabeza y se encontró con sus oscuros y hechiceros ojos.
—Siempre lo hago.
—¿Dormiste bien?
—Como una piedra. Gracias por el orgasmo.
—Fue mi placer.
Miley sonrío a duras penas.
—No, creo que fue sólo mío. Lamento eso.
Nick sonrió ampliamente en respuesta y a gatas salieron de la tienda de campaña, Miley se dirigió directamente al cuarto de baño. Notó después de haber usado las instalaciones que sólo tenía la ropa que llevaba encima. Ni siquiera tenía un cepillo de dientes o un peine para arrastrar por su pelo. Se aclaró la boca con agua, luego alzó la vista y se vio en el espejo sucio, haciendo una mueca ante los remanentes del maquillaje que se había aplicado ayer. Necesariamente tendrían que detenerse hoy para comprar lo imprescindible. Esperaba que Nick estuviera dispuesto a eso. ¿Y dónde demonios escondía el vial y su móvil? Tenía que encontrarlos.
Ya estaba desarmando la tienda cuando ella regresó.
—Nick, necesitaré algunas cosas.
—Eso ya está cubierto —dijo él sin voltearse—. Me imaginé que necesitarías algunas cosas de chicas y tengo que conseguir un nuevo asiento para la moto. No puedes seguir montando en ese diminuto asiento de atrás. No con el kilometraje que debemos recorrer en los siguientes días.
¿Cosas de chicas? Ella se rió de eso. ¿Un nuevo asiento? ¿Kilometraje?
—Así que, ¿cuán lejos iremos?
—No puedo decirtelo. —Guardó la tienda plegada en el bolso y se puso de pie, enfrentándola—. Pasearemos de aquí a allá. Disfrutarás del panorama.
Ella puso los ojos en blanco cuando lo siguió hacia la moto. Panorama. Genial. Eso revelaba mucho.
Después de empacar, Nick le tiró su chaqueta e hizo que se la pusiera.
—¿No deberías tenerla tú? Estarás al frente.
—Estaré bien hasta que te consigamos una chaqueta. —Se sentó a horcajadas sobre la moto y la miró—. Vamos. Tenemos mucho que hacer hoy.
Con un suspiro de resignación, subió a la Harley y envolvió los brazos alrededor de él, manteniendo su sujeción mientras él salía raudo del campamento. La primera parada fue en un pequeño establecimiento familiar donde tomaron una taza de café, concentrado y fuerte y sabía maravilloso. Los bollos estaban un poco secos, pero después de no haber cenado la noche anterior eran el cielo en la tierra. Después estuvieron de vuelta en la moto.
Se le ocurrió mientras atravesaban la brisa fría de la mañana que aparte de montar en moto un bloque aquí y allá, realmente nunca había estado en una motocicleta antes del viaje lleno de adrenalina de anoche con Nick. El instinto había bramado a la vida y había hecho que brincara sobre la Harley como si supiera lo que hacía.
A plena luz del día, notó mientras Nick pasaba a toda velocidad por las curvas cerradas, que era una experiencia algo aterradora.
El asiento de pasajeros, o como se llamara, era mínimo en el mejor de los casos y apenas le permitía un punto de apoyo para ambas nalgas. No había ningún respaldo por si se deslizara hacia atrás, obligándola a inclinarse hacia adelante y aferrarse a Nick como si se le fuera la vida en ello.
Era gracioso como no había notado ninguna de esas cosas la noche anterior. Esos pensamientos nunca se le habían cruzado por la mente ya que las balas habían zumbado en ese momento. Ahora que estaba segura y prestando la atención debida, todas las ordalías de montar en moto eran algo espeluznantes y para nada parecidas a sus fantasías de saltar sobre el asiento de la moto de un chico malo, con el viento haciéndole volar el cabello mientras el motor rugía y recorrían veloces la carretera.
Bien, en ese instante estaba definitivamente en el asiento de la moto de un chico malo. Sus fantasías siempre se habían centrado alrededor de Nick y su Harley. Y ahora montaba en moto con él, viviendo su sueño.
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