Él había esperado que se apartara, no que fuera un ataque en toda regla ¿Y ahora qué? Desnudarse en esta carpa diminuta era inadmisible. ¿Y follarla? Esa no era una buena idea por muchísimas razones. Pero se lo debía a Miley. Vaya que se lo debía. Y podría ayudarla a dormir. Estaba tensa por todo lo que se había venido abajo esta noche. Podía sentirlo en cada músculo de su cuerpo. Así como en el suyo, pero en ese momento no pensaba en él… sólo pensaba en Miley y en cómo se sentía sobre él, deslizando su coño protegido por los vaqueros contra su pene, deseando lo que Nick desesperadamente ansiaba darle.
Pero no de esta forma y no esta noche.
—Eso es, nena —susurró él contra su oreja—. Monta mi polla. ¿Se siente bien en tu clítoris?
—Mmm-hmmm —masculló ella, sepultando el rostro en su cuello. Se aferró mortalmente en su camiseta mientras se inclinaba hacia adelante.
Necesitaba mayor contacto. Nick extendió una mano entre ellos, encontrando el botón de sus vaqueros. Con un rápido movimiento de sus dedos lo desabotonó y le bajó la cremallera. Hey, él era un ladrón. Era bueno en entrar a lugares prohibidos. O en conseguir las cosas. Con un duro tirón, hizo que los vaqueros de Miley bajaran por sus caderas y luego maniobrar bajo ella para arrastrarlos por sus muslos.
Coño, lamentó no estar desnudo para poder sentir la sedosa suavidad de su piel contra la de él. Pero así tendría que ser.
—Ahora frótate contra mi polla. Hazte correr.
Ella alzó la mirada buscándolo curiosa.
—No quieres que…
Él sonrió plenamente y le retiró el cabello detrás de las orejas.
—Más que la vida, nena. Pero este no es el momento o el lugar y no hay espacio en esta carpita para una sesión traviesa de sexo. Además, quiero disfrutar de ti. Sólo deseo oírte, sentir que te corres. Hazlo ahora.
Los ojos femeninos… eran tan vívidos. Podría desearlo, pero no estaba segura de confiar en él. Le pedía demasiado, exponiéndola de esa forma y Nick lo sabía. Otra vez, Miley era quien tomaba todos los riesgos. Pero también era quien cosecharía todas las recompensas. Ella necesitaba esto. Sus músculos se sentían rígidos por la tensión, debía relajarse.
—Córrete para mí, Miley —susurró—. Déjame hacer esto para ti.
Miley permaneció en su lugar, apoyando las manos a ambos lados de él, para luego adelantarse, rozando su coño contra la tela de sus vaqueros. Contra la dura roca de su polla, la cual pulsaba en respuesta y protesta.
Si, sufriría tanto como quisiera, pero no había forma en que la hiciera rodar bajo él y la follara. No esa noche y no así. Tenían una larga historia y había demasiada confusión mental, que no estaba preparado para analizar. Además, fue el puro cielo ver la respuesta en sus ojos, la forma en que separó los labios y jadeó cuando su clítoris encontró lo que necesitaba, frotándose contra su pene.
— ¿A qué se siente bien? —Preguntó.
—Ah. Ah, sí —susurró ella, su voz estaba llena de broncos y suaves tonos que hicieron estragos en sus pelotas.
Al menos no tenía que preocuparse más por el frío. El calor hizo que su polla creciera en proporciones dolorosas, la dulce quemadura de su cuerpo al ondularse contra él lo inflamaba. Si, estaba más que caliente ahora. Miley era fuego y Nick se sumergía en este.
Él alzó las caderas para darle un mejor acceso y ella respondió gimiendo.
— Nick.
Que su nombre saliera de sus labios le hizo estremecer. La agarró por las caderas, ayudándola a deslizarse a lo largo de su polla. Sus bragas estaban empapadas, la humedad de su coño se filtraba hasta los vaqueros de Nick. La urgencia de penetrarla con los dedos, de sentir sus tensos músculos estrechando su dedo, fue sobrecogedora en su mente. Deseaba follar su coño y llevarla al orgasmo, sentirla retorcerse alrededor de él y gritar en su oído mientras su nata caliente manaba sobre su pene.
¿Y por qué, exactamente, no estaba haciendo justamente eso? ¿A causa de algún sentido desfasado de caballerosidad? ¿Cuándo había desarrollado esa afición en particular? Mierda, vaya momento para volverse honorable.
Sobre todo cuando la respiración de Miley se volvió más aguda, sus movimientos más rápidos mientras se deslizaban con implacable determinación contra su polla henchida.
— Nick, necesito correrme.
—Lo sé. — Nick hundió los dedos en sus caderas y la atrajo hacia él con fuerza. Su mirada estaba concentrada en el rostro femenino, en cómo sus dientes mordisqueaban el labio inferior. Los sonidos de su respiración desigual se entremezclaron con los gemidos diminutos que se escaparon cuando ella se acercó al clímax.
—Sí, tan cerca.
Ella jadeaba ahora y él rechinaba los dientes. Joder, lo estaba volviendo loco al moverse contra su pene de esa forma. Sus pelotas se endurecieron contra su cuerpo, malditamente cerca de explotar por el placer dulce de su coño caliente sobre él. Su control era casi inexistente pero se aferró a él, concentrándose en su rostro cuando ella echó la cabeza hacia atrás, gritando al lograr la liberación y estremeciéndose contra él.
Nick sólo pudo imaginar el dulce alivio que Miley debió sentir cuando su orgasmo la embargó, dejándola temblorosa, jadeante mientras caía encima de él y posaba la cabeza en su hombro.
La abrazó y permitió que se recuperara.
Él mantuvo los ojos cerrados, el recuerdo de Miley llegando a la cima sobre él era condenadamente dulce.
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