domingo, 29 de enero de 2012

"The Wild Walk" Cap 59


Rick entró en la habitación con los guardas de seguridad.
—¡Grange, necesitamos control de daños aquí y ahora! —Gritó Nick.
Pero Grange obviamente ya era consciente de eso, porque el resto de los Moteros llegaron en unos segundos.
—Ve con Miley —dijo Grange a Nick
Esa era toda la autorización que necesitaba. Asintió y corrió hacia Miley. Sus ojos permanecían cerrados.
—¿Miley, puedes oírme?
Él comprobó su pulso, que era algo rápido pero al menos su corazón latía. Su hombro sangraba profusamente. Él rasgó la blanca bata de laboratorio y presionó la tela dentro de su blusa, justo sobre la herida.
—¿Necesitas ayuda? —Preguntó Spencer.
—Tengo que sacarla de aquí.
Spencer asintió.
—Vamos. Yo manejaré.
—No puedes llevarla a un hospital. Tendré personal médico esperando en el cuartel general. —Grange ya tomaba su teléfono móvil.
Nick asintió y con cuidado levantó a Miley en sus brazos. No le importaba a donde fueran mientras alguien pudiera ayudarla cuando llegaran allí.
 —No te muevas.
Miley sacó las piernas por el costado de la cama y las dejó colgando allí. Eso era hasta donde Nick iba a dejarla llegar. Su mirada amotinada se encontró con la de él igualmente decidida.
—Nick, estoy bien. De veras. Si no consigo salir de esta cama y bajar las escaleras, voy a gritar. Y si grito, arrancaré estos puntos de sutura. Tú no quieres eso, ¿verdad?
Nick pensó que Miley era el peor de los pacientes, que había visto en toda su vida. Se despertó cuando él llegó al coche, devolvió al lado de su Pontiac, se rió acerca de ello, se disculpó por vomitar sobre la pintura nueva y a continuación procedió a quejarse todo el camino de regreso a la casa sobre tener que abandonar a Delor antes de que todo lo bueno sucediera.
Fiel a su palabra, Grange tenía un médico y una enfermera esperando en la casa a que ellos llegaran. La bala alojada justo al borde del músculo superior del hombro de Miley, había salido fácilmente y sólo requirió unas pocas puntadas. El doctor dijo que se había desmayado porque se golpeó la cabeza contra la pared cuando el impulso del proyectil se estrelló contra ella y probablemente tuvo una conmoción cerebral leve. Luego dio indicaciones a Nick de observarla durante las próximas veinticuatro horas.
Le dio una inyección de antibióticos y alguna medicación para el dolor que podría necesitar y le dijo que descansara unos pocos días. Aparte de eso, indicó que ella debería estar bien. Miley había dormido un par de horas, pero se despertó tan pronto cómo los hombres empezaron a entrar en fila.
—Tú te quedas aquí. Obtendré los detalles y te contaré todo más tarde.
—Y una mierda. Voy abajo.
—Eres la mujer más terca que he conocido nunca.
Ella le sonrió.
—Y me amas por ello.
Él puso los ojos en blanco.
—No, te quiero a pesar de ello.
—Voy a bajar, Nick. Con o sin tu ayuda. Pero honestamente, sigo estando un poco aturdida por los golpes, así que podría utilizar tu ayuda.
Obviamente, no iba a ganar esta partida. Con un suspiro renuente, la levantó en brazos. La había aseado después de que el doctor saliera. Le había puesto unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas, lo que significaba que sentía la piel suave de sus muslos contra los brazos mientras la llevaba escaleras abajo.
Aunque no era un buen momento para pensar en cosas sexuales. Pasaría un rato antes de que Miley estuviese lista para el sexo. Pero estaba tan malditamente aliviado de que estuviese bien que quería saltar sobre ella ahora mismo.
Era un pervertido.
—Hey, ¿cómo está la paciente? —Preguntó AJ cuando la puerta del ascensor se abrió y ellos dieron un paso dentro de la sala de estar.
Estaban todos reunidos, justo a punto de tomar asiento.
—Estoy bien. Sólo unas pocas puntadas.
—Eres dura —dijo Spencer mientras Nick la sentaba en el sillón reclinable—. No una mariquita, conoces lo tuyo y soportas una bala como un tío.
—Oh, bien. Lo mismo que un hombre —dijo ella, riéndose—. Excepto por la parte del desmayo y el vómito.
Spencer se encogió de hombros.
—Sí, bien, eso no se puede evitar. Creo que serías una estupenda incorporación a los Moteros Salvajes.
Nick lo fulminó con una mirada de advertencia.
—Ni siquiera pienses en ello.
Cuando él se colocó a un lado de su silla, Miley le agarró la mano y le dio un suave apretón.
—No estés tan seguro de ello —dijo—. Y gracias, Spencer.
Paxton le trajo una taza de café.
—Oooh, gracias. Esto es justo lo que necesitaba.
Miley bebió un sorbo y sonrió a todos los hombres que la miraban con adoración. Ajá. Todos estaban mucho más cómodos alrededor de Miley, haciéndola sentir como que era parte de la banda.
No lo era. No lo podía permitir.
Necesitaban tener una charla. Verla caída en el suelo tras recibir un disparo reafirmó que ella no tenía nada que hacer en esta ocupación. Sí, Miley era una ex policía y una detective privada, pero no se había alistado para hacer esto. Casi la había perdido. Cualquier cosa podría haber sucedido y se había arrojado delante de él sin pensar en su propia seguridad. Era muy, muy audaz. No comprendía los riesgos.
Y no podría cumplir con su trabajo si tenía que preocuparse por Miley.
—Así que cuéntenme todo —dijo, levantando las piernas en la silla y doblándolas hacia atrás, sosteniendo la taza entre las manos—. Estoy enojada porque no estuve allí para rematar las cosas.
—Bueno, estabas algo así como ocupada sangrando y desmayándote —dijo Rick con una media sonrisa.
—Y recibiendo una bala por tu hombre —dijo AJ—. ¡Qué dulce!
—Cállate —dijo ella con una sonrisa—. Estaba protegiendo la cámara de video.
—No —dijo Spencer—, simplemente no querías que el niño bonito aquí se lastimara.
—Oye. —Mac empujó a Spencer, a veces se preguntaba si él todavía estaba en la escuela secundaria—. Puedo cuidarme solo. No necesito la ayuda de Miley.
—De nada —dijo Miley con el ceño fruncido.
—Eso no es lo que quise decir.
—Lo que sea. —Apartó la mirada de Nick y la dirigió a los demás—. Pónganme al tanto.
—Después que Nick te sacó, metimos a los guardias de seguridad en la sala de conferencias —comentó Rick.
—Aunque los tíos de seguridad no estaban implicados en esto, no podíamos permitir que contactaran con la policía —agregó Grange—. Así que tuvimos que atarlos en la sala de conferencias, junto con Delor y Richardson. Dejamos la cinta de video sobre la mesa, nos comunicamos con las autoridades, limpiamos cualquier evidencia y a continuación nos fuimos.
Miley asintió con la cabeza.
—Porque los Moteros Salvajes pasan desapercibidos, vosotros no podíais permitiros el lujo de estar allí cuando las autoridades llegasen o de veros directamente involucrados como testigos.
—Exactamente. Pero dejamos el video con la confesión de Delor como evidencia y el virus real y notificamos tanto a la policía local como al FBI. El virus será recuperado, Delor y Richardson están hundidos en mierda.
—¿Belanfield? —Preguntó ella.
—Muerto —contestó Díaz.
—Bien. Él era malas noticias, realizando acciones sucias para una gran cantidad de empresas durante mucho tiempo. Nunca confié en el hombre.
—Además del hecho de que él te disparó. Habríamos tenido que matarlo sólo por eso —dijo Pax.
—Ayyyy, qué dulce. —Se sintió ruborizar por el díscolo cumplido de Paxton.
—He escuchado de nuestro contacto en el gobierno que el FBI se abalanzó y asumió el control del virus. Debería estar de regreso adonde pertenece en poco tiempo —dijo Grange.
—Gracias a Dios.
Esa había sido la mayor preocupación de Miley en todo este tiempo.
—Y con el video en la mano, no tendremos que preocuparnos de Delor o Richardson. Son historia.
—Entonces, ¿por qué el virus era transportado dentro de la reliquia? —Preguntó Miley—. Nunca pude entenderlo.
—Delor había fabricado el virus en el extranjero —explicó Grange—. No era como que Richardson pudiera enviarlo a través de los canales regulares, así que ellos lo escondieron en la exposición egipcia del museo. Y la exposición estaba fuertemente custodiada así que simplemente su gente no podía recuperar la reliquia cada vez que deseaba.
—¿Iban a intentar robarlo en algún momento?
—Mi suposición es que estaban planeando un cambiazo o un robo directo de la antigüedad una vez que la exposición lograra llegar a Dallas —comentó Grange.

—Ah. Eso tiene sentido —dijo ella—. Directamente bajo las narices de la policía y del gobierno y nadie lo sabría.
—Exactamente. El virus fue guardado cuidadosamente en la reliquia, transportado de una manera segura a los Estados Unidos y de estado en estado y debido a que la exposición del museo era propiedad de otro país, nuestro gobierno no tenía derecho a apoderarse de él.
Miley asintió con la cabeza.
—Asusta pensar lo que podría haber sucedido si el virus hubiese logrado llegar a las manos de Productos Farmacéuticos Delor.
—Pero no lo hizo —le recordó Nick.
—Porque eres un gran ladrón —bromeó ella.
—Eso es lo que hago, nena.
—¿Caso cerrado? —Preguntó Miley.
—Sí —dijo él.
Ella suspiró y se recostó en la silla.
—¿Y ahora qué?



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