Él apagó la luz, así la única iluminación era la luna que se
filtraba por las ventanas.
—Por ser el mismo tipo de gilipollas que tu padre todos estos
años.
Ella se incorporó y encendió la lámpara a su lado. Una luz suave
de color rosado se filtró en la habitación, lanzando un resplandor sobre el
ceño fruncido de Miley.
—¿Qué? No eres en absoluto como mi padre.
—Sí, en realidad, lo soy. Me necesitabas para creer en ti, para
tener fe en las decisiones que tomabas y en lo que querías. No estuve allí para
ti, al igual que él no estuvo allí para ti. Y te aparté creyendo que sabía qué
era lo más conveniente para ti. Estaba tan lleno de mierda como él. Sólo tú
sabías lo que era correcto para ti.
Miley guardó silencio durante varios minutos, la palma de la
mano descansando sobre el pecho de Nick.
—Te amo, Nick.
El corazón de él latió ruidosamente contra su pecho. Jesucristo,
no esperaba eso.
Ella le sonrió.
—Siempre te he amado. Cuando tenía dieciocho años me enamoré de
quien eras, primero porque eras muy diferente de cualquier tío que alguna vez
hubiera conocido. Estaba loca por tu imagen de chico malo, tu naturaleza
independiente, el hecho de que tirabas la cautela al viento y hacías lo que
querías. Yo anhelaba ese tipo de vida porque estaba presa aquí; me habían
organizado la vida y yo quería ser libre. Pero cuando llegué a conocerte, me di
cuenta que eras más que simplemente esa imagen que tenía de ti. Había una
bondad inherente dentro tuyo, un honor y una integridad que no podías esconder,
sin importar lo duro que lo intentaras. Ese es el Nick Jonas del que me
enamoré, el único al que quiero darle mi cuerpo y mi corazón.
Él cerró los ojos. Y había tomado el corazón de Miley y lo había
pisoteado, arrojándoselo de vuelta como si no hubiera significado nada.
Cuando abrió nuevamente los ojos, la miró.
—Miley, necesito que sepas… lo que pasó esa última noche que nos
vimos…
—Lo sé. Hiciste lo que pensabas era lo mejor para mí. No
quisiste arrastrarme contigo. No estabas tratando de dirigirme la vida, Nick.
No eres en absoluto como mi padre.
—Te amaba. —Tan pronto como dijo las palabras, se dio cuenta que
eran ciertas. No estaba sólo disculpándose por la manera en que la había
tratado. Se había descartado porque la amaba, porque estaba asustado hasta la
muerte de que lo siguiera por el negro camino de su vida, de que acabase siendo
desgraciada si se quedaba con él—. No te quise conmigo porque tenía miedo de
hacia dónde estaba yendo y no quise decirte lo que sentía, no quise que fueras
capaz de verlo en mis ojos. Si no te dejaba ir después de hacer el amor
contigo, si no me marchaba después de esa primera noche, nunca te habría dejado
ir.
Las lágrimas corrían por el rostro de ella.
—Gracias. Necesitaba escucharlo.
—No he terminado. —Le limpió una lágrima con el pulgar—. Yo te
amaba en ese entonces y no te lo dije. Te lo estoy diciendo ahora que todavía
lo hago.
Esas palabras eran verdaderas, también. Se había pasado toda la
vida huyendo de ellas, pero nunca había sido capaz de huir lo suficientemente
lejos. Miley siempre había estado en su corazón, nunca había salido. Nunca lo
haría.
—Te amo, Miley.
—Nunca antes has dicho esto a nadie, ¿verdad? —Preguntó ella,
sollozando.
—Nunca antes he amado a nadie. —Estaba en un terreno poco
familiar ahora y se sentía extraño. Bien, pero extraño en serio.
Ella seguía llorando cuando se inclinó y la besó, la sal de sus
lágrimas lo quemó. Dios, ella era dulce. Siempre pensó que era demasiado buena
para él, pero tal vez se había ganado el derecho a amarla… tal vez se merecía
alguien como Miley ahora.
No sabía qué les deparaba el futuro. Su vida había sido siempre
el ahora, sin mañana. Y ahora quería amarla otra vez… realmente amarla.
Metió los dedos en su cabello y profundizó el beso, dejando que
su lengua se deslizara sobre la de ella, moviendo los labios en cámara lenta.
Fue tierno, algo a lo que no estaba acostumbrado, pero le ponía dura la polla
amarla así. Ella gimió contra su boca.
La metió debajo de él, usó las rodillas para separarle las
piernas y la penetró con suavidad. No había prisa esta vez, sólo un hacer el
amor lento mientras entraba y salía de ella, deteniéndose cuando estaba
profundo en su interior para oprimir su clítoris, deseando sentirla correrse
alrededor de él una vez más.
Con la luz encendida pudo observarle los ojos, verlos
ensancharse cuando él acarició un punto que la hizo enloquecer. Su cuerpo y su
cara le dijeron todo cuando se alzó hacia él, tensándose alrededor de su polla
y gimiendo su necesidad.
Él le acunó la mejilla con una mano, envolviendo la otra
alrededor de su culo para atraerla más cerca, besándola mientras sufría
espasmos en torno a él por su propio orgasmo. Bebió sus gritos estremecidos y
se corrió con ella, sorprendido por la ternura y la emoción del momento.
Después, la atrajo a su lado y la abrazó, satisfecho por sostenerla.
Si él pudiera hacerlo a su manera, se aislarían del mundo.
Dejarían todo este caos atrás y escaparían, así sólo serían Nick y Miley, una
pareja. Necesitaban tiempo para conocerse, sin toda esa mierda que los
acechaba.
Pero eso no iba a pasar. El mundo se entrometía a lo grande.
—El tiempo se agota —susurró ella contra él.
Como si no lo supiera.
—Ajá. ¿Qué deseas hacer?
Ella alzó la cabeza para observar al reloj de la mesita de
noche.
—Es muy temprano. Papá aún no se habrá acostado. Y tengo que
meterme en su oficina y registrar su ordenador.
— ¿Quieres esperar hasta que esté dormido?
—No, porque entonces estará arriba y tiene el sueño ligero. Será
más fácil hacerlo mientras este despierto.
Él asintió.
—Bien, eres la jefa. Dime tu plan.
— ¿Por qué no vas abajo y lo distraes?
— ¿Cómo sugieres que lo haga?
Ella se sentó.
—No tendrás que hacer nada, conociendo a mi padre. Dile que
estoy dormida y que has bajado para conseguir algo de beber. Una vez que te tenga
a solas y lejos de mí, sin duda tratará de convencerte para que me abandones.
Probablemente intentará sobornarte o algo igual de repulsivo, pero al menos me
dará bastante tiempo para infiltrarme en su base de datos mientras tú lo
entretienes.
Nick sonrió orgulloso.
—Posees una mente perversa y taimada, Miley Cyrus.
Ella le guiñó.
—Es por eso que me amas.
Saltaron de la cama para lavarse y vestirse.
La adrenalina de Miley zumbaba por sus venas. Se sentía
excitada, no por manipular otra vez el ordenador de su padre. Para ella, esto
era un trabajo. De ninguna forma perjudicaría a su padre al examinar sus
archivos. Su instinto le decía que él no estaba implicado en esto… su padre
podría ser muchas cosas, pero no era un criminal. Sólo era un medio para conseguir
información sobre Belanfield, una parada a lo largo del camino.
Espió desde su cuarto para asegurarse de que su padre no estaba
arriba, mientras Nick bajaba las escaleras. Su plan era espiarlos. Una vez que
estuviera segura que su padre estaba en el primer piso y ocupado con Nick, se
metería en su oficina.
Su puerta estaba abierta apenas una rendija, esperó lo que
pareció una eternidad, aunque tuviera la certeza de que habían pasado algunos
minutos. Nick se aseguró de ser lo bastante ruidoso para alertar a su padre de
que alguien iba a la cocina. Y Miley sabía que su padre nunca se acostaba
temprano, así que debía estar rondando por la casa. Salió de puntillas de su
habitación y se inclinó sobre el pasamanos, echándose hacia atrás cuando vio a
su padre abandonar la biblioteca y tomar el pasillo hacia la cocina. ¡Perfecto!
Ella se deslizó por la escalera y se detuvo en el descansillo.
Pronto, oyó a Nick y a su padre hablando. Bien, bastante bien. Nick lo
mantendría ocupado por un rato. Se apresuró a subir de nuevo y abrió la puerta
de la oficina de su padre. Por suerte, su ordenador estaba encendido.
Ahora el gran momento… ¿habría cambiado su contraseña? Aunque le
había echado una mano cuando estaba en la escuela secundaria, él cambió su
contraseña después de que se fuera a la universidad. Pero cuando había deseado
entrar en su sistema durante sus vacaciones, había probado algunas
combinaciones y había logrado acceder, aunque él nunca se había enterado sobre
ello. Tecleó el código, casi chillando de alegría cuando se le concedió el
acceso. Con el corazón latiendo acelerado, insertó su memoria externa y abrió
la base de datos de contactos de su padre, esta también, poseía una contraseña
de protección, haciéndole más difícil el acceso. Pero su padre no era tan
sofisticado con sus contraseñas, así que intentó varias combinaciones, poniendo
los ojos en blanco cuando ingresó su propia fecha de nacimiento y el programa
se abrió.
¿Realmente, papá,
podrías haberlo hecho más simple? Hizo una nota
mental para algún día enseñarle como guardar sus datos con algo más de cuidado.
Pero en ese momento estaba contenta de que no lo hubiera hecho. Copió los
archivos de la base de datos en la memoria externa, cerró todos los archivos,
se metió en el bolsillo la memoria y salió pitando de la oficina.
Casi fue demasiado fácil.
Tan pronto como cerró la puerta de la oficina de su padre, oyó
discutir en voz alta a Nick y a su padre debido a la cólera. Curiosa, bajó las
escaleras y se dirigió por el pasillo hacia la cocina, deteniéndose en la
entrada.
—Podría hacerte un hombre rico, Canfield.
Eso no fue una sorpresa. Sabía que su padre intentaría sobornar
a Nick. Odiaba que su padre fuera tan predecible. Para él, todo giraba
alrededor del dinero.
—Tengo todo lo que necesito. No quiero su dinero.
—No necesita a Miley.
—Es ahí donde se equivoca. La necesito.
El corazón del Miley se contrajo.
—No tiene nada que ofrecerle. Yo puedo darle a Miley muchísimo
más.
Nick resopló.
—Es tan ciego. Si no hubiera intentando atar a Miley con una
cuerda tan apretada, hacer que encajara en sus nociones preconcebidas de lo que
ella debería ser, entonces quizás no habría perdido a su hija.
Oh, Nick le estaba dando a su padre algunas lecciones, ¿verdad?
Ella cruzó los brazos y sonrió con satisfacción en la oscuridad.
Él nunca se contenía, con ella o con nadie más. Miley amaba que Nick no
permitiera a su padre intimidarlo.
—No sabe nada sobre mi relación con mi hija —dijo desdeñándolo Billy.
—Sé todo lo que necesito saber. La empujó a que saliera
directamente por esa puerta… mierda, a que saliera del estado. Ella corrió tan
lejos como pudo y usted es demasiado orgulloso para admitir los errores que ha
cometido.
—Ella también ha cometido muchos errores y comenzó cuando trabó
amistad con usted.
—No, usted y yo fuimos quienes lo fastidiamos. Dejé que ella
creyera que yo no la quería, que debía hacer lo que usted deseaba para ella. Me
equivoqué. También usted. Si abre los ojos y la acepta por quién y por lo qué
es y le da la libertad de vivir la vida que anhela en vez del plan que ha
diseñado para ella, entonces tal vez Miley le abra su corazón. En cambio,
todavía insiste en saber lo que es mejor para ella. Siga así y la perderá para
siempre.
—No tiene ni idea de lo que está hablando —su padre estuvo a
punto de decir algo más, pero se dio la vuelta y la descubrió.
Miley se limpió de un manotazo las lágrimas, odiándose por
haberlas dejado caer. Su padre nunca, jamás entendería. Ni tampoco cambiaría
alguna vez. Siempre lo había sabido, pero de alguna manera lo había esperado…
—Desearía que por una sola vez escucharas a alguien. Pero nunca
verás un motivo. Nunca cambiarás. Nick, nos marchamos —dijo ella, luego se dio
la vuelta y salió del cuarto.
Nick la alcanzó y la rodeó con el brazo.
—Está hecho —susurró ella—. Salgamos de aquí. No quiero pasar ni
una noche bajo su techo.
Él le dio un apretón en su hombro.
—Lo lograste, nena. Un poco demasiado rosa para mí, de todos
modos.
Miley se rió, agradecida por tener a su lado a Nick.
aaaw bello re tierno nick y me encanto todooooo.besoos
ResponderEliminar