Ignorando su comentario, besó a su padre en la mejilla, luego se
giró hacia Nick.
—¿Seguro que recuerdas a Nick Jonas, no es así, papá?
Las cejas Cyrus se levantaron a la par y luego el ceño fruncido
volvió.
—Ah. Jonas. Sí, de hecho lo recuerdo muy bien.
Por lo visto, no afectuosamente por el aspecto de su rostro.
—Yo también lo recuerdo. La última vez que nos encontramos
estaba arrastrando a su hija fuera de mi garaje. —Eso fue una semana antes de
que Nick tomara la virginidad de Miley, aunque no sería una buena idea contar
esa historia a Billy Cyrus.
— Miley tenía otras cosas que hacer además de desperdiciar su
tiempo en un garaje sucio y grasiento, merodeando en torno a coches rápidos y
motocicletas.
Miley resopló.
—Y mírame ahora, montando el asiento trasero de una Harley.
¿Sólo había sido tan osada por el comentario del anciano,
verdad?
—Bien, pasen —dijo Billy con un suspiro—. ¿Se quedará también, Jonas,
o sólo vino a dejar a Miley?
—Él va donde yo voy, papá.
Miley otra vez aferró la mano de Nick y fulminó con la mirada a
su padre que sólo atinó a saltar rápidamente sobre la alfombrilla de
bienvenida. Realmente Nick tuvo trabajo para contener su risa. Si Miley pensaba
que sus sentimientos podían ser heridos por un esnob como Billy Cyrus, entonces
tenía mucho que aprender sobre él. La gente como Cyrus nunca podría hacerle
daño, porque a él no le importaba lo que ellos pensaran.
El interior de la casa era aún más elegante que el exterior, era
la clase de lugar al que uno nunca pensaría en traer a niños pequeños. ¿Miley había
crecido aquí? Él no podía imaginar correr salvaje y libre en un lugar como
este, con floreros frágiles ubicados en las mesitas y chucherías de aspecto
caro por todas partes. Ni una mota de polvo y nada fuera de su lugar. Todo era
frío, austero y de apariencia malditamente cara.
Miley le apretó la mano.
—¿Asquerosamente pretencioso, verdad? —Susurró ella mientras
seguían a su padre por el largo vestíbulo.
—No parece un lugar al que llamarías hogar.
Ella se encogió de hombros.
—Mi habitación es más acogedora.
Fueron escoltados a una habitación, Miley le explicó que era la
biblioteca. Tenía sentido ya que estaba llena de libros. Del suelo al techo se
alineaban estantes para libros en cada pared, con excepción de una chimenea de
piedra que ocupaba una pared entera. Un sofá de cuero y las sillas a juego
estaban reunidos delante de la chimenea. Billy los invitó a sentarse.
—¿Desean alguna bebida? —Preguntó Billy, cuando una mujer
diminuta entró en el cuarto.
—¿Nuevo personal? —Preguntó Miley —. Puedo conseguir mi propia
bebida, gracias.
Otra vez aquel ceño fruncido.
—Tenemos criados para hacer eso.
Miley despidió a la criada.
—Estoy segura que tienen muchas cosas que hacer. —Ella se
dirigió a Nick—. ¿Qué te apetece?
—Whisky. —Él realmente no quería un whisky, sólo imaginó que
esto irritaría al padre de Miley y la haría feliz a ella. Y lo hizo. Ella le
dio la espalda a su padre y sus labios se curvaron. Y Billy Cyrus frunció el
ceño de verdad. Miley le sirvió dos dedos de whisky sobre algo de hielo y otra
copa para ella, luego se sentó en el sofá junto a Nick. Prácticamente sobre Nick,
ella se deslizó así de cerca, causando otro ceño de Billy.
—¿Así que, qué les trae por aquí? —Preguntó él.
Miley se encogió de hombros.
—Nick y yo estamos viajando en su moto.
—¿Por todo Chicago en esa cosa? —Preguntó él, lanzando una
mirada ceñuda en dirección a Nick.
—Sí, por todo Chicago. Hemos hecho bastantes paradas también y
lo hemos pasado en grande.
—Las motocicletas son peligrosas.
Él aún apuñalaba con la mirada a Nick. Nick aún lo ignoraba.
Así, como por lo visto, lo hacía Miley.
—Y como habíamos llegado tan al sur y estábamos en el
vecindario, pensé en detenernos brevemente y visitarte por un día.
Billy finalmente arrastró su mirada venenosa lejos de Nick y la
centró de nuevo en Miley, cambiando inmediatamente su comportamiento. Sonrió,
sus rasgos faciales se relajaron, su voz fue más suave.
—Me alegro que lo hayas hecho. No te veo lo suficiente.
—Mi trabajo me mantiene ocupada.
—Podrías hacer el mismo trabajo aquí en Dallas.
—¿Para que puedas seguir entrometiéndote en mi vida e interferir
como hiciste cuando estaba en la policía? No, gracias.
Billy levantó la barbilla y resopló.
—Nunca interferí en tu vida o en tu trabajo.
—Ah, por favor, papá —dijo Miley, poniendo los ojos en blanco—.
Hiciste todo lo posible salvo que me despidieran.
—Elegiste una línea muy peligrosa de trabajo. Me aseguré que
estuvieras a salvo.
—Metiste las narices.
Nick se recostó y se puso cómodo mientras esos dos discutían una
y otra vez. Esto era interesante y disfrutaba de ver a Miley irritada, sobre
todo si esto significaba enfrentarse a su viejo, algo que no había hecho lo
suficiente cuando era una adolescente. Si él no hubiera sido uno más del montón
ciertamente Billy Cyrus podría haberlo mandado de una patada a la cárcel, así
lo había insinuado el día que pisó el garaje y arrastró a Miley, afirmando que
ella era demasiado buena para andar con un perdedor como Nick.
No es que discrepara con el anciano en ese entonces.
Al día siguiente Miley había regresado al garaje, inclinándose
sobre el capote del coche en que Nick seguía trabajando, jurando que su padre
no dictaría los términos de su vida, que no la obligaría a asistir a una
universidad a la que no deseaba ir.
Y luego proclamó categóricamente que el infierno se congelaría
antes que unirse a la compañía de su padre. Le dijo a Nick que tenía la
intención de vivir su propia vida como le placiera y no según los caprichos de
su padre.
Nick no había creído que ella fuera bastante fuerte para romper
el puño de hierro con el que Billy Cyrus la presionaba. Siempre le había dicho
que fuera ella misma, que se defendiera y no dejara que su padre la guiara al
son de una cadena, pero no creyó que realmente lo haría.
Él se había equivocado. Le hubiese gustado estar allí cuando Miley
había enfrentado a su padre y rechazado asistir a la universidad de su
elección, así como negarse a participar en su negocio, para en cambio optar por
la criminalística. Apostaba a que Billy Cyrus estuvo cerca de la apoplejía ese
día.
—No importa cuánto lo discutamos, papá —dijo ella finalmente—.
No regresaré. Me gusta mi trabajo en Chicago y tengo la intención de quedarme
allí.
Interesante. Nick se preguntó si realmente ella quería decir eso
o si lo había dicho para acicatear a su padre.
Su padre no tuvo la oportunidad de responder, porque un criado
apareció en el umbral.
—Las habitaciones de la señorita Cyrus y su invitado están
listas.
Billy asintió y miró de nuevo a Miley.
—Tu cuarto es el mismo de siempre —le dijo a Miley —. Hemos
preparado un cuarto de huéspedes para Nick.
Miley resopló.
—Totalmente innecesario, papá ya que Nick dormirá en mi cuarto
conmigo.
Chispas.
Billy se puso en pie, su cara era sombría.
—Eso es inaceptable.
Miley también se puso de pie, cruzando los brazos.
—Ahora soy una adulta y puedo tomar mis propias decisiones. Si
tienes problemas con eso, Nick y yo podemos marcharnos.
Nick todavía disfrutaba del espectáculo y no tenía intención de
involucrarse. Además, Miley lo estaba manejando genial y no necesitaba que
interfiriera en su momento de triunfo sobre su padre.
— Miley —dijo su padre, con voz áspera—. No toleraré que
compartas una cama con…
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