domingo, 29 de enero de 2012

"The Wild Walk" Cap 58


Richardson deslizó su dedo bajo la barbilla de Miley y le dio un golpecito hacia arriba.
—Es mejor que siga ignorando algunas cosas, señorita Cyrus.
Ella se encogió de hombros, deseando darle un manotazo para que apartara la mano, pero mantuvo la calma.
—Eso no marca ninguna diferencia para mí, mientras tenga esto.
Miley acarició el maletín y extendió la mano para estrechar la de él.
—Un placer hacer negocios con usted, señor Richardson. Espero que nuestros caminos se crucen otra vez. Si alguna vez necesita mis servicios…
—¿Le molesta haber dejado el buen camino y cambiar a una vida de… crimen?
Ella resopló.
—Una chica tiene que hacer lo que sea necesario para sobrevivir.
Richardson sonrió y asintió.
—Es una muchachita muy inventiva, señorita Cyrus. Me aseguraré de contactarme con usted si alguna vez me veo en la necesidad de alguien con sus talentos… únicos.
—Hágalo. Me gusta el dinero. —Miley salió del coche y retrocedió al suyo, asegurándose de no mirar hacia atrás cuando Richardson se fue. No quería dar la impresión de estar observándolo, aunque sabía que los demás lo estaban. No pasó más de un minuto antes de oír el rugir del motor de un vehículo deteniéndose a su lado.
Era Nick, en un Pontiac, de mediados de los setenta más o menos.
Ella tiró el maletín en el asiento trasero y se sentó en el asiento de pasajeros, sintiéndose aliviada al verlo.
—Lo siento. No sabía que más hacer. Él insistió en cambiar el punto de encuentro debido a las cámaras de seguridad.
—Sí, lo oímos en los micrófonos. Arriesgado, pero funcionó bien. El restaurante acaba de instalar las cámaras de seguridad al frente. No sabíamos sobre ellas o que Richardson se volvería loco por eso. Craso error. Lo siento.
Miley se encogió de hombros.
—Como has dicho, funcionó. Todavía tenemos que vincularlo con Delor o Belanfield.
—Lo sabremos en sus siguientes paradas.
—¿Y mi coche? —Preguntó ella.
—Alguien lo recogerá y lo llevará al cuartel general. No te preocupes.
Nick arrancó el motor y Miley se recostó contra el reposacabezas. Ella se puso el cinturón de seguridad mientras él salía a la calle.
—Los demás ya recogieron su rastro y lo siguen. Nos quedaremos atrás y nos uniremos a los otros, dentro de unos bloques calle abajo. De esta forma si su conductor mira por el espejo retrovisor, verá diferentes coches y no pensará que lo siguen.
Todos los Moteros Salvajes se mantenían en contacto vía un sistema de comunicación que el gobierno les había suministrado. Era muy ingenioso, un clip como auricular con un micrófono incorporado. Era manos libres, así los chicos en motos podían mantenerse en contacto. De esa manera, cuando uno viraba, los demás sabían exactamente hacia donde iban los otros. Y quienquiera que estuviera siguiendo a Richardson avisaría a los demás lo que averiguara.
En ese momento Rick era el responsable de seguir a Richardson.
—Va al norte por la Calle Quinta —dijo Rick, el sonido del rugir de su moto llegaba claramente como una campana por su sistema de comunicación.
Nick le había dado un auricular para que ella pudiera mantenerse al corriente de la acción. Cada kilómetro y medio más o menos los coches cambiaban. Pronto sería su turno y Nick hizo un intercambio sin contratiempos, deslizándose en la calle mientras Pax se retiraba. Él se adelantó tres coches al de Richardson, dejándolo en el carril izquierdo mientras ellos permanecían en el derecho.
—¿No es algo arriesgado? ¿Y si él gira a la izquierda?
Nick sonrió.
—Este coche responde genial a las curvas. Puedo entrar al carril izquierdo y girar si lo necesito. Además, AJ maneja por una calle paralela a esta. Él lo alcanzará en el siguiente bloque si lo perdemos en una vuelta.
—¿Lo tienen todo cubierto, verdad?
Nick se rió.
—Esperamos que así sea.
Siguieron a Richardson a una corta distancia, hasta que el coche entró a un complejo de condominios.
Nick siguió hacia adelante y Spencer lo reemplazó.
—¿Adónde va? —Preguntó Miley.
—Ni idea.
—Richardson recoge a alguien —dijo Spencer—. Hombre alto y robusto. Calvo. Vestido todo de negro.
Miley arrugó la nariz.
—Suena como Belanfield.
—Se coloca en el asiento de pasajeros delantero y se van —dijo Spencer—. Lo seguiré hasta la siguiente vuelta.
Quince kilómetros después fue el turno de Nick y Miley nuevamente. Ahora estaban en la autopista interestatal y era más fácil vigilar al vehículo de Richardson así como quedarse bastante atrás y esconderse dentro del tráfico de autos.
Richardson salió de la autopista interestatal y ellos lo siguieron, discretamente por supuesto. El tráfico era bastante pesado en ese momento e iban a aproximadamente cuatro coches detrás. El coche de Richardson entró en una calle lateral casi inmediatamente. Díaz los sustituyó en su moto, zigzagueando dentro y fuera del tráfico mientras Nick se iba.
—Se detienen en una tienda —dijo Díaz.
—Productos Farmacéuticos Delor está dentro de ese complejo de edificios —dijo Miley, señalando a su derecha.
—Bien, todo va según el plan —dijo Grange.
—Suponemos que se dirigen hacia Delor. Todos repliéguense. Díaz, síguelos.
Nick giró, con fuerza, virando rápidamente la esquina y acelerando a fondo el motor. La calle lateral que tomó estaba desierta, así que corrió a toda velocidad. Aparcó en el lado este de los edificios, donde estaba oscuro, pero bien escondidos y fuera de la vista de las cámaras de seguridad. El resto del equipo ya estaba allí.
Miley y Nick entrarían al edificio. Nick con una cámara para registrar lo que pudieran, Miley porque podría reconocer a algún directivo de Delor.
Nick odiaba esa parte, pero Miley insistió. Además, no era como si fuese una inexperta. Ella podría manejarlo y se sentía emocionada por ser parte de la captura de Richardson y Belanfield. Rick iría con ellos ya que él era su experto en allanamiento de moradas. El resto de ellos permanecería afuera y vigilarían.
Nick y Miley se pusieron batas blancas con identificaciones del personal de investigación de Delor. Grange no creía que lo necesitaran, pero si en caso se tropezaran con alguien de seguridad, necesitarían una cubierta y una razón plausible para andar errantes por los pasadizos.
Todos irían armados.
—Bien —dijo Rick—. Sus códigos son simples, nada tan complejos como los códigos del gobierno. Un simple tablero numérico a los lados de las puertas. Romper el código será algo como coser y cantar. La puerta principal es más complicada, con seguridad armada y tarjetas de pases requeridos, pero no tomaremos ese camino.
—AJ está disfrazado como repartidor —les recordó Grange, revisando otra vez cada paso—. Él hará una entrega rápida cuando Belanfield y Richardson entren por la puerta principal. Mientras AJ entrega su paquete y consigue la firma de recibo del vigilante nocturno, será capaz de decirnos qué dirección toman nuestros chicos. Para entonces, entraremos por la puerta lateral. Listos para marcar a los dos hombres con el infrarrojo.
—El infrarrojo ya está listo así podremos rastrear los cuerpos —dijo Spencer—. Vigilaré desde aquí fuera y les avisaré quién está allí y donde están. A estas horas, el lugar parece un pueblo fantasma. Casi todos son personal de seguridad.
—Que es justo lo que quiere Richardson —expresó Miley—. Menos ojos curiosos para cuando deje el virus.
—Y es eso lo que deseamos. Hace que sea más fácil seguirlos. Muévanse —dijo Grange.
—He establecido una interferencia para su sistema de monitoreo así que cuando abramos la puerta, esta no se mostrara en el registro de seguridad —dijo Rick. Él tecleó los siete dígitos del código de seguridad y tiró de la pesada puerta. Miley retuvo la respiración cuando esta hizo clic, esperando oír el sonido de las alarmas. Pero cuando Rick giró la manivela, la puerta se abrió y ella exhaló por el alivio. Entraron al vestíbulo semi-oscuro y comenzaron a moverse hacia el frente del edificio. Las paredes eran de un blanco austero y la alfombra era de un gris indescriptible. Sus pies no hicieron ningún ruido sobre el suelo. Avanzaron por el pasillo como si tuvieran un objetivo definido.
—Sus auriculares están sintonizados con sus voces —dijo Spencer—. Tendrás que acercárteles para captarlos.
—Intenten aparentar que pertenecen allí —les recordó Grange.
Cuando llegaron al final del pasillo, no había nadie en el recibidor. Entraron en un vestíbulo cercano y esperaron.
—Belanfield y Richardson se trasladaron por el ascensor —dijo Díaz en sus auriculares—. Estuve el tiempo suficiente para observar al elevador detenerse en el segundo piso.
—Vamos —dijo Nick, mostrando el camino hacia la puerta de las escaleras. Aunque había una escalera abierta al centro del vestíbulo, justo detrás de la recepción, Nick no deseaba arriesgarse a un escrutinio de los guardias.
Él abrió la puerta de un empujón al llegar al segundo piso.
—Despejado.
—Los infrarrojos captan a dos personas en una habitación justo a la izquierda de las escaleras —dijo Spencer—. Por otra parte el piso está vacío.
—Esto es conveniente para ellos. —Nick abrió la puerta, salieron de la zona de las escaleras y entraron al pasillo, moviéndose a la derecha en vez de la izquierda. Él observó por la esquina—. La sala de conferencias es toda de cristal. Belanfield y Richardson son los únicos allí. —Él levantó su diminuta cámara de vídeo y comenzó a filmar, mientras Miley vigilaba sobre su hombro, consiguiendo una vista perfecta del logotipo de Productos Farmacéuticos Delor detrás de la sala de conferencias, con Belanfield y Richardson de pie justo a un lado del logotipo. Era absolutamente perfecto.
—Tengo sus voces —dijo ella.
—La cámara es bastante sensible también para grabarlos —susurró Nick sobre su hombro.
Miley se dio la vuelta, Rick estaba detrás de ella y en posición, cuidándoles las espaldas. Rick y ella desenfundaron sus armas, preparadas en caso de algún… imprevisto. Nick era responsable de grabar en vídeo el intercambio en la sala de conferencias.
Belanfield miró su reloj.
—¿Dónde está? No tengo toda la noche.
—Llegará dentro de poco —dijo Richardson.
Así que se encontrarían con alguien. ¿Quién?
—Llega alguien —señaló Díaz—. Un hombre se detuvo al frente y aparcó en un lugar ejecutivo.
Miley deseaba que este fuera quién y lo qué esperaban. Deseaba que esto se terminara.
—Tienen compañía —dijo Spencer—. Sube por el ascensor.
Ellos se escabulleron de regreso a las escaleras hasta que Spencer les diera el visto bueno.
—Despejado. Ahora está en la sala de conferencias con los otros dos —dijo Spencer después de unos minutos.
Ellos se movieron otra vez y Nick tomó su posición con la cámara.
—¿Tienes el vial? —Preguntó el hombre.
—Sí.
—Lo conozco —dijo Miley—. Es Mitchell Delor, el Presidente del Directorio de Productos Farmacéuticos Delor. Asumió el cargo hace aproximadamente diez años después de la muerte de su padre. Este era muy conservador, un hombre realmente agradable. Dirigió bien y legalmente su compañía, Mitchell es arrogante y le gusta tomar riesgos.
—¿Tantos como para hundir en la mierda a su compañía? —Susurró Nick.
Miley asintió.
—Con seguridad.
Richardson le entregó el bolso de Miley a Belanfield, quien extrajo el virus y se lo entregó a Mitchell.
—Por fin —dijo Mitchell—. Lo han hecho bien. Espero que no haya más problemas.
—Todo está bajo control ahora —dijo Richardson—. Recuperamos el virus y la mujer que lo tenía ha recibido su pago.
Mitchell frunció el ceño.
—No me gustan los cabos sueltos.
—Ella ni siquiera sabía lo que tenía —argumentó Richardson.
Mitchell miró a Belanfield.
—Sabe demasiado. Encárgate de ella.
Belanfield asintió.
—La encontraré. Me ocuparé de ella.
La garganta de Miley se secó. Era algo bueno que Belanfield no hubiera estado en el coche con Richardson o ella hubiera tenido que luchar por su vida. O posiblemente perderla.
—Eso es innecesario. —Richardson parecía incómodo.
—¿Te das cuenta lo qué está en juego aquí? —Preguntó Mitchell.
—Billones de dólares. Y tú sacarás maravillosas ganancias cuando yo le dé un giro total a esta compañía. Así que ahórrame tus opiniones porque no estoy interesado en oírlas. Déjame encargarme de los detalles menores ya que eres el responsable de nuestra ruina. Tener este virus y soltarlo en una pequeña sección de la población, para de repente sorprender al mercado con una cura milagrosa liberará a Delor de una potencial bancarrota. Todos seremos ricos.
Miley hervía por la indignación. El hijo de puta. ¿Cómo podía ser tan despiadado? ¿Usar a personas inocentes de esa forma, arriesgar sus vidas en nombre del capitalismo y para salvar su propio culo?
—Tienen lo suficiente —dijo Grange—. Salgan de allí.
Ellos comenzaron a retirarse para bajar por las escaleras, pero sus movimientos debieron atraer la mirada de Belanfield, porque frunció el ceño, sacó un arma de su bolsillo y abrió de un tirón la puerta de la sala de conferencias, llamando a gritos a los guardas de seguridad.
—Movámonos —dijo Nick, dando un paso adelante.
Nick no tenía ni siquiera un arma. Ella sí.
—Saca esa cámara de aquí —le dijo ella a Nick—. Son las únicas pruebas que tenemos. —Ella viró bruscamente delante de Nick, protegiéndolo así como al video que había filmado—. Me encargaré de esto.
Todo pasó muy rápido. Belanfield los perseguía, los guardias de seguridad llegando por las escaleras abiertas detrás de ellos. Miley quería ayudar a Rick, pero tenía que encargarse de Belanfield. Ella apuntó su arma, pero Belanfield estaba haciendo lo mismo y apuntaba hacia… Nick. Ella apuntó y disparó a Belanfield, haciéndolo al mismo tiempo que él disparaba un tiro.
Oh, Dios, que no le dé a Nick. Por favor, no. Ella hizo todo lo posible para apartar a Nick del camino. Esto debió funcionar, porque se estrelló contra la pared y una ráfaga de ardiente dolor golpeó su hombro izquierdo. Su mano no respondía; de repente se sentía entumecida y fría. Se derrumbó sobre el suelo y todo dio vueltas. Oyó gritos y vio una maraña de pies a su alrededor, además de sentirse enferma del estómago.
No vomites. Una batalla se estaba llevando a cabo y no deseaba vomitar cuando debería estar pegándole un tiro a alguien.
¡Hijo de puta! Todo se venía abajo tan rápido que la cabeza de Nick daba vueltas. Miley  había recibido un disparo y caía contra la pared. Deseó detenerse y correr hacia ella, pero no podía.
Belanfield, aunque cojeando, aún disparaba. Nick lo esquivó, apuntó y le dio en el pecho. Belanfield cayó de cara contra la alfombra.
Nick giró de regreso hacia las escaleras para ayudar a Rick, quién por suerte ya había dominado a los dos agentes de seguridad. Nick entró corriendo en la sala de conferencias donde Delor y Richardson se escondían.
—¡No se muevan! —Gritó él, apuntándoles.

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