Richardson deslizó su dedo bajo la barbilla de Miley y le dio un
golpecito hacia arriba.
—Es mejor que siga ignorando algunas cosas, señorita Cyrus.
Ella se encogió de hombros, deseando darle un manotazo para que
apartara la mano, pero mantuvo la calma.
—Eso no marca ninguna diferencia para mí, mientras tenga esto.
Miley acarició el maletín y extendió la mano para estrechar la
de él.
—Un placer hacer negocios con usted, señor Richardson. Espero
que nuestros caminos se crucen otra vez. Si alguna vez necesita mis servicios…
—¿Le molesta haber dejado el buen camino y cambiar a una vida
de… crimen?
Ella resopló.
—Una chica tiene que hacer lo que sea necesario para sobrevivir.
Richardson sonrió y asintió.
—Es una muchachita muy inventiva, señorita Cyrus. Me aseguraré
de contactarme con usted si alguna vez me veo en la necesidad de alguien con
sus talentos… únicos.
—Hágalo. Me gusta el dinero. —Miley salió del coche y retrocedió
al suyo, asegurándose de no mirar hacia atrás cuando Richardson se fue. No quería
dar la impresión de estar observándolo, aunque sabía que los demás lo estaban.
No pasó más de un minuto antes de oír el rugir del motor de un vehículo
deteniéndose a su lado.
Era Nick, en un Pontiac, de mediados de los setenta más o menos.
Ella tiró el maletín en el asiento trasero y se sentó en el
asiento de pasajeros, sintiéndose aliviada al verlo.
—Lo siento. No sabía que más hacer. Él insistió en cambiar el
punto de encuentro debido a las cámaras de seguridad.
—Sí, lo oímos en los micrófonos. Arriesgado, pero funcionó bien.
El restaurante acaba de instalar las cámaras de seguridad al frente. No
sabíamos sobre ellas o que Richardson se volvería loco por eso. Craso error. Lo
siento.
Miley se encogió de hombros.
—Como has dicho, funcionó. Todavía tenemos que vincularlo con
Delor o Belanfield.
—Lo sabremos en sus siguientes paradas.
—¿Y mi coche? —Preguntó ella.
—Alguien lo recogerá y lo llevará al cuartel general. No te
preocupes.
Nick arrancó el motor y Miley se recostó contra el
reposacabezas. Ella se puso el cinturón de seguridad mientras él salía a la
calle.
—Los demás ya recogieron su rastro y lo siguen. Nos quedaremos
atrás y nos uniremos a los otros, dentro de unos bloques calle abajo. De esta
forma si su conductor mira por el espejo retrovisor, verá diferentes coches y
no pensará que lo siguen.
Todos los Moteros Salvajes se mantenían en contacto vía un
sistema de comunicación que el gobierno les había suministrado. Era muy
ingenioso, un clip como auricular con un micrófono incorporado. Era manos
libres, así los chicos en motos podían mantenerse en contacto. De esa manera,
cuando uno viraba, los demás sabían exactamente hacia donde iban los otros. Y
quienquiera que estuviera siguiendo a Richardson avisaría a los demás lo que
averiguara.
En ese momento Rick era el responsable de seguir a Richardson.
—Va al norte por la Calle Quinta —dijo Rick, el sonido del rugir
de su moto llegaba claramente como una campana por su sistema de comunicación.
Nick le había dado un auricular para que ella pudiera mantenerse
al corriente de la acción. Cada kilómetro y medio más o menos los coches
cambiaban. Pronto sería su turno y Nick hizo un intercambio sin contratiempos,
deslizándose en la calle mientras Pax se retiraba. Él se adelantó tres coches
al de Richardson, dejándolo en el carril izquierdo mientras ellos permanecían
en el derecho.
—¿No es algo arriesgado? ¿Y si él gira a la izquierda?
Nick sonrió.
—Este coche responde genial a las curvas. Puedo entrar al carril
izquierdo y girar si lo necesito. Además, AJ maneja por una calle paralela a
esta. Él lo alcanzará en el siguiente bloque si lo perdemos en una vuelta.
—¿Lo tienen todo cubierto, verdad?
Nick se rió.
—Esperamos que así sea.
Siguieron a Richardson a una corta distancia, hasta que el coche
entró a un complejo de condominios.
Nick siguió hacia adelante y Spencer lo reemplazó.
—¿Adónde va? —Preguntó Miley.
—Ni idea.
—Richardson recoge a alguien —dijo Spencer—. Hombre alto y
robusto. Calvo. Vestido todo de negro.
Miley arrugó la nariz.
—Suena como Belanfield.
—Se coloca en el asiento de pasajeros delantero y se van —dijo
Spencer—. Lo seguiré hasta la siguiente vuelta.
Quince kilómetros después fue el turno de Nick y Miley
nuevamente. Ahora estaban en la autopista interestatal y era más fácil vigilar
al vehículo de Richardson así como quedarse bastante atrás y esconderse dentro
del tráfico de autos.
Richardson salió de la autopista interestatal y ellos lo
siguieron, discretamente por supuesto. El tráfico era bastante pesado en ese
momento e iban a aproximadamente cuatro coches detrás. El coche de Richardson
entró en una calle lateral casi inmediatamente. Díaz los sustituyó en su moto,
zigzagueando dentro y fuera del tráfico mientras Nick se iba.
—Se detienen en una tienda —dijo Díaz.
—Productos Farmacéuticos Delor está dentro de ese complejo de
edificios —dijo Miley, señalando a su derecha.
—Bien, todo va según el plan —dijo Grange.
—Suponemos que se dirigen hacia Delor. Todos repliéguense. Díaz,
síguelos.
Nick giró, con fuerza, virando rápidamente la esquina y acelerando
a fondo el motor. La calle lateral que tomó estaba desierta, así que corrió a
toda velocidad. Aparcó en el lado este de los edificios, donde estaba oscuro,
pero bien escondidos y fuera de la vista de las cámaras de seguridad. El resto
del equipo ya estaba allí.
Miley y Nick entrarían al edificio. Nick con una cámara para
registrar lo que pudieran, Miley porque podría reconocer a algún directivo de
Delor.
Nick odiaba esa parte, pero Miley insistió. Además, no era como
si fuese una inexperta. Ella podría manejarlo y se sentía emocionada por ser
parte de la captura de Richardson y Belanfield. Rick iría con ellos ya que él
era su experto en allanamiento de moradas. El resto de ellos permanecería
afuera y vigilarían.
Nick y Miley se pusieron batas blancas con identificaciones del
personal de investigación de Delor. Grange no creía que lo necesitaran, pero si
en caso se tropezaran con alguien de seguridad, necesitarían una cubierta y una
razón plausible para andar errantes por los pasadizos.
Todos irían armados.
—Bien —dijo Rick—. Sus códigos son simples, nada tan complejos
como los códigos del gobierno. Un simple tablero numérico a los lados de las
puertas. Romper el código será algo como coser y cantar. La puerta principal es
más complicada, con seguridad armada y tarjetas de pases requeridos, pero no
tomaremos ese camino.
—AJ está disfrazado como repartidor —les recordó Grange,
revisando otra vez cada paso—. Él hará una entrega rápida cuando Belanfield y
Richardson entren por la puerta principal. Mientras AJ entrega su paquete y
consigue la firma de recibo del vigilante nocturno, será capaz de decirnos qué
dirección toman nuestros chicos. Para entonces, entraremos por la puerta
lateral. Listos para marcar a los dos hombres con el infrarrojo.
—El infrarrojo ya está listo así podremos rastrear los cuerpos
—dijo Spencer—. Vigilaré desde aquí fuera y les avisaré quién está allí y donde
están. A estas horas, el lugar parece un pueblo fantasma. Casi todos son
personal de seguridad.
—Que es justo lo que quiere Richardson —expresó Miley—. Menos
ojos curiosos para cuando deje el virus.
—Y es eso lo que deseamos. Hace que sea más fácil seguirlos.
Muévanse —dijo Grange.
—He establecido una interferencia para su sistema de monitoreo
así que cuando abramos la puerta, esta no se mostrara en el registro de
seguridad —dijo Rick. Él tecleó los siete dígitos del código de seguridad y
tiró de la pesada puerta. Miley retuvo la respiración cuando esta hizo clic,
esperando oír el sonido de las alarmas. Pero cuando Rick giró la manivela, la
puerta se abrió y ella exhaló por el alivio. Entraron al vestíbulo semi-oscuro
y comenzaron a moverse hacia el frente del edificio. Las paredes eran de un
blanco austero y la alfombra era de un gris indescriptible. Sus pies no
hicieron ningún ruido sobre el suelo. Avanzaron por el pasillo como si tuvieran
un objetivo definido.
—Sus auriculares están sintonizados con sus voces —dijo
Spencer—. Tendrás que acercárteles para captarlos.
—Intenten aparentar que pertenecen allí —les recordó Grange.
Cuando llegaron al final del pasillo, no había nadie en el
recibidor. Entraron en un vestíbulo cercano y esperaron.
—Belanfield y Richardson se trasladaron por el ascensor —dijo
Díaz en sus auriculares—. Estuve el tiempo suficiente para observar al elevador
detenerse en el segundo piso.
—Vamos —dijo Nick, mostrando el camino hacia la puerta de las
escaleras. Aunque había una escalera abierta al centro del vestíbulo, justo
detrás de la recepción, Nick no deseaba arriesgarse a un escrutinio de los
guardias.
Él abrió la puerta de un empujón al llegar al segundo piso.
—Despejado.
—Los infrarrojos captan a dos personas en una habitación justo a
la izquierda de las escaleras —dijo Spencer—. Por otra parte el piso está
vacío.
—Esto es conveniente para ellos. —Nick abrió la puerta, salieron
de la zona de las escaleras y entraron al pasillo, moviéndose a la derecha en
vez de la izquierda. Él observó por la esquina—. La sala de conferencias es
toda de cristal. Belanfield y Richardson son los únicos allí. —Él levantó su
diminuta cámara de vídeo y comenzó a filmar, mientras Miley vigilaba sobre su
hombro, consiguiendo una vista perfecta del logotipo de Productos Farmacéuticos
Delor detrás de la sala de conferencias, con Belanfield y Richardson de pie
justo a un lado del logotipo. Era absolutamente perfecto.
—Tengo sus voces —dijo ella.
—La cámara es bastante sensible también para grabarlos —susurró Nick
sobre su hombro.
Miley se dio la vuelta, Rick estaba detrás de ella y en
posición, cuidándoles las espaldas. Rick y ella desenfundaron sus armas,
preparadas en caso de algún… imprevisto. Nick era responsable de grabar en
vídeo el intercambio en la sala de conferencias.
Belanfield miró su reloj.
—¿Dónde está? No tengo toda la noche.
—Llegará dentro de poco —dijo Richardson.
Así que se encontrarían con alguien. ¿Quién?
—Llega alguien —señaló Díaz—. Un hombre se detuvo al frente y
aparcó en un lugar ejecutivo.
Miley deseaba que este fuera quién y lo qué esperaban. Deseaba
que esto se terminara.
—Tienen compañía —dijo Spencer—. Sube por el ascensor.
Ellos se escabulleron de regreso a las escaleras hasta que
Spencer les diera el visto bueno.
—Despejado. Ahora está en la sala de conferencias con los otros
dos —dijo Spencer después de unos minutos.
Ellos se movieron otra vez y Nick tomó su posición con la
cámara.
—¿Tienes el vial? —Preguntó el hombre.
—Sí.
—Lo conozco —dijo Miley—. Es Mitchell Delor, el Presidente del
Directorio de Productos Farmacéuticos Delor. Asumió el cargo hace
aproximadamente diez años después de la muerte de su padre. Este era muy
conservador, un hombre realmente agradable. Dirigió bien y legalmente su
compañía, Mitchell es arrogante y le gusta tomar riesgos.
—¿Tantos como para hundir en la mierda a su compañía? —Susurró Nick.
Miley asintió.
—Con seguridad.
Richardson le entregó el bolso de Miley a Belanfield, quien
extrajo el virus y se lo entregó a Mitchell.
—Por fin —dijo Mitchell—. Lo han hecho bien. Espero que no haya
más problemas.
—Todo está bajo control ahora —dijo Richardson—. Recuperamos el
virus y la mujer que lo tenía ha recibido su pago.
Mitchell frunció el ceño.
—No me gustan los cabos sueltos.
—Ella ni siquiera sabía lo que tenía —argumentó Richardson.
Mitchell miró a Belanfield.
—Sabe demasiado. Encárgate de ella.
Belanfield asintió.
—La encontraré. Me ocuparé de ella.
La garganta de Miley se secó. Era algo bueno que Belanfield no
hubiera estado en el coche con Richardson o ella hubiera tenido que luchar por
su vida. O posiblemente perderla.
—Eso es innecesario. —Richardson parecía incómodo.
—¿Te das cuenta lo qué está en juego aquí? —Preguntó Mitchell.
—Billones de dólares. Y tú sacarás maravillosas ganancias cuando
yo le dé un giro total a esta compañía. Así que ahórrame tus opiniones porque
no estoy interesado en oírlas. Déjame encargarme de los detalles menores ya que
eres el responsable de nuestra ruina. Tener este virus y soltarlo en una
pequeña sección de la población, para de repente sorprender al mercado con una
cura milagrosa liberará a Delor de una potencial bancarrota. Todos seremos
ricos.
Miley hervía por la indignación. El hijo de puta. ¿Cómo podía
ser tan despiadado? ¿Usar a personas inocentes de esa forma, arriesgar sus
vidas en nombre del capitalismo y para salvar su propio culo?
—Tienen lo suficiente —dijo Grange—. Salgan de allí.
Ellos comenzaron a retirarse para bajar por las escaleras, pero
sus movimientos debieron atraer la mirada de Belanfield, porque frunció el
ceño, sacó un arma de su bolsillo y abrió de un tirón la puerta de la sala de
conferencias, llamando a gritos a los guardas de seguridad.
—Movámonos —dijo Nick, dando un paso adelante.
Nick no tenía ni siquiera un arma. Ella sí.
—Saca esa cámara de aquí —le dijo ella a Nick—. Son las únicas
pruebas que tenemos. —Ella viró bruscamente delante de Nick, protegiéndolo así
como al video que había filmado—. Me encargaré de esto.
Todo pasó muy rápido. Belanfield los perseguía, los guardias de
seguridad llegando por las escaleras abiertas detrás de ellos. Miley quería
ayudar a Rick, pero tenía que encargarse de Belanfield. Ella apuntó su arma,
pero Belanfield estaba haciendo lo mismo y apuntaba hacia… Nick. Ella apuntó y
disparó a Belanfield, haciéndolo al mismo tiempo que él disparaba un tiro.
Oh, Dios, que no le dé a
Nick. Por favor, no. Ella hizo todo lo posible para
apartar a Nick del camino. Esto debió funcionar, porque se estrelló contra la
pared y una ráfaga de ardiente dolor golpeó su hombro izquierdo. Su mano no
respondía; de repente se sentía entumecida y fría. Se derrumbó sobre el suelo y
todo dio vueltas. Oyó gritos y vio una maraña de pies a su alrededor, además de
sentirse enferma del estómago.
No vomites. Una batalla se estaba llevando a cabo y no deseaba vomitar
cuando debería estar pegándole un tiro a alguien.
¡Hijo de puta! Todo se venía abajo tan rápido que la cabeza de Nick
daba vueltas. Miley había recibido un
disparo y caía contra la pared. Deseó detenerse y correr hacia ella, pero no
podía.
Belanfield, aunque cojeando, aún disparaba. Nick lo esquivó,
apuntó y le dio en el pecho. Belanfield cayó de cara contra la alfombra.
Nick giró de regreso hacia las escaleras para ayudar a Rick,
quién por suerte ya había dominado a los dos agentes de seguridad. Nick entró
corriendo en la sala de conferencias donde Delor y Richardson se escondían.
—¡No se muevan! —Gritó él, apuntándoles.
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