—Forma parte del consejo del museo en
Chicago. Fue mi contacto, contrató a mi firma para probar el nuevo equipo de
seguridad que ellos habían adquirido. Si ves este organigrama, también
pertenece a la Junta Directiva de Productos Farmacéuticos Delor.
—Ahí está tu conexión —dijo Pax.
Ella asintió.
—Él sabía que la seguridad nocturna del
museo era floja. Creyó hacer lo correcto al buscar que fuera más segura. Lo
último que quería era que la reliquia que contenía el virus fuera robado.
—Que es exactamente lo que pasó cuando Nick
lo robó —dijo Grange.
—Debían saber que eso podría pasar, que
alguien se daría cuenta donde podría estar el virus —dijo Nick.
—Y Richardson no podía permitir que
alguien relacionado al museo cubriera la seguridad. Eso despertaría sospechas.
—Lo cual le obligó a mantener fuera a
Belanfield —dijo Nick.
—Por lo que apostaría a que él estaba en
el exterior. Él fue quien nos disparó. —le dijo a Miley.
—Claro —respondió ella—. Belanfield te
vio forzar la entrada y robar el virus. Era su trabajo como el hombre externo
garantizar que nadie se lo llevara.
—Y cuando desaparecimos con él, tanto
Richardson como Delor se echaron encima de Belanfield, obligándolo a
perseguirnos a lo grande —dijo Nick.
—Bien, si que son populares ustedes dos
—bromeó Spencer.
Nick se rió.
—No de la forma que deseábamos.
—Bien, así que ahora debemos hacer que
los jugadores se muestren —dijo Miley—. ¿Y qué hacemos a continuación? ¿Supongo
que, simplemente, no podemos llamar a la policía con esta información?
—No exactamente —dijo Grange—. No
tenemos pruebas, sólo suposiciones. Pero la sede central corporativa de Delor
está aquí en Dallas. Lo que significa que necesitamos colocar una trampa y lo
haremos solos, sin que seamos notados, como siempre.
—Mi parte favorita —dijo Díaz con una
sonrisa.
—Bien, eso es fácil —dijo AJ—.
Negociemos con el virus.
—¿Cómo? —Preguntó él.
—Ponte en contacto con Richardson. Dile
que tienes el virus y que quieres llegar a un trato monetario.
—¿Crees que se tragara eso? —Preguntó Miley.
AJ se encogió de hombros.
—No veo por qué no. Los tipos sucios
piensan que todo el mundo puede ser comprado por un precio. Lo veo todo el
tiempo.
—Tiene razón —dijo Grange.
—¿Pero quién se pondrá en contacto con
él? —Preguntó Rick.
—Lo haré yo —dijo Miley.
—No estoy de acuerdo.
Ella miró a Nick.
—¿Por qué no?
—Demasiado peligroso.
Ella puso los ojos en blanco.
—¿Otra vez con el mismo cuento?
—Miley. Esto no son pequeños trucos.
Esto es algo grande.
—Me doy cuenta de eso. Pero soy la
elección lógica. Lo conozco. Richardson me contrató. Belanfield sabe que salté
a tu moto después de que robaras el virus.
—Ella tiene razón —dijo Grange—. Es la
opción lógica para hacer el contacto.
Nick se puso de pie y se pasó los dedos
por su cabello.
—No me gusta.
—Sé que no, pero tiene sentido. Contacto
con Richardson, le digo que te he quitado el virus y que quiero vendérselo.
Sabes que se desvivirá al tratar recuperarlo. Así que todo lo que tenemos que
hacer es esperar y ver qué hace con él.
—Correcto —dijo Spencer—. Y estaremos
allí, listos para proteger a Miley así como para rastrear a Richardson.
—Exacto —dijo Grange.
—Lo sé. Tiene sentido. Y por supuesto
esperamos que muerda el cebo, compre el virus y lo lleve directamente a
Productos Farmacéuticos Delor —dijo Nick.
Miley asintió, la emoción hacía que su
sangre corriera presurosa por sus venas. Apenas sí podía quedarse quieta.
—Y luego de alguna manera nos apañaremos
para llamar a las autoridades una vez que nos aseguremos que Richardson está
con Delor, con el virus robado dentro del local.
—Me ocuparé de esa parte —dijo Grange.
—Pero no deseamos darle el virus
verdadero —dijo Miley—. ¿Verdad?
—No, haremos uno falso —dijo Pax—. Me
encargaré de eso.
—Ciencias ocultas en acción —dijo
Spencer, poniendo los ojos en blanco—. Intenta no hacer explotar el laboratorio
en esta ocasión.
—No fue mi culpa —dijo Pax.
—Esa es una historia que quiero oír
algún día —dijo Miley.
—Bien. —Grange se ubicó frente a la
oficina—. Necesitamos poner en orden nuestras acciones y establecer una línea
de tiempo. La primera cosa a hacer es que Miley llame y vea si Richardson
muerde el cebo.
Miley asintió y buscó el número de móvil
de Richardson, aquel que él le había dado cuando contrató a su firma para
verificar la seguridad. Se dirigió a la línea segura y llamó, con Grange
escuchándolo todo. Richardson contestó al segundo timbrazo.
—¿Aló?
—Señor Richardson, soy Miley Cyrus.
Él hizo una pausa sólo durante un
segundo, sin duda sobresaltado por tener noticias de ella.
—Señorita Cyrus, hemos estado tan
preocupados por usted después del robo en el museo. ¿Está bien?
—Lo estoy.
—Asumimos que había sido secuestrada.
¿Dónde está?
—Señor. Richardson, cortemos con toda
esta mierda, ¿está bien? Lo sé todo sobre el virus escondido en la antigüedad y
cuan implicado está en todo esto.
Él se quedó en silencio otra vez durante
unos segundos.
—No sé de lo qué está hablando.
—Sí, sí lo sabe. Había un virus
potencialmente mortal escondido en la reliquia de la exposición itinerante. Esa
que me contrató para proteger, esa que
temía fuera robada debido a la falta de seguridad adecuada en el museo. Y tenía razón. Fue robada. La buena noticia
para usted es que eventualmente la he vuelto a robar.
—¿Cómo sé que no trabajas para la
policía?
Ella resopló.
—Una vez fui policía, señor Richardson.
Podría haberlo sido por toda la vida y nunca haber hecho ninguna clase de
dinero. ¿Ahora está interesado o tengo que buscar otro comprador? Necesito algo
de efectivo.
Otros pocos segundos de silencio. En
esta ocasión su voz no era amistosa.
—¿Qué quieres?
—Un millón de dólares a cambio del
virus.
—Esto es una locura.
—Quiere el virus de regreso, ¿verdad?
—¿Dónde estás?
—Dallas.
—Puedo estar allí mañana por la noche.
—¿Con el dinero? —Insistió ella,
intentando sonar impaciente, como si estuviera preocupada por el dinero.
—Sí, señorita Cyrus. Con el dinero. Sólo
debe asegurarse de estar allí con el virus.
Ellos hicieron arreglos por un momento y
quedaron en un lugar de encuentro, entonces Miley colgó, las palmas de sus
manos sudaban y su corazón latía desbocado contra su pecho.
—Lo hiciste genial. —Grange se puso de
pie y le apretó el hombro—. Ahora relájate. Tenemos mucho que hacer antes de
mañana por la noche.
Ella se paró, movió los hombros hacia
atrás para aliviar la tensión y giró hacia Nick. Los demás habían salido ya de
la oficina, trabajando en sus tareas adjudicadas.
—¿Nos reuniremos con ellos? —Preguntó
ella.
—Supongo.
—¿Qué está mal? Estás preocupado por mí,
¿verdad?
—Intento no estarlo. Sé que eres capaz.
—Gracias. Tanto por el elogio como por
la preocupación.
—Es que no me gusta esta situación. Te
pone al frente y en medio de la zona de peligro. Esto no es lo tuyo. No te
alistaste para esta vida.
Ella se encogió de hombros.
—Es lo que siempre he querido hacer, Nick.
Esta clase de vida, esta aventura. La pizca de peligro, la posibilidad de
corregir una injusticia… todas esas cosas que mi padre me impidió hacer cuando
estuve en la policía.
—Y esa es una parte de ti que amo.
Cuando te vi esa noche en el museo… habías cambiado tanto… que me sentí
asombrado, pero amé cuan fantástica y competente eras. Era como si esto se
hubiera convertido en tu propia piel, Miley, como si hicieras lo que habías
nacido para hacer. Siempre me preocuparé por ti, aunque nunca me interpondría
para que hicieses lo que amas, algo en lo que eres puñeteramente buena.
Ella se rió de él, entendiendo
exactamente de donde venía eso
—El saber lo que sé ahora, el peligro al
que te enfrentas, me hace sentir de la misma forma. Estoy tan orgullosa de lo
que has hecho con tu vida, la forma en que has cambiado, pero siempre me
preocuparé cuando cumplas una asignación. No puedo evitarlo, porque estoy
enamorada de ti.
—¿No tiene sentido, verdad?
—Realmente, lo tiene. Si no nos
amáramos, no nos preocuparíamos por el peligro. Cuando mañana por la noche vaya
allí, me sentiré segura porque sé que tus ojos estarán posados en mi espalda.
Él le tomó la mano y entraron en el
laboratorio para observar a Pax crear el duplicado del virus, riéndose cuando
él lo llamó “la alienígena mugre verde”. Cuando él terminó, Miley no podía
decir la diferencia entre el original y la copia, bajo el contenedor plexiglás
del vial Era una réplica perfecta, incluso el color verde fluorescente.
—Cuan verde historieta puede ser este
color —dijo Pax con sequedad.
Ellos pasaron el tiempo trabajando sobre
el punto de encuentro. Miley iba a encontrarse con Richardson en un restaurante
público en una transitada intersección, lo que daría a los Moteros Salvajes
muchos lugares para esconderse a la vista de todos. Estarían en motos y en
coches, listos para acercarse en caso que pasara algo. El bolso de Miley y su
coche tendrían micrófonos así ella podría registrar lo que pasara.
Era tarde y ellos habían revisado el
plan varias veces. Grange les dijo que examinarían los detalles otra vez
mañana, pero que ella parecía necesitar algo de descanso.
Estaba cansada. Había sido una noche
accidentada y ya eran la tres de la mañana. Nick la llevó arriba y cerró la
puerta de su cuarto. Ella bostezó y se estiró, lista para subir a la cama y
caer inconsciente, pero Nick la agarró por la cintura y la atrajo contra él,
cubriendo su boca con un beso que le robó el aliento.
El cansancio se evaporó en un instante
cuando él la puso bruscamente contra la pared, presionando su cuerpo duro
contra el suyo. Inmovilizada, sus sentidos se sobrecargaron cuando sintió cada
acerado centímetro de él, desde la pared de su pecho hasta su rápidamente
endurecida polla deslizándose contra su cadera
La pasión explotó cuando ella sintió la
necesidad salvaje y urgente dentro de él, como si él lo desease porque podría
ser la última vez que estuvieran juntos. Ella lo sabía bien, pero lo entendía
más de lo que él le daba crédito. Y Miley amaba ese lado de Nick, ese lado
primitivo y salvaje que guiaba el instinto. Con la boca aún sobre la suya, él
le desabotonó los vaqueros, bajó abruptamente la cremallera y empujó sus vaqueros y bragas al suelo. Ella
salió rápidamente de ellos mientras él se desabrochaba sus propios vaqueros,
abriéndolos solo lo suficiente para sacar su verga.
Ella se estiró a por ella, envolviendo
los dedos en torno de su latente calor. Él la agarró de las nalgas,
levantándola sobre su polla, luego empujándose en ella hasta que estuvo
sepultado profundamente. Miley gimió contra su boca, empujando la lengua contra
la de él.
La cabalgata fue salvaje y dura. Miley
restregó los dedos por el cabello de Nick,
tirando de él mientras Nick embestía profundamente dentro de ella con golpes
implacables. Él exigía y ella respondía, siendo consciente de que no duraría
mucho tiempo, sintiendo la ráfaga de locura que lo llevaba a culminar en ella.
Nick se tensó, estremeciéndose contra
ella.
—Maldición —dijo él—. Me corro.
El saber
que él estaba tan cerca tan rápidamente fue la perdición de Miley. Ella
chilló cuando la embargó un relámpago de sensaciones que hizo que su juego se
terminara muy rápidamente.
Ah, pero estaba equivocada. No se había
terminado, porque él no la iba a dejar fácilmente. Nick permaneció en ella,
sosteniéndola aún de las manos cuando se impulsó dentro de ella. Miley se
derramó sobre él, estaba tan mojada, pérdida en el éxtasis mientras él la
llevaba al borde otra vez. Esta vez, Nick la acompañó, gritando mientras se
corría, empujándola contra la pared, gimiendo contra su cuello empapado de
transpiración.
Miley se sintió blanda como un estropajo
cuando él finalmente la puso sobre sus pies. Lo bueno era que mantuvo su brazo
protector alrededor de ella. De hecho, no parecía que él quisiera dejarla ir,
simplemente retrocedió, tropezando con lo que fuera que estuviera en el suelo y
cayó en la cama, llevándola con él.
Él le besó la cima de la cabeza, la
atrajo a su lado y los cubrió con las mantas.
Ella sonrió y suspiró con total alegría.
Si así era como pasaría el resto de su vida,
sería una mujer feliz.
Para la noche del día siguiente, Miley había revisado el plan
tantas veces que podría recitarlo de memoria. La ruta estaba trazada, había
practicado cada posible conversación y escenario que podría pasar con
Richardson. Sabía qué caminos podía tomar y huir si se metía en problemas. No
es que esperara hacerlo ya que con una señal todos estarían a su lado en un
segundo.
Estarían en un lugar público, la posibilidad de que Richardson
le disparara era muy escasa. Estaría bien. De hecho, no se sentía preocupada en
absoluto. Excitada sí, pero no asustada.
Nick había estado caminando de un lado a otro como un animal
enjaulado todo el día, haciéndola repetir el plan, interpretar potenciales
circunstancias así sabría qué hacer si Richardson hiciera algo inesperado.
Nunca había estado tan bien preparada. Se sentía tan lista, de hecho, que
estaba a punto de gritar si ellos no hacían algo.
Miley había comido, se había duchado y se había vestido y Nick
había sido su sombra en todo momento. Lo amaba, de verdad, pero si no le daba
algo de espacio, muy pronto tendría que pegarle un tiro. Aunque entendiera su
preocupación, empezaba a fastidiarla.
Y los otros chicos lo habían notado. Nick había estado tan
desquiciado por la tensión que incluso ellos mantuvieron la distancia y no
hicieron ningún comentario burlón como normalmente hacían. Miley sólo sacudió
la cabeza y le dijo que se relajara.
—Estoy relajado.
—No lo estás. Estás tan furioso que serías capaz de dispararle a
algún pobre anciano que entre en el restaurante y se cruce delante de mí.
Nick inclinó la cabeza a un lado.
—Dame algo de crédito, Miley.
Ella se rió.
—Sólo intentó que te relajes un poco.
—Preocúpate de tu parte. Yo cuidaré de la mía.
Ellos tenían una hora antes de marcharse, porque Grange deseaba
que todo el mundo estuviera en posición mucho antes de que Miley debiera
encontrarse con Richardson, por si él llegaba temprano o para ubicar a su gente
en posiciones estratégicas. Miley cogió un libro, el resto de los chicos
estaban en otros sitios ocupados.
Nick caminaba de un lado a otro.
—¿Siempre hace eso antes de un trabajo? —Le preguntó ella a AJ
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