domingo, 29 de enero de 2012

"The Wild Walk" Cap 56


—Forma parte del consejo del museo en Chicago. Fue mi contacto, contrató a mi firma para probar el nuevo equipo de seguridad que ellos habían adquirido. Si ves este organigrama, también pertenece a la Junta Directiva de Productos Farmacéuticos Delor.
—Ahí está tu conexión —dijo Pax.
Ella asintió.
—Él sabía que la seguridad nocturna del museo era floja. Creyó hacer lo correcto al buscar que fuera más segura. Lo último que quería era que la reliquia que contenía el virus fuera robado.
—Que es exactamente lo que pasó cuando Nick lo robó —dijo Grange.
—Debían saber que eso podría pasar, que alguien se daría cuenta donde podría estar el virus —dijo Nick.
—Y Richardson no podía permitir que alguien relacionado al museo cubriera la seguridad. Eso despertaría sospechas.
—Lo cual le obligó a mantener fuera a Belanfield —dijo Nick.
—Por lo que apostaría a que él estaba en el exterior. Él fue quien nos disparó. —le dijo a Miley.
—Claro —respondió ella—. Belanfield te vio forzar la entrada y robar el virus. Era su trabajo como el hombre externo garantizar que nadie se lo llevara.
—Y cuando desaparecimos con él, tanto Richardson como Delor se echaron encima de Belanfield, obligándolo a perseguirnos a lo grande —dijo Nick.
—Bien, si que son populares ustedes dos —bromeó Spencer.
Nick se rió.
—No de la forma que deseábamos.
—Bien, así que ahora debemos hacer que los jugadores se muestren —dijo Miley—. ¿Y qué hacemos a continuación? ¿Supongo que, simplemente, no podemos llamar a la policía con esta información?
—No exactamente —dijo Grange—. No tenemos pruebas, sólo suposiciones. Pero la sede central corporativa de Delor está aquí en Dallas. Lo que significa que necesitamos colocar una trampa y lo haremos solos, sin que seamos notados, como siempre.
—Mi parte favorita —dijo Díaz con una sonrisa.
—Bien, eso es fácil —dijo AJ—. Negociemos con el virus.
—¿Cómo? —Preguntó él.
—Ponte en contacto con Richardson. Dile que tienes el virus y que quieres llegar a un trato monetario.
—¿Crees que se tragara eso? —Preguntó Miley.
AJ se encogió de hombros.
—No veo por qué no. Los tipos sucios piensan que todo el mundo puede ser comprado por un precio. Lo veo todo el tiempo.
—Tiene razón —dijo Grange.
—¿Pero quién se pondrá en contacto con él? —Preguntó Rick.
—Lo haré yo —dijo Miley.
—No estoy de acuerdo.
Ella miró a Nick.
—¿Por qué no?
—Demasiado peligroso.
Ella puso los ojos en blanco.
—¿Otra vez con el mismo cuento?
—Miley. Esto no son pequeños trucos. Esto es algo grande.
—Me doy cuenta de eso. Pero soy la elección lógica. Lo conozco. Richardson me contrató. Belanfield sabe que salté a tu moto después de que robaras el virus.
—Ella tiene razón —dijo Grange—. Es la opción lógica para hacer el contacto.
Nick se puso de pie y se pasó los dedos por su cabello.
—No me gusta.
—Sé que no, pero tiene sentido. Contacto con Richardson, le digo que te he quitado el virus y que quiero vendérselo. Sabes que se desvivirá al tratar recuperarlo. Así que todo lo que tenemos que hacer es  esperar y ver qué hace con él.
—Correcto —dijo Spencer—. Y estaremos allí, listos para proteger a Miley así como para rastrear a Richardson.
—Exacto —dijo Grange.
—Lo sé. Tiene sentido. Y por supuesto esperamos que muerda el cebo, compre el virus y lo lleve directamente a Productos Farmacéuticos Delor —dijo Nick.
Miley asintió, la emoción hacía que su sangre corriera presurosa por sus venas. Apenas sí podía quedarse quieta.
—Y luego de alguna manera nos apañaremos para llamar a las autoridades una vez que nos aseguremos que Richardson está con Delor, con el virus robado dentro del local.
—Me ocuparé de esa parte —dijo Grange.
—Pero no deseamos darle el virus verdadero —dijo Miley—. ¿Verdad?
—No, haremos uno falso —dijo Pax—. Me encargaré de eso.
—Ciencias ocultas en acción —dijo Spencer, poniendo los ojos en blanco—. Intenta no hacer explotar el laboratorio en esta ocasión.
—No fue mi culpa —dijo Pax.
—Esa es una historia que quiero oír algún día —dijo Miley.
—Bien. —Grange se ubicó frente a la oficina—. Necesitamos poner en orden nuestras acciones y establecer una línea de tiempo. La primera cosa a hacer es que Miley llame y vea si Richardson muerde el cebo.
Miley asintió y buscó el número de móvil de Richardson, aquel que él le había dado cuando contrató a su firma para verificar la seguridad. Se dirigió a la línea segura y llamó, con Grange escuchándolo todo. Richardson contestó al segundo timbrazo.
—¿Aló?
—Señor Richardson, soy Miley Cyrus.
Él hizo una pausa sólo durante un segundo, sin duda sobresaltado por tener noticias de ella.
—Señorita Cyrus, hemos estado tan preocupados por usted después del robo en el museo. ¿Está bien?
—Lo estoy.
—Asumimos que había sido secuestrada. ¿Dónde está?
—Señor. Richardson, cortemos con toda esta mierda, ¿está bien? Lo sé todo sobre el virus escondido en la antigüedad y cuan implicado está en todo esto.
Él se quedó en silencio otra vez durante unos segundos.
—No sé de lo qué está hablando.
—Sí, sí lo sabe. Había un virus potencialmente mortal escondido en la reliquia de la exposición itinerante. Esa que  me contrató para proteger, esa que temía fuera robada debido a la falta de seguridad adecuada en el museo. Y  tenía razón. Fue robada. La buena noticia para usted es que eventualmente la he vuelto a robar.
—¿Cómo sé que no trabajas para la policía?
Ella resopló.
—Una vez fui policía, señor Richardson. Podría haberlo sido por toda la vida y nunca haber hecho ninguna clase de dinero. ¿Ahora está interesado o tengo que buscar otro comprador? Necesito algo de efectivo.
Otros pocos segundos de silencio. En esta ocasión su voz no era amistosa.
—¿Qué quieres?
—Un millón de dólares a cambio del virus.
—Esto es una locura.
—Quiere el virus de regreso, ¿verdad?
—¿Dónde estás?
—Dallas.
—Puedo estar allí mañana por la noche.
—¿Con el dinero? —Insistió ella, intentando sonar impaciente, como si estuviera preocupada por el dinero.
—Sí, señorita Cyrus. Con el dinero. Sólo debe asegurarse de estar allí con el virus.
Ellos hicieron arreglos por un momento y quedaron en un lugar de encuentro, entonces Miley colgó, las palmas de sus manos sudaban y su corazón latía desbocado contra su pecho.
—Lo hiciste genial. —Grange se puso de pie y le apretó el hombro—. Ahora relájate. Tenemos mucho que hacer antes de mañana por la noche.
Ella se paró, movió los hombros hacia atrás para aliviar la tensión y giró hacia Nick. Los demás habían salido ya de la oficina, trabajando en sus tareas adjudicadas.
—¿Nos reuniremos con ellos? —Preguntó ella.
—Supongo.
—¿Qué está mal? Estás preocupado por mí, ¿verdad?
—Intento no estarlo. Sé que eres capaz.
—Gracias. Tanto por el elogio como por la preocupación.
—Es que no me gusta esta situación. Te pone al frente y en medio de la zona de peligro. Esto no es lo tuyo. No te alistaste para esta vida.
Ella se encogió de hombros.
—Es lo que siempre he querido hacer, Nick. Esta clase de vida, esta aventura. La pizca de peligro, la posibilidad de corregir una injusticia… todas esas cosas que mi padre me impidió hacer cuando estuve en la policía.
—Y esa es una parte de ti que amo. Cuando te vi esa noche en el museo… habías cambiado tanto… que me sentí asombrado, pero amé cuan fantástica y competente eras. Era como si esto se hubiera convertido en tu propia piel, Miley, como si hicieras lo que habías nacido para hacer. Siempre me preocuparé por ti, aunque nunca me interpondría para que hicieses lo que amas, algo en lo que eres puñeteramente buena.
Ella se rió de él, entendiendo exactamente de donde venía eso
—El saber lo que sé ahora, el peligro al que te enfrentas, me hace sentir de la misma forma. Estoy tan orgullosa de lo que has hecho con tu vida, la forma en que has cambiado, pero siempre me preocuparé cuando cumplas una asignación. No puedo evitarlo, porque estoy enamorada de ti.
—¿No tiene sentido, verdad?
—Realmente, lo tiene. Si no nos amáramos, no nos preocuparíamos por el peligro. Cuando mañana por la noche vaya allí, me sentiré segura porque sé que tus ojos estarán posados en mi espalda.
Él le tomó la mano y entraron en el laboratorio para observar a Pax crear el duplicado del virus, riéndose cuando él lo llamó “la alienígena mugre verde”. Cuando él terminó, Miley no podía decir la diferencia entre el original y la copia, bajo el contenedor plexiglás del vial Era una réplica perfecta, incluso el color verde fluorescente.
—Cuan verde historieta puede ser este color —dijo Pax con sequedad.
Ellos pasaron el tiempo trabajando sobre el punto de encuentro. Miley iba a encontrarse con Richardson en un restaurante público en una transitada intersección, lo que daría a los Moteros Salvajes muchos lugares para esconderse a la vista de todos. Estarían en motos y en coches, listos para acercarse en caso que pasara algo. El bolso de Miley y su coche tendrían micrófonos así ella podría registrar lo que pasara.
Era tarde y ellos habían revisado el plan varias veces. Grange les dijo que examinarían los detalles otra vez mañana, pero que ella parecía necesitar algo de descanso.
Estaba cansada. Había sido una noche accidentada y ya eran la tres de la mañana. Nick la llevó arriba y cerró la puerta de su cuarto. Ella bostezó y se estiró, lista para subir a la cama y caer inconsciente, pero Nick la agarró por la cintura y la atrajo contra él, cubriendo su boca con un beso que le robó el aliento.
El cansancio se evaporó en un instante cuando él la puso bruscamente contra la pared, presionando su cuerpo duro contra el suyo. Inmovilizada, sus sentidos se sobrecargaron cuando sintió cada acerado centímetro de él, desde la pared de su pecho hasta su rápidamente endurecida polla deslizándose contra su cadera
La pasión explotó cuando ella sintió la necesidad salvaje y urgente dentro de él, como si él lo desease porque podría ser la última vez que estuvieran juntos. Ella lo sabía bien, pero lo entendía más de lo que él le daba crédito. Y Miley amaba ese lado de Nick, ese lado primitivo y salvaje que guiaba el instinto. Con la boca aún sobre la suya, él le desabotonó los vaqueros, bajó abruptamente la cremallera  y empujó sus vaqueros y bragas al suelo. Ella salió rápidamente de ellos mientras él se desabrochaba sus propios vaqueros, abriéndolos solo lo suficiente para sacar su verga.
Ella se estiró a por ella, envolviendo los dedos en torno de su latente calor. Él la agarró de las nalgas, levantándola sobre su polla, luego empujándose en ella hasta que estuvo sepultado profundamente. Miley gimió contra su boca, empujando la lengua contra la de él.
La cabalgata fue salvaje y dura. Miley restregó los  dedos por el cabello de Nick, tirando de él mientras Nick embestía profundamente dentro de ella con golpes implacables. Él exigía y ella respondía, siendo consciente de que no duraría mucho tiempo, sintiendo la ráfaga de locura que lo llevaba a culminar en ella.
Nick se tensó, estremeciéndose contra ella.
—Maldición —dijo él—. Me corro.
El saber  que él estaba tan cerca tan rápidamente fue la perdición de Miley. Ella chilló cuando la embargó un relámpago de sensaciones que hizo que su juego se terminara muy rápidamente.
Ah, pero estaba equivocada. No se había terminado, porque él no la iba a dejar fácilmente. Nick permaneció en ella, sosteniéndola aún de las manos cuando se impulsó dentro de ella. Miley se derramó sobre él, estaba tan mojada, pérdida en el éxtasis mientras él la llevaba al borde otra vez. Esta vez, Nick la acompañó, gritando mientras se corría, empujándola contra la pared, gimiendo contra su cuello empapado de transpiración.
Miley se sintió blanda como un estropajo cuando él finalmente la puso sobre sus pies. Lo bueno era que mantuvo su brazo protector alrededor de ella. De hecho, no parecía que él quisiera dejarla ir, simplemente retrocedió, tropezando con lo que fuera que estuviera en el suelo y cayó en la cama, llevándola con él.
Él le besó la cima de la cabeza, la atrajo a su lado y los cubrió con las mantas.
Ella sonrió y suspiró con total alegría. Si así era como pasaría el resto de su vida,  sería una mujer feliz.
Para la noche del día siguiente, Miley había revisado el plan tantas veces que podría recitarlo de memoria. La ruta estaba trazada, había practicado cada posible conversación y escenario que podría pasar con Richardson. Sabía qué caminos podía tomar y huir si se metía en problemas. No es que esperara hacerlo ya que con una señal todos estarían a su lado en un segundo.
Estarían en un lugar público, la posibilidad de que Richardson le disparara era muy escasa. Estaría bien. De hecho, no se sentía preocupada en absoluto. Excitada sí, pero no asustada.
Nick había estado caminando de un lado a otro como un animal enjaulado todo el día, haciéndola repetir el plan, interpretar potenciales circunstancias así sabría qué hacer si Richardson hiciera algo inesperado. Nunca había estado tan bien preparada. Se sentía tan lista, de hecho, que estaba a punto de gritar si ellos no hacían algo.
Miley había comido, se había duchado y se había vestido y Nick había sido su sombra en todo momento. Lo amaba, de verdad, pero si no le daba algo de espacio, muy pronto tendría que pegarle un tiro. Aunque entendiera su preocupación, empezaba a fastidiarla.
Y los otros chicos lo habían notado. Nick había estado tan desquiciado por la tensión que incluso ellos mantuvieron la distancia y no hicieron ningún comentario burlón como normalmente hacían. Miley sólo sacudió la cabeza y le dijo que se relajara.
—Estoy relajado.
—No lo estás. Estás tan furioso que serías capaz de dispararle a algún pobre anciano que entre en el restaurante y se cruce delante de mí.
Nick inclinó la cabeza a un lado.
—Dame algo de crédito, Miley.
Ella se rió.
—Sólo intentó que te relajes un poco.
—Preocúpate de tu parte. Yo cuidaré de la mía.
Ellos tenían una hora antes de marcharse, porque Grange deseaba que todo el mundo estuviera en posición mucho antes de que Miley debiera encontrarse con Richardson, por si él llegaba temprano o para ubicar a su gente en posiciones estratégicas. Miley cogió un libro, el resto de los chicos estaban en otros sitios ocupados.
Nick caminaba de un lado a otro.
—¿Siempre hace eso antes de un trabajo? —Le preguntó ella a AJ



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