Nick deseaba un par de cosas más, aunque no
le pareció que su seria y anticuada secretaria tomara de buena manera las
sugerencias que él tenía ganas de hacerle en ese momento. Así que se guardó sus
locas ideas y sólo pidió un café fuerte y sin azúcar.
Cinco
minutos más tarde, Miley golpeó con los nudillos en la puerta antes de entrar
en la oficina personal del director de Jonas Publisher. Estaban en un vigésimo tercer piso y desde el
enorme ventanal de vidrio se tenía una vista impresionante de la ciudad de
Nueva York. El lugar estaba amueblado de manera elegante, con líneas simples,
modernas y muy masculinas, donde el negro y el vidrio eran los predominantes. Nick
se encontraba reclinado en un confortable sillón de cuero negro junto al amplio
escritorio de vidrio ahumado revisando las carpetas y la pantalla de la
computadora. Le indicó a Miley que dejara la taza sobre la mesa, sin siquiera
levantar los ojos del monitor. Miley lo tomó cómo uno más de sus señales de
absoluta indiferencia para con ella.
Nick en realidad, no se había atrevido a
volver a mirarla por temor a que retornaran a su cabeza aquellos pensamientos,
en los que los jugosos labios de Miley hacían maravillas bajo sus pantalones.
Durante la mañana, Miley atendió once
llamados para su jefe: uno era de su hermano Joe, dos eran de unos amigos que
querían invitarlo a una fiesta la semana próxima, cuatro correspondían a
distintas compañías interesadas en contratar a Jonas Publisher para realizar
sus campañas publicitarias y el resto de los llamados era de mujeres que
querían hablar con Nick y que argumentaban alguna excusa para ser
atendidas. El pretexto más utilizado era
el del objeto olvidado, aunque el elemento en cuestión variaba según la
imaginación de la creadora. Había quienes habían dicho que tenían los
documentos de Nick, otras una corbata, un bolígrafo, una agenda y aquí Miley
comprobaba que mentían ya que la única agenda que tenía el señor Jonas la
llevaba ella. Y también hubo quienes apostaron a más, diciendo que tenían
alguna prenda íntima.
Excusa
más o excusa menos, al señor Jonas no le interesaban. Después de haber enviado
el ramo de flores, él ya no quería volver a saber de ninguna de ellas. De todas
formas, Miley apuntaba cada llamado y después entregaba la lista a su jefe para
que él decidiera que quería hacer con ellas. Un rato antes de las diez y
treinta, la señorita Cyrus preparó la sala de conferencias acondicionándola
para la ocasión. La reunión se llevaría
a cabo entre los dos directivos de la firma de maquillaje y el señor Jonas, ya
que él personalmente, había diseñado esa campaña publicitaria que constaba de
un aviso para la televisión por cable o satelital y también varias gráficas
para las revistas de moda, belleza y actualidad.
Comprobó
que funcionaran correctamente la pantalla gigante adosada a la pared y el
ordenador. Todo estaba listo. Llegada la hora, durante la exposición, ella se
quedó en la sala, fuera de la vista de los ejecutivos pero cerca por si Nick la
necesitaba para alguna tarea. Al finalizar tomó algunos datos que le habían
indicado y también apuntó algunos eventos a los cuales Nick había sido invitado
por los dos hombres.
—¡Felicitaciones Señor Jonas! El trabajo que
ha realizado es impecable— expresó uno de los ejecutivos al despedirse mientras
se estrechaban las manos
—¡Magnífico!— agregó el otro—. Ha logrado
capturar el glamour que merecía nuestra exclusiva línea importada de Francia.
Por
un buen rato habían continuado los cumplidos y todos eran bien merecidos. Nick podría ser mujeriego y tener sus defectos,
pero tenía sus virtudes también y una de esas era su dedicación y su amor por
su profesión. En cada trabajo que realizaba dejaba su sello de perfección
absoluta. No por nada era uno de los ejecutivos más exitosos del momento.
Cuando
se encontraban solos, Nick se dejó caer en el sillón que estaba a la cabecera
de la extensa mesa, también, cómo en la oficina de él, de vidrio gris humo.
Dejó escapar una profunda expiración y recostó la cabeza en el respaldar
mullido.
—¿Cuál es mi próximo compromiso del día, Miley?—
preguntó con los ojos cerrados.
—Tiene libre hasta las dos de la tarde
señor Jonas. Después tiene una junta con los de la ropa deportiva para que
ellos le expongan que desean transmitir en la campaña publicitaria y a las
cinco de la tarde una cita con sus amigos en un pub. También debería revisar
las llamadas que ha recibido durante la mañana
—¿Muchas?— preguntó abriendo un solo ojo y
sin levantar la cabeza.
—Once. Una es de su hermano Joe, quien
quiere que le preste la camioneta para el fin de semana.
—Bien. Después devuélvale el llamado y
dígale que pase a buscar las llaves por mi departamento a las ocho… Apunte eso
también por favor Miley.
Miley tomó nota de la visita de Joe al
departamento de Nick.
—¿No lo olvidará, no es así, señor Jonas?
Digo…, como usted tal vez a esa hora todavía se encuentre en el pub con sus
amigos…
—No lo se… ¿Podría usted recordármelo a las
siete y cuarenta?— levantó la cabeza para poder mirarla. Ella parecía dudar—.
Por favor Miley, sólo un llamado telefónico.
ooohh porque lo dejas alli???? estubo increible.. siguela plis.....!!!!
ResponderEliminaraaaw me encantooo el capis seguila pliis!!!!
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