miércoles, 25 de enero de 2012

"Die Frau hinter der Maske" Cap 8





Nick deseaba un par de cosas más, aunque no le pareció que su seria y anticuada secretaria tomara de buena manera las sugerencias que él tenía ganas de hacerle en ese momento. Así que se guardó sus locas ideas y sólo pidió un café fuerte y sin azúcar.
  Cinco minutos más tarde, Miley golpeó con los nudillos en la puerta antes de entrar en la oficina personal del director de Jonas Publisher.  Estaban en un vigésimo tercer piso y desde el enorme ventanal de vidrio se tenía una vista impresionante de la ciudad de Nueva York. El lugar estaba amueblado de manera elegante, con líneas simples, modernas y muy masculinas, donde el negro y el vidrio eran los predominantes. Nick se encontraba reclinado en un confortable sillón de cuero negro junto al amplio escritorio de vidrio ahumado revisando las carpetas y la pantalla de la computadora. Le indicó a Miley que dejara la taza sobre la mesa, sin siquiera levantar los ojos del monitor. Miley lo tomó cómo uno más de sus señales de absoluta indiferencia para con ella. 
Nick en realidad, no se había atrevido a volver a mirarla por temor a que retornaran a su cabeza aquellos pensamientos, en los que los jugosos labios de Miley hacían maravillas bajo sus pantalones.
Durante la mañana, Miley atendió once llamados para su jefe: uno era de su hermano Joe, dos eran de unos amigos que querían invitarlo a una fiesta la semana próxima, cuatro correspondían a distintas compañías interesadas en contratar a Jonas Publisher para realizar sus campañas publicitarias y el resto de los llamados era de mujeres que querían hablar con Nick y que argumentaban alguna excusa para ser atendidas.  El pretexto más utilizado era el del objeto olvidado, aunque el elemento en cuestión variaba según la imaginación de la creadora. Había quienes habían dicho que tenían los documentos de Nick, otras una corbata, un bolígrafo, una agenda y aquí Miley comprobaba que mentían ya que la única agenda que tenía el señor Jonas la llevaba ella. Y también hubo quienes apostaron a más, diciendo que tenían alguna prenda íntima. 
 Excusa más o excusa menos, al señor Jonas no le interesaban. Después de haber enviado el ramo de flores, él ya no quería volver a saber de ninguna de ellas. De todas formas, Miley apuntaba cada llamado y después entregaba la lista a su jefe para que él decidiera que quería hacer con ellas. Un rato antes de las diez y treinta, la señorita Cyrus preparó la sala de conferencias acondicionándola para la ocasión.  La reunión se llevaría a cabo entre los dos directivos de la firma de maquillaje y el señor Jonas, ya que él personalmente, había diseñado esa campaña publicitaria que constaba de un aviso para la televisión por cable o satelital y también varias gráficas para las revistas de moda, belleza y actualidad.
   Miley distribuyó las carpetas que contenían las imágenes y algunos informes. Éstas habían sido preparadas en duplicados, para que cada miembro de la reunión tuviese su copia. 
 Comprobó que funcionaran correctamente la pantalla gigante adosada a la pared y el ordenador. Todo estaba listo. Llegada la hora, durante la exposición, ella se quedó en la sala, fuera de la vista de los ejecutivos pero cerca por si Nick la necesitaba para alguna tarea. Al finalizar tomó algunos datos que le habían indicado y también apuntó algunos eventos a los cuales Nick había sido invitado por los dos hombres.
 —¡Felicitaciones Señor Jonas! El trabajo que ha realizado es impecable— expresó uno de los ejecutivos al despedirse mientras se estrechaban las manos
—¡Magnífico!— agregó el otro—. Ha logrado capturar el glamour que merecía nuestra exclusiva línea importada de Francia.
  Por un buen rato habían continuado los cumplidos y todos eran bien merecidos. Nick  podría ser mujeriego y tener sus defectos, pero tenía sus virtudes también y una de esas era su dedicación y su amor por su profesión. En cada trabajo que realizaba dejaba su sello de perfección absoluta. No por nada era uno de los ejecutivos más exitosos del momento.
  Cuando se encontraban solos, Nick se dejó caer en el sillón que estaba a la cabecera de la extensa mesa, también, cómo en la oficina de él, de vidrio gris humo. Dejó escapar una profunda expiración y recostó la cabeza en el respaldar mullido.
—¿Cuál es mi próximo compromiso del día, Miley?— preguntó con los ojos cerrados.
—Tiene libre hasta las dos de la tarde señor Jonas. Después tiene una junta con los de la ropa deportiva para que ellos le expongan que desean transmitir en la campaña publicitaria y a las cinco de la tarde una cita con sus amigos en un pub. También debería revisar las llamadas que ha recibido durante la mañana
—¿Muchas?— preguntó abriendo un solo ojo y sin levantar la cabeza.
—Once. Una es de su hermano Joe, quien quiere que le preste la camioneta para el fin de semana.
—Bien. Después devuélvale el llamado y dígale que pase a buscar las llaves por mi departamento a las ocho… Apunte eso también por favor Miley.
Miley tomó nota de la visita de Joe al departamento de Nick.
—¿No lo olvidará, no es así, señor Jonas? Digo…, como usted tal vez a esa hora todavía se encuentre en el pub con sus amigos…
—No lo se… ¿Podría usted recordármelo a las siete y cuarenta?— levantó la cabeza para poder mirarla. Ella parecía dudar—. Por favor Miley, sólo un llamado telefónico.


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