martes, 3 de enero de 2012

"Die Frau hinter der Maske" Cap 5




Miley estaba revisando en la computadora el material que el señor Jonas necesitaría para la presentación del comercial que una afamada casa de maquillajes le había solicitado a Jonas Publisher. Cuando el aludido llenó el pasillo con toda su magnífica presencia.  Miley, disimuladamente, espió sobre la montura de sus gafas.  Cómo la oficina de ella tenía las paredes de acrílico transparente y estaba justo al final del pasillo y precediendo la oficina del director de la compañía, tenía una vista perfecta del panorama que se ofrecía delante de sus ojos… Nick Jonas avanzaba por el corredor alfombrado saludando a los distintos empleados con quienes se cruzaba. Era todo carisma y seducción, aún sin siquiera proponérselo…  ¡Tiene ángel!, pensó Miley sin apartar la mirada.  Nick vestía un traje gris claro de diseñador que caía perfecto sobre su musculosa anatomía. Lo complementaba con una camisa morada y una corbata gris perla con finas rayitas rosadas. ¡Si sus zapatos hubiesen brillado más, realmente hubiesen sido un espejo!  Su atlético cuerpo de metro ochenta y cinco de altura y anchos hombros, era digno de ilustrar cualquiera de las secciones o notas de la revista “Cosmo”. ¡Tiene que ser pecado que un hombre sea tan bello! Una de las chicas del departamento de creatividad salió a mitad del pasillo al encuentro de Nick. Ella llevaba un vestidito muy corto de color borgoña y una chaquetita hasta la cintura.  Miley observaba absorta cómo la mujer, mientras aprovechaba la excusa de mostrarle a Nick unos informes, se insinuaba abiertamente.  Ella enrollaba en el dedo índice, uno de sus platinados rulos de buclera, y batía las pestañas tanto, que Miley estuvo tentada de ir a llevarle un colirio. 
¿Se le habrá metido algo en el ojo?
También sintió la tentación de ir a decirle a Nick que los informes no estaban metidos en el escote de la rubia, que para ser francos, tampoco tenía tanto que mostrar, sólo que le sobraba talento para hacerlo. Y sobre todo, sabía cómo ser el centro de atención… Algo que Miley jamás había logrado .Si tan sólo… Cerró los ojos vislumbrando una de las recurrentes escenas de sus sueños.  ¿Qué no daría ella por lograr ser mirada así por Nick, aunque sólo fuese una vez en su vida? Se encontró preguntándose. Miley volvió a abrir los ojos para  seguir apuntando algunos trucos más de seducción. Además del dedito enrollando el rulo y el batimiento de pestañas, parecía muy efectivo acariciarse sutilmente la parte del cuerpo a la cual deseaba llevar los ojos de su interlocutor. Tal cómo la mujer hacía en ese momento. Delta, tal era su nombre, deslizaba sus delicados dedos, mostrando una manicura francesa impecable, a lo largo de su cuello y por el borde de su escote.  ¡Señor, si se pusiera un cartel de  “llévame a la cama” en la frente, no podría ser más evidente!... casi grita Miley de indignación. Y por lo idiotizado que él aparenta estar, parece que Delta va a conseguirlo...  ¡Estúpido mujeriego! Y yo más estúpida por amarte tanto… Se reprendió a si misma. Soy una estúpida por soñar que soy yo por una vez, la destinataria de una mirada apasionada de tus enormes ojos negros, por desear ser besada por tus labios llenos…  Una y mil veces estúpida por anhelar trazar con mi dedo el filo de tu nariz recta y besar tu barbilla recién rasurada… Estúpida y más estúpida que nunca por querer estar entre tus brazos y sentir tu piel, tus caricias. Por anhelar tus manos expertas perdiéndose en mi cuerpo…  Por desear, más que a nada en el mundo, ser tuya… Perdida como estaba en sus pensamientos, Miley no había notado que la rubia seductora ya no estaba en el corredor, ni que el destinatario de cada uno de sus anhelos había llegado hasta su cubículo y estaba justo delante de su escritorio y frente a ella, sonriendo, con aquella sonrisa de dientes blanquísimos y hoyuelos en las mejillas. Él se mezo el corto cabello oscuro y apoyó sus enormes y masculinas manos sobre la mesa. No tenía esas manos típicas de ejecutivo, manos salidas de salón de belleza. Las de él eran manos rústicas, aunque no por ello desprolijas. 
—Buenos días, ¿está usted bien?— interrogó ladeando un poco la cabeza.

1 comentario:

  1. aaaaaaaaaaaawwwwwwwwwwwwwwww me muero me encanto el capis te juro qe casi me lo imagino a nick tan carca mio asi como asi jaja me encanto seguila plis!!!!!!!!!! besoss.
    atte male

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