Tras un minuto de silencio, Miley habló.
—Mi madre falleció cuando Ashley tenía dieciséis años y yo diez. Ya fue bastante duro tratar de adaptarme a la muerte de mi madre, a la que siempre teníamos en casa, pero el trabajo de mi padre requería que él viajara a menudo, lo que hacía que estuviera fuera más tiempo que en casa, incluso después de que mi madre muriera.
—No debió de ser fácil para ti o tu hermana.
—No, no lo fue —subió las rodillas y rodeó sus piernas con los brazos, con la vista aún clavada en el agua—. Nuestra vecina de entonces, la señora Sedgewick, se quedaba con nosotras mientras mi padre se hallaba fuera de la ciudad, pero automáticamente Ashley asumí las responsabilidades que mi madre solía tener en casa: cocinaba, limpiaba, hacía la compra, ese tipo de cosas.
—Y cuidar de ti —añadió él, comprendiendo la infancia anormal que había vivido Miley.
—Sí —lo miró a los ojos y sonrió, y en su expresión no hubo ni el más mínimo atisbo de pesar por lo sacrificado durante sus años de adolescente—. Nuestra situación ya era bastante difícil con mi madre muerta y mi padre fuera de la ciudad, y lo último que quería era que Ashley se sintiera insegura, como si no tuviera a nadie en la vida con quien poder contar. Y como mi hermana era en realidad todo lo que tenía.
También él tenía una hermana y sabía lo fuertes que podían ser esos lazos.
—Es muy afortunada de tenerte.
—Somos afortunadas de tenernos la una a la otra —corrigió con énfasis—. En particular desde el momento en que mi padre no aportaba mucho en el campo del apoyo emocional, o incluso en seguridad financiera.
Le sorprendió ese comentario. Sabía que el padre de ellas había fallecido hacía unos años de un ataque al corazón, pero los comentarios de Miley parecían aplicarse a sus vidas antes de que muriera.
—¿Qué quieres decir? —preguntó.
Ella volvió a titubear y Nick esperó en silencio que confiara en él.
—Siempre pensé que mi padre tenía un trabajo con unos ingresos decentes —comenzó finalmente—. Jamás supe cuánto ganaba de verdad, pero vivíamos en una casa agradable en un buen vecindario y mi padre conducía un BMW descapotable. Teníamos un televisor de pantalla grande, una piscina y un jacuzzi en el patio de atrás, y un ordenador de última tecnología, que en su momento costó una fortuna. Cualquier artilugio electrónico nuevo que salía al mercado, debía tenerlo, y no se lo pensaba dos veces en sus ataques de consumo.
Una suave brisa le agitó el cabello.
—En cualquier caso, al morir mi madre, siempre que mi padre debía salir de la ciudad le dejaba dinero para comprar comida y lo que fuera que Ashley y yo necesitáramos para la escuela. Aprendí a ser frugal y ahorradora con lo que me daba, que a menudo apenas alcanzaba, porque odiaba pedirle más y siempre quería cerciorarme de que me ocupaba de las necesidades de Ashley—se encogió de hombros—. Yo nunca necesité mucho.
Ver lo increíblemente generosa que había sido era otro motivo para caer rendido ante esa mujer.
—Lo que no comprendí hasta mucho más adelante fue que mi padre tenía un problema de consumismo, y lo cargaba todo a las tarjetas de crédito, que nunca pagaba. De modo que con el tiempo terminó por acumular una deuda enorme que era casi imposible…
—Lo haría otra vez sin pensármelo dos veces.
—No lo dudo —la suave caricia de sus dedos en la mejilla de ella hizo que girara la cabeza para mirarlo, y entonces le preguntó—: Pero ¿qué me dices de ti, Miley?
Parpadeó confusa.
—¿Qué pasa conmigo?
—ahora que va a casarse y a comenzar una vida propia con Lucas, ¿qué me dices de tu vida?
Era como si supiera lo mucho que le costaba perder a su hermana, aunque no pensaba reconocerlo en voz alta.
—Mi vida es buena.
—¿Tan buena como querrías que fuera?
—Nadie tiene una vida perfecta —repuso con evasivas.
—Cierto —convino—. Pero quizá ya es hora de que pienses en lo que tú quieres, para variar, y vayas por ello.
«Ve por ello». Otra vez esa frase, tentándola a ceder a sus deseos más profundos, que parecían intrínsecamente vinculados a ese hombre. En corazón, cuerpo y alma.
Ese pensamiento aterrador la sacudió por dentro, pero se negó a dejar que sus temores cancelaran lo que tanto había anhelado.
—Durante este momento, por este fin de semana, te deseo —dijo, luego se inclinó, apoyó la mano sobre el fino algodón de la camiseta que cubría el torso de Nick y lo besó.
La boca de él era increíblemente cálida y suave bajo la suya, y cuando poco a poco abrió los labios, fue ella quien ahondó el beso hasta satisfacer lo que buscaba. Las lenguas se tocaron y un nudo de pura necesidad sensual se formó en su estómago y más abajo.
Su limpio olor masculino le llenó los sentidos. Los pechos se le inflamaron, los pezones se le contrajeron y al rato deseó mucho más con todo el cuerpo. Como arrojar la cautela y el recato al viento y hacerle el amor a Nick allí mismo.
Fue él quien al final interrumpió el beso, y luego apoyó la frente contra la suya.
—Se está haciendo tarde —comentó con voz ronca por la excitación—. Deberíamos regresar al hotel.
Ella logró asentir, agradecida de que al menos él pudiera pensar con sensatez. Una cama blanda sería mucho más cómoda que el suelo duro o moverse sobre una roca.
—De acuerdo.
El trayecto de vuelta pareció requerir el doble de tiempo. En cuanto llegaron al hotel, r la dejó en la entrada lateral y fue a aparcar la moto.
Entró sola, Nick reguntándose si sería el fin de la noche, ya que él no había mencionado nada de verla en unos minutos o más tarde.
Evidentemente, respetaba su deseo de mantener la relación discreta y que no los vieran juntos en público.
Sin saber muy bien qué hacer, fue a su habitación y se dirigió al cuarto de baño, quitándose la chaqueta de lana. Sonrió al ver el regalo sin envolver que habían dejado sobre la almohada. Al inspeccionarlo más de cerca, descubrió que era tan tentador como las fresas bañadas en chocolate de la noche anterior.
Alzó el bote de pintura corporal de chocolate de Dulce Pecado y la mente comenzó a darle vueltas con escenarios perversos y eróticos. En la tapa había un lazo rojo que sostenía dos pinceles pequeños, junto con una tarjeta que ponía ¿Te atreves?, escrita con la caligrafía de Nick.
Por una vez en la vida no se lo pensó dos veces, ni analizó la respuesta… simplemente, siguió su instinto y deseos femeninos.
Desde luego que se atrevía.
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Para mi sis Katty... espero te guste!!! un beso Gandothe♥ jajaja
WIII!!!
ResponderEliminarfue un cap excepcional!
jeje :D
me enkanto!
e3spero el proximo pronto :)
te kiiero chik!
pliiis sube pronto!
Awwwwwwwwwwwwwwwww!!!
ResponderEliminarqe ermozoooooooo qap
x fin Miley confia en Nick
poqo a poqo qe lindo ez Nick!!!!!!!!!!!
awwwwwwww!!
:P
hahhaha
xoxox
te cuidaz bezoz
Tq!*