—Casi al mismo tiempo estaré de vuelta. Si no me he encontrado contigo antes de que te vayas, volveré a la casa poco después, el virus no estará solo.
Nick encendió el líquido sobre el carbón y dio un paso atrás mientras las llamas empezaban a salir a borbotones de la barbacoa.
—Bien. No me gusta la idea de que el virus sea dejado aquí sin nadie que lo vigile, aunque tu seguridad es malditamente estricta.
—Sí, no necesitas preocuparte por eso. E intentaré salir pronto de esas reuniones para poder estar de vuelta antes de que te vayas.
—Me sentiría mejor si volvieses antes de que nosotros salgamos volando de aquí. —Había mantenido cerrado el vial desde que lo había sacado del museo. Quería asegurarse de que era entregado de manera segura antes de dejarlo al cuidado de alguien más. Confiaba en Tom, pero no confiaba en lo que alguien podría hacer después de eso.
—Lo haré lo mejor que pueda. ¿Y mi bebé está todavía escondido y encerrado? —Sonrió Nick.
—Puedes apostarlo. ¿Están listos tus planes para entregar el virus?
—Sí. El contacto está en el lugar. No te preocupes. Esto irá sin problemas.
—Bien. Cuanto antes me deshaga del virus y termine esta misión, mejor. Estoy listo para irme a casa y salir a la carretera durante un rato.
El corazón de Miley latía con tanta fuerza que casi podía oírlo. Luchó por tragar, pero no pudo. El mundo se desmoronaba a su alrededor y no podía pensar con claridad. Era como intentar conducir cruzando una tormenta cegadora, no podía ver. Por eso hizo la única cosa que pudo. Descansó la espalda contra la roca del muro del sótano y luchó por respirar, para reagruparse y poner en orden su mente. La fría oscuridad le era de ayuda. Aquello era lo que necesitaba en aquel momento, el aislamiento, la oscuridad rodeándola. La ayudaría a concentrarse.
Nick seguía hablando por teléfono, así que tenía algo de tiempo. Él no podía verla así. Porque si no sabría que lo había escuchado y no quería que lo supiese.
Había bajado para buscar algunas conservas y oyó voces. La pequeña ventana que había al final del sótano junto a la puerta estaba abierta. Hasta pudo ver las botas de Nick. Él estaba hablando con alguien, así que ella pensó que quizás Tom había vuelto, pero no podía ver a nadie más. Mientras hurgaba en la despensa del sótano, se dio cuenta que sólo era la voz de Nick la que se oía, lo que significaba que estaba hablando por teléfono. Y cuanto más oía su parte de la conversación, más náuseas iba sintiendo.
No había tardado mucho en entenderlo todo. Tom era su contacto para el virus y Nick iba a entregarlo allí.
Y no le había dicho ni una palabra sobre el tema.
Durante todo ese tiempo ella había pensado que estaban avanzando, que él confiaba en ella, que le contaba cosas.
Un paso adelante, diez atrás.
Secretos y mentiras, como siempre. Ese era el sello de su relación. Se abrazó la cintura y luchó contra las lágrimas.
No. No iba a desmoronarse, no iba a dejar que las emociones la controlaran. No en aquello, no por Nick.
Tenía un trabajo que hacer y cómodamente había dejado que su corazón se interpusiese en el camino y dominase su sentido común. Había acusado a Nick de usar el sexo para distraerla. Estaba en lo cierto y se lo había permitido fácilmente. Él debía creer que era una estúpida.
Aquello terminaba allí. Era hora de pensar con la cabeza clara y de manera lógica sobre qué hacer a continuación.
Primero, tenía que enterrar sus emociones, hundirlas profundamente y no dejar que saliesen a la superficie. Dejar que su corazón guiase sus acciones podía marcar la diferencia entre un final exitoso y un error crítico. Esta vez, tenía todas las intenciones de ganar.
Eso implicaba lógica. Quizás Nick simplemente aún no se lo había contado.
Era posible que él y Tom acabasen de ponerse de acuerdo en el plan mientras hablaban por teléfono y esa noche le contaría los detalles a Miley. Ella tenía que concederle al menos un poco y darle el beneficio de la duda. Darle tiempo y ver si le revelaba el plan. Nick le había dicho que confiase en él, ¿verdad? Así que eso haría.
Le daría la oportunidad para que se lo contase. Si lo hacía, genial. Si no, Miley tendría que idear un plan propio.
Lo que significaba que tendría que destrozar aquel lugar y descubrir dónde estaba el virus, luego pensaría cómo encargarse de Nick para poder sacar el virus antes de que Tom volviese.
Deseó no tener que llegar a aquel punto, rezó porque Nick se sincerase con ella y le contase lo que estaba pasando.
Respirando hondo, recobró la compostura, agarró una lata de guisantes y se dirigió escaleras arriba. Nick estaba en la cocina.
—Hey, aquí estás. Me estaba preguntando dónde te habrías metido —dijo.
Ella fingió una sonrisa propia de un Oscar de la academia.
—No había conservas aquí así que fui abajo para ver si Tom tenía alguna en la despensa. Tenía razón. —Alzó la lata.
Él sonrió y la besó.
—Gran trabajo de investigación.
Ella lo bordeó y comenzó a preparar las hamburguesas.
—Hey ya sabes, es mi trabajo.
—Sí, lo sé. ¿Necesitas que te ayude?
—Cocina las hamburguesas. Lo demás lo tengo cubierto. —Terminó con las hamburguesas y le pasó el plato.
—Entendido.
Tan pronto como se hubo cerrado la puerta, Miley soltó el aire, moviéndose por la cocina como un robot. Terminó las patatas y las puso en el aceite, luego abrió la lata de guisantes y los puso en la olla.
Tras lanzar un rápido vistazo afuera para asegurarse de que Nick estaba ocupado con las hamburguesas, se movió a toda marcha por la casa, abriendo cajones y armarios, buscando en cualquier lugar en el que Nick y Tom pudieran haber ocultado el virus. No pudo avanzar mucho puesto que tenía que correr de vez en cuando a la cocina para darle la vuelta a las patatas y vigilar a Nick, pero sí encontró algo en botiquín médico de Tom —una receta de pastillas para dormir.
Más tarde podrían serle de ayuda. Abrió el bote y se metió dos pastillas en el bolsillo de los pantalones cortos, esperando con ganas no tener que usarlas. Pronto lo descubriría, puesto que tenía intenciones de darle a Nick cualquier razón en el mundo para que le contase la verdad.
Para cuando Nick entró con las hamburguesas, la mesa estaba lista. Aunque Miley no tenía hambre, hizo un esfuerzo para parecer relajada, comió un poco, e intentó pensar en cómo abordar el tema que la preocupaba.
—Me pareció oírte hablar con alguien fuera hace un rato —le dijo—. Me preocupé mucho, pensé que quizás alguien se había saltado la seguridad.
Nick tragó y tomó un sorbo de soda.
—No, no había nadie fuera. Estaba hablando con Tom por teléfono.
Ante su admisión, la esperanza saltó a la vida. ¿Le iba a hablar de la llamada telefónica a Tom? Se le tensó el estómago.
—¿Ah sí? ¿Va todo bien con él?
—Sí. Está bien. Sólo llamó para contarme sobre un contrabandista que capturó esta mañana. —Nick rió—. Un gran mamón, también. Una pena ya que no estaremos para verlo.
—¿No estaremos?
oooh me encanto el capis
ResponderEliminarseguila plis que
quieo saber que pasa depues aa esta super buena la nove
TKM
wow me encanto esta increible
ResponderEliminarte quedo estupendo me fascino muy lindo
espero el siguiente pronto que esta interesante
un besito cuidate :D