—Sí —respondió. Abrió el libro y señaló las notas que había realizado en los márgenes—. ¿Ves? Sólo estaba tomando notas por si acaso hacen una segunda edición.
Nick sacudió la cabeza con incredulidad.
—¿Me ha seducido una mujer que ha escrito un libro sobre seducción?
—En realidad, creo que fuiste tú el que me sedujo a mí.
—No. Yo estoy seguro de que fue al revés. ¿Haces esto a menudo?
—¡No! —exclamó Miley inmediatamente. Tal vez estuviera fingiendo ser una seductora, pero no era una casquivana—. ¡No! Nunca. Es decir, he estado con hombres, pero no tengo por costumbre seducir a desconocidos.
—Es decir, que yo, en vez de ser la regla, era la excepción.
—Sí —dijo ella, agradecida de que Nick, por fin, estuviera comenzando a ver la verdad—. La mayor parte de lo que he escrito en ese libro proviene de estudios científicos, no de experiencias propias. Se trata de fisiología básica. De la atracción entre hombres y mujeres.
—¿Los científicos realizan estudios sobre seducción? Vaya, te aseguro que, si lo hubiera sabido, habría elegido esa asignatura en la universidad.
—El estudio de la sexualidad humana es un campo muy importante. De este modo, se pueden predecir los comportamientos.
Nick recuperó el libro y lo examinó detenidamente.
—Entonces, ¿cómo te llamas de verdad? ¿Destiny o Miley?
—Miley. Destiny es mi pseudónimo. Así puedo proteger mi intimidad.
—Sí. Ya veo por qué. Diez minutos. La mayoría de los hombres sólo necesitan dos o tres para estar completamente listos.
— ¿Estás enfadado?
Nick negó con la cabeza. Mientras leía la contraportada, frunció el ceño.
—No. Yo diría que confuso es una definición mejor de cómo me encuentro —contestó—. Tal vez incluso un poco desconcertado.
Miley le agarró de la mano.
—No tienes por qué. Yo no me arrepiento de nada. ¿Y tú?
—Tú eres la experta en seducción. Tendrás que decirme cómo lo he hecho.
—¡No! Se trata sólo de un libro. Hay autores que escriben sobre vampiros, brujas y monstruos, pero que jamás han visto uno. En realidad, tú eres el primer hombre al que he seducido.
Nick se tomó un instante para asimilar aquella confesión. Entonces, asintió.
—Supongo que la mayoría de los hombres apreciarían que una mujer tuviera conocimiento teórico en lo que se refiere al sexo.
Miley asintió.
—Los hombres tienen técnicas para seducir a las mujeres, ¿no? Están escritas en todas esas revistas para hombres y en libros diversos. ¿Por qué no iban a poder hacer lo mismo las mujeres? A mí me parece que es justo.
Suavemente, le quitó el libro de las manos y lo volvió a meter en el bolso.
—Tienes razón.
Cuando terminaron de hablar, Miley se dio cuenta de que las turbulencias habían pasado y de que el avión volvía a moverse sin problema alguno. Tomó la mano de Nick y entrelazó los dedos con los de él. Parecía muy natural mantener el contacto, pero se preguntó por qué le parecía necesario. Dentro de unas pocas horas, se estarían despidiendo. Y después, ella ya no lo volvería a ver.
—Señoras y caballeros, les habla el capitán. Me temo que tenemos más malas noticias. El aeropuerto JFK está cubierto de niebla y se encuentra cerrado. Teniendo en cuenta el combustible con el que contamos, nos vemos obligados a desviarnos a Hartford, Connecticut. Cuando se despeje la niebla, les llevaremos a su destino.
Miley oyó cómo todos los pasajeros lanzaban un murmullo de desaprobación. Miró a Nick y él se encogió de hombros.
—El único momento en el que la niebla resulta peligrosa es cuando se intenta aterrizar, por lo que estamos seguros —comentó él—. Creo que necesito una copa. ¿Te apetece una a ti?
Miley lo observó mientras hablaba con la azafata. Por alguna razón, le resultaba completamente necesario mostrarse encantador, como si estuviera tratando de castigar a Miley por los secretos que le había ocultado.
Tal vez era lo mejor. Se había divertido, pero todo había terminado. No volverían a pensar en hacer otro viaje al cuarto de baño ni en continuar aquella aventura cuando el avión aterrizara. Miley contuvo los deseos de volver a tomar el libro. Aunque se lo sabía de memoria, no podía recordar bien un capítulo en el que se trataba el tema de cómo enfrentarse a las consecuencias de una seducción anónima. ¿Podría separar los recuerdos del acto en sí mismo de los recuerdos de Nick? No puedo evitar sentir un ligero arrepentimiento.
Ya no servía de nada analizar la decisión que había tomado. Lo hecho, hecho estaba. Además, había conseguido exactamente lo que había ido buscando. Había llevado a cabo una fantasía.
Sin embargo, de repente sintió que aquello no la satisfacía. De repente, quería más.
El sol ya había salido cuando aterrizaron en Hartford. La aerolínea había decidido dejar desembarcar a los pasajeros mientras esperaban que una nueva tripulación llegara a Hartford. Cuando el tiempo mejorara, despegarían de nuevo en dirección a Nueva York. Nick tomó su bolsa del compartimiento superior y se hizo a un lado para dejar que Miley pasara.
Era muy temprano y él estaba borracho. Se había pasado la última hora del vuelo bebiendo Jack Daniel's con agua mientras trataba de comprender qué diablos era lo que tramaba Miley Cyrus. No parecía una de esas mujeres a las que él siempre estaba tratando de evitar, mujeres que se fijaban en un hombre y que luego hacían todo lo que podían para poseerlo. Lo que había ocurrido entre ellos parecía algo completamente natural. Sólo eran dos personas que habían descubierto una abrumadora atracción entre ellos y que habían actuado en consecuencia.
Tal vez eso había sido precisamente: una actuación. Alguien tan versado en el arte de la seducción podría hacer que un hombre creyera cualquier cosa. ¿Había sido real algo de todo lo ocurrido entre ellos? Su miedo a volar, el modo en el que le temblaban las manos cuando lo tocaba, la afirmación de que jamás había hecho el amor en un avión… Tal vez se había burlado de él.
La miró fijamente al rostro, los hermosos rasgos que había aprendido a apreciar en aquellas últimas horas. No se parecía en nada a ninguna otra mujer que hubiera conocido. Tenía una mezcla de alocada valentía y de abrumadora vulnerabilidad. Su instinto le decía que no había planeado seducirlo cuando se montó en el avión, pero la experiencia le advertía que no confiara en ella. Diablos. Había decidido apartarse temporalmente de las mujeres, dejar todas las atracciones superficiales allí donde debían estar, en Los Ángeles.
Si por lo menos tuviera más tiempo, podría tratar de comprender la clase de mujer que era. Por alguna razón, la verdad le importaba.
—Deja que te ayude —le dijo, para ponerse inmediatamente a echarle una mano con su bolsa de viaje—. ¿Tienes mucho equipaje?
—No. Sólo esa bolsa.
—Para ser mujer, viajas muy ligero.
—Tengo ropa en la casa.
Descendieron del avión junto y en silencio, pero entre ellos existía una tensión que no podían ignorar. El aire estaba pleno de un deseo insatisfecho. No iba a resultarles fácil pasar juntos las siguientes horas. En el avión, estaban en su pequeño mundo. En aquellos momentos, habían aterrizado para volver a la realidad.
Nick descartó el deseo de dejar las bolsas de viaje en el suelo y tomarla entre sus brazos, perderse en otro beso con ella.
—¿Te apetece desayunar? —le preguntó—. Tenemos tiempo. A mí me vendría muy bien un café.
Miley sonrió.
—A mí también. Sigo un poco mareada del champán y de la falta de sueño.
—Tengo que decirte que nunca me había divertido tanto en un vuelo.
Se dirigieron al salón VIP. La aerolínea les había asegurado que en pocas horas podrían ponerse de nuevo en camino. A Nick se le ocurrió que podría alquilar un coche y ofrecerse a llevar a Miley a los Hampton, pero no quería arriesgarse a que ella le dijera que no.
me encantooo
ResponderEliminarsube pronto
el proximo
jejeje
estubo genial
=)