Unos minutos después de que todos los pasajeros terminaran la cena, las luces de la zona de primera clase se atenuaron y la mayoría de los que allí viajaban aprovecharon la oportunidad para dormir un poco. Por la diferencia horaria, iban a llegar a Nueva York poco después de las seis de la mañana, justo al comienzo de un nuevo día.
Sin embargo, en aquellos momentos, Miley quería que la noche durara para siempre. Nick y ella habían compartido una botella de champán durante la cena y, para su sorpresa, se sentía increíblemente relajada. Sospechaba que, además del alcohol, la compañía tenía mucho que ver con su estado de ánimo.
La conversación que mantuvieron durante la cena fue ligera, jovial. Miley fue tejiendo cuidadosamente su red de misterio alrededor de su atractivo compañero de viaje. Él la había besado. Evidentemente, también se sentía atraído por ella y ese pensamiento le daba la confianza que Miley necesitaba para seguir con su «experimento».
Si esperaba tener una vida social, iba a tener que aprender a funcionar como lo hacían otras mujeres de Los Ángeles. Necesitaba poder utilizar sus poderes de seducción para conseguir lo que quería. Después de todo, la competencia que habría por los hombres como Nick Jonas sería muy dura. Miley sabía que probablemente jamás podría competir por un hombre como él en el mundo real, pero, en aquellos momentos, Nick estaba sentado a su lado, acariciándola y besándola.
Aunque él sentía curiosidad por la vida de ella, no le preocuparon en lo más mínimo sus evasivas respuestas. Si le decía la verdad sobre quién era y sobre lo que hacía, sólo conseguiría poner de manifiesto una cosa: que su vida era muy aburrida.
Sin embargo, Nick no se mostraba en absoluto renuente a hablar de su propia vida. La entretuvo con historias sobre sus viajes. Había recorrido gran parte del mundo y había permanecido en lugares exóticos sobre los que ella sólo había leído. Cuando habló de Tahití, Miley realizó un comentario sobre las playas y no corrigió a Nick cuando él dio por sentado que ella también había estado allí. Cuando fue él quien preguntó, Miley se limitó a decir que había visitado muchos lugares exóticos e interesantes en el mundo.
—Aún no me has dicho cómo te ganas la vida —dijo él.
Miley dio un sorbo de champán y trató de sonreír con picardía.
—Escribo —respondió. Era cierto. Al menos, se trataba de una versión simplificada de la realidad—. ¿Y tú?
Él pareció sorprendido por la pregunta. Por supuesto, Miley sabía exactamente a qué se dedicaba él, pero iba a fingir que lo desconocía. ¿No añadiría este hecho un poco más de misterio a la atracción que había entre ellos?
—Olvídate de esa pregunta —añadió rápidamente—. No hablemos de trabajo…
Lo estudió durante un largo instante. Había otra pregunta sobre la que necesitaba obtener respuesta.
—¿Estás casado? —le preguntó. Sabía que no lo estaba, pero podría tener una relación que aún no hubiera aparecido en la prensa.
—No. ¿Y tú?
—No —admitió ella—, pero no hablemos tampoco sobre nuestras relaciones sentimentales.
—Así que no podemos hablar de trabajo ni de relaciones sentimentales. ¿Qué nos queda?
Miley sonrió.
—No lo sé. Háblame de tu infancia.
Él le tomó la mano derecha y estudió cuidadosamente los dedos. Entonces, se llevó la mano a la boca y comenzó a besar las yemas de todos los dedos. Ningún hombre le había hecho eso nunca, y le pareció muy provocativo.
—Yo tuve una infancia normal —dijo él—. Nada anormal ni traumático. ¿Y tú?
Miley dudó. Jamás hablaba sobre su infancia, ni siquiera con Katy. Había conseguido enterrar todos sus sentimientos tan profundamente que ya casi ni la afectaban.
—La mía fue idílica y perfecta —mintió—. Siguiente tema. ¿Cuál es tu color favorito?
—El azul. ¿Y tú postre favorito?
—El pastel de merengue de limón —replicó Miley —. ¿Tu lugar favorito para pasar unas vacaciones?
—Tu boca —murmuró él.
Miley se quedó helada. Trató desesperadamente de encontrar una respuesta ingeniosa. ¡Ningún hombre le había hablado antes de aquella manera! Apartó la mirada, esperando encontrar así la inspiración, pero Nick le agarró la barbilla y la obligó a mirarlo.
—¿Y el tuyo? —preguntó.
—El cuarto de baño de primera clase del avión que realiza el vuelo entre Los Ángeles y Nueva York —respondió tratando de que no se le quebrara la voz.
Lo había dicho. Ya no había vuelta atrás. Miley acababa de convertirse en una mujer excitante e interesante, en una aventurera, en la clase de mujer que podía seducir a un hombre como Nick. En la clase de mujer que él desearía.
—¿Piensas regresar allí en un futuro no muy lejano? —preguntó él. Extendió la mano y levantó el reposabrazos que se interponía entre ellos. Entonces, la agarró por la cintura y se la sentó en el regazo.
Miley miró a su alrededor para ver si alguien se había dado cuenta, pero Nick le enmarcó el rostro entre las manos y la obligó a mirarlo a él.
—No te preocupes. Están todos dormidos.
—¿Has hecho esto antes?
Nunca —dijo él—, pero no te puedo decir que no se me haya pasado por la cabeza durante algún vuelvo especialmente aburrido. Normalmente tengo que sentarme junto a hombres de negocios o abuelas.
Le rodeó las caderas con un brazo mientras que levantó la otra mano para enredársela en el cabello. En esa ocasión, cuando la besó, lo hizo con facilidad, con perfección, como si ya hubiera memorizado los contornos de la boca de ella y supiera perfectamente lo bien que encajaban juntos. Miley se relajó entre sus brazos, disfrutando del modo en el que la besaba. Siempre había pensado que los besos eran algo a lo que se le daba demasiado valor, pero acababa de darse cuenta de que jamás la habían besado de verdad, al menos nunca lo había hecho un hombre que tomara en serio sus deseos.
Con cada movimiento, sentía cómo el deseo de Nick se iba haciendo cada vez más desesperado. Se movió suavemente sobre él. Nick gimió. Envalentonada por aquella respuesta, Miley le colocó una mano sobre el muslo. Con la otra, le abrió la camisa y comenzó a besarle el torso. Jamás se había mostrado tan descarada con un hombre, pero le gustaba. Ya no estaba en el mundo real. Se encontraba atrapada dentro de sus fantasías. No tenía que pensar antes de actuar. No había reglas ni límites.
Se colocó la mano sobre los botones de su blusa, pero él se los apartó. Comenzó a tirar de la tela hasta que dejó al descubierto la curva de uno de los hombros. Entonces, le mordió justo debajo de la oreja. El cálido aliento de su boca le acarició la piel. A continuación, él deslizó los labios hasta un punto que quedaba justo entre ambos senos.
—Tienes demasiada ropa puesta —murmuró.
Miley se levantó y sacó un par de mantas del compartimiento superior. La cabina estaba oscura y silenciosa y las azafatas estaban ocupadas en la zona reservada para ellas. Miley volvió a sentarse y le entregó una manta.
Nick rió suavemente. Entonces, volvió a sentarse a Miley sobre el regazo.
—Ahora me estoy empezando a preguntar si tú sí que has hecho esto antes —susurró. Los cubrió a ambos con la manta y comenzó a desabrocharle los botones de la blusa.
Miley lo miró a los ojos. De repente, se sintió muy mareada, pero contuvo el aliento y le impidió ir más allá.
—Creo que necesitamos un poco más de intimidad —musitó—. Te espero en el cuarto de baño. Espera un par de minutos antes de seguirme.
Se volvió a abrochar la blusa y se levantó. Entonces, se dirigió hacia el cuarto de baño. Una azafata la vio y se apresuró a preguntarle:
—¿Necesita algo?
Jajaja Hola Pry!
ResponderEliminarMe encanto el capitulo enserio!
Estuvo genial!
Primera en comentar! jaja
Besos y siguela!
aahh!!
ResponderEliminarme encaanto
el capiii
super geneaal
espero el proximo
jajajja esta buensimooooooo espero que subas pronto.
ResponderEliminarpadre el cap
ResponderEliminarme encantooo espero
ResponderEliminarel otro bye besos !!!!!!!!!!
esta super el cap
ResponderEliminarsube prontooo
me encantoooo