El verano anterior…
—Tienes nuestros billetes, ¿verdad?
Miley Cyrus suspiró suavemente. Aquel comentario había interrumpido su meditación. Tenía que tomar un avión dentro de media hora y, si no se calmaba, los ataques de ansiedad comenzarían en cuanto subiera al aparato.
—Sí, Katy. Tengo los billetes. ¿Se me han olvidado alguna vez los billetes?
Tomó su bolso y sacó la cartera de viaje, realizada en carísimo cuero italiano, que Katy le había regalado las anteriores Navidades. Miró las tarjetas de embarque, que estaban guardadas en el bolsillo interior y sacudió la cabeza. Aquélla era su vida: accesorios de diseño, billetes de primera clase para viajar a París, tres semanas en un piso alquilado de seis dormitorios en una exclusiva calle de la Orilla Izquierda. Aquélla era su vida.
En realidad, no lo era. No era su vida, sino la de Katy Perry, escritora superventas. Como ayudante de investigación, secretaria y chica para todo de Katy, Miley debía ocuparse de que la vida de su madrina fuera tan despreocupada como pudiera ser posible. Y, por ello, recibía un buen sueldo.
No obstante, no debía pagarse un precio tan alto por un trabajo, por muy bien remunerado que éste fuera. Katy era la madrina de Miley y su tutora legal desde que los padres de ésta se divorciaron catorce años atrás. Katy le había ofrecido un hogar, un lugar en el que vivir cuando los padres de Miley decidieron abandonar los Estados Unidos. Katy la necesitaba más de lo que nadie la había necesitado antes, y Miley debería sentirse muy agradecida.
—Lo siento —murmuró Miley—. No quería hablarte de ese modo. Ya sabes cómo me siento cuando tengo que volar.
Katy extendió la mano y golpeó cariñosamente la mano de Miley. Además de proporcionarle un hogar, Katy se había ocupado de sufragar los gastos de los estudios universitarios de Miley y le había proporcionado un trabajo cuando los terminó. Por supuesto que le estaba muy agradecida, pero no podía dejar de preguntarse cómo se sentiría si pudiera tener una vida propia.
—Mira —murmuró Katy, señalando con la cabeza a un hombre que estaba sentado en un sofá al otro lado de la sala VIP—. Guapo, ¿no?
Miley miró a Katy y frunció el ceño.
—Basta ya. Creía que habíamos decidido que no volverías a hacer eso.
—Sólo te pido que mires —insistió Katy, señalando con un índice de manicura perfecta. Entonces, se irguió y se metió un mechón de su cabello rubio ceniza detrás de la oreja. A pesar de que acababa de cumplir los cincuenta y cuatro años, Katy se comportaba más como una hermana mayor que como una figura maternal. Ciertamente, no aparentaba mucho más que los veintisiete años de Miley —. Es un espécimen muy agraciado.
Miley se negó a obedecer. Durante los últimos años, Katy había estado empeñada en encontrarle un hombre. Aparentemente, no aprobaba los que ella encontraba sin su ayuda: hombres agradables, estables y algo aburridos que no la engañaran ni le hicieran daño. Katy prefería otra clase de hombres, los apasionados, temperamentales y creativos. El ejemplo típico del chico malo.
—Dios, pues sí que es guapo. ¿Sabes de quién se trata? De Nick Jonas, el nuevo enfant terrible de Hollywood. Sus tres últimas películas han sido tres taquillazos. Todos los productores le envían sus proyectos para que sea él quien los dirija. ¿Cuántos años crees que tiene?
De mala gana, Miley levantó la mirada y se fijó en el hombre en cuestión. De repente, sintió que se le cortaba la respiración y se vio obligada a apartar la mirada. Si no lo hubiera hecho, se habría desmayado por falta de oxígeno.
Dado que vivía en Los Ángeles, había visto bastantes hombres guapos. Sin embargo, siempre había logrado descartarlos a todos porque no encajaban con la imagen de perfección que ella se había hecho de un hombre. Nick Jonas estaba muy cerca de ser perfecto.
Tragó saliva y forzó una sonrisa.
—Demasiado joven para ti.
—Estoy pensando en cambiar mis reglas. Ya no me parece que resultaría patético que yo saliera con hombres menores de treinta años —replicó Katy —. Desde luego, no sería demasiado joven para ti —añadió reclinándose en su butaca—. ¿Por qué no nos acercamos a él y nos presentamos? Podríamos preguntarle si quiere tomar algo.
Katy hizo ademán de ponerse de pie, pero Miley se lo impidió, agarrándola por el brazo y obligándola a tomar de nuevo asiento.
— ¡Quieta! —exclamó. Sintió que se sonrojaba.
Katy suspiró dramáticamente.
—Sabes que te adoro, cariño, pero no puedes vivir conmigo durante el resto de tu vida. Necesitas salir, divertirte y disfrutar del mundo.
— ¿Y lo voy a conseguir por el hecho de que tú me arrojes en brazos de un desconocido?
De mala gana, Katy tomó su copia del Vogue y comenzó a hojearlo.
—Yo no diría que ése sea un desconocido precisamente. ¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones sexuales?
—Eso no es asunto tuyo —musitó Miley.
Como Katy estaba distraída con su revista, Miley tuvo oportunidad de observar a Nick Jonas. Iba vestido de un modo informal, con bermudas safari, una camiseta de algodón deslucido arremangada hasta los codos y chanclas. Tenía el cabello revuelto, como si acabara de levantarse de la cama para tomar aquel vuelo. Y lucía una barba de dos o tres días.
No pudo evitar experimentar un escalofrío al imaginarse el cuerpo que habría bajo aquellas prendas. Había mujeres en el mundo, en la ciudad de Los Ángeles, que sabían perfectamente el aspecto que Nick Jonas tenía desnudo, mujeres que, seguramente, lo habrían tocado de todas las maneras posibles.
Un gemido se le escapó de los labios, sonido que disimuló con una tos. Entonces, miró a Katy. Observó con desolación que su madrina la estaba observando con una sonrisa en el rostro.
—¿Qué ocurre? —murmuró Miley.
—Te parece atractivo.
—Por supuesto. ¿Y a quién no?
Miley volvió a observar a Nick, y vio que una joven se le sentaba repentinamente en el regazo. Él se rebulló debajo de ella con un gesto de incomodidad, pero la mujer se negó a levantarse.
—¿Ves? Tiene novia. Ya no está disponible.
Katy se concentró de nuevo en su revista.
—No le va a durar mucho. He leído en las revistas que sale con todas las actrices más hermosas de Hollywood y que luego las deja un mes o dos más tarde. Su problema es que necesita una mujer de verdad. Como tú.
—No creo que ese hombre pudiera interesarse por mí —murmuró Miley. A pesar de que Katy había hecho todo lo que había podido para convertirla en una belleza, Miley seguía sintiéndose… corriente.
Katy se rebulló en la silla y miró a Miley.
—¿Es que no has aprendido nada de ese libro que has escrito? Una mujer puede seducir al hombre que se proponga. Simplemente tiene que estar segura de su sex-appeal.
Miley sacudió la cabeza.
—Yo no escribí Cómo seducir a un hombre en diez minutos. Lo escribiste tú.
Durante los últimos doce meses, Miley había estado ayudando a Katy a escribir un manual sobre sexo, un libro que instruyera a las mujeres sobre las técnicas más eficaces para seducir a un hombre. La fama de Katy se debía a las novelas de intriga que había escrito y que siempre habían sido superventas, pero una razón desconocida la había animado a cambiar de género. Como sabía que sus editores no iban a estar de acuerdo con el cambio, había vendido el libro utilizando el seudónimo de Destiny St. Hope.
—Sabes que tú escribiste la mayor parte —replicó Katy —. El libro es en realidad tuyo y los derechos de autor también lo serán —añadió. Entonces, levantó una mano—. No pienso aceptar ninguna otra opinión al respecto, pero me había imaginado que habrías aprendido algo. Lo que fuera.
Miley frunció el ceño. Entonces, poco a poco, se fue dando cuenta de lo que Katy quería decir.
—¿A qué te refieres?
—A nada. Nada de nada —contestó Katy encogiéndose de hombros.
—Así que eso era lo que buscabas, ¿verdad? ¿Me hiciste escribir ese libro con la única intención de que yo aprendiera a seducir a un hombre?
—Bueno, no esperaba que fuera tan bueno. Pensé que terminaría metiéndolo en un cajón sin mayores consecuencias. Pero era demasiado bueno. Las investigaciones que llevaste a cabo, combinadas con mi experiencia, convirtieron tu manuscrito en algo digno de ver la luz. Puedes demandarme. Pensaba que te estaba haciendo un favor.
Miley cruzó los brazos sobre el pecho.
—Vas a dejar ahora mismo de meterte en mi vida, Katy. Sabes que te quiero mucho, pero esto tiene que terminarse. ¿Sabes lo mucho que trabajé en ese libro? Yo creía que te estaba ayudando y tú simplemente me estabas engañando.
—Y cuando el libro salga el año que viene, serás por fin una escritora publicada y tendrás tu hombre —afirmó Katy. Se puso de pie y se colocó el bolso debajo del brazo—. Voy a por algo de beber. Resulta más fácil controlarte en un vuelo cuando te has tomado unos cuantos cócteles.
Miley observó a su madrina mientras se dirigía al bar. Siempre había soñado con conseguir que le publicaran un libro, pero no así. No con un libro sobre sexo. Llevaba ya seis meses trabajando en su propia novela, una historia muy sencilla sobre una joven que trata de encontrar su lugar en el mundo. Sin embargo, entre el horario de Katy y sus propias inseguridades, Miley aún no había podido encontrar mucho tiempo para trabajar.
Observó cómo Katy se acercaba a Nick Jonas y se presentaba. Entonces, señaló con la cabeza a Miley. Nick Jonas se giró hacia ella para luego centrar de nuevo su atención en Katy.
—Tengo que conseguir una vida propia —susurró.
Lo haría. En cuanto regresaran de París, se buscaría un apartamento. Tal vez entonces, si un hombre como Nick Jonas la miraba, tendría el valor suficiente para acercarse a él y saludarlo.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Capi dedicado a Vale (LOLITA) esta es para vs... espero te guste!!!!
jajaja que timida
ResponderEliminarquien lo diria jajajja
me encanta la guerra de
Twitts jajaja estamos re locas
q no nos pongan juntas q es horrendo
wow!
ResponderEliminargenial
ya kiiero el siguiente :)
wauuu siguelaaa yaaaaaaa m ree gustooooo daleeee :P plissssss
ResponderEliminarme encantoooooo
ResponderEliminar