—¿Está bien?
—Le han disparado.
—Oh, Dios.
—Nuestra tapadera ha caído. Tom está seguro de que quienquiera que haya llegado a él se dirige hacia aquí. Tenemos que coger el virus y salir pitando, ahora.
Miley se puso de pie y subía las escaleras en un instante, metiendo cosas en sus bolsas. Estaban saliendo por la puerta y en la moto en cinco minutos, atravesando las portillas y encaminándose al sur.
No sabía a dónde iban, pero esta vez confiaba en Nick completamente. Lo importante era alejar el virus de quien hubiera disparado a Tom, de cualquiera que estuviera detrás de él.
Nick los mantendría, a ellos dos, a salvo.
Viajaron agotadoramente durante una gran distancia, avanzando por pueblos tan rápido que la cabeza de Miley comenzó a dar vueltas. Nick sólo se detuvo el tiempo suficiente para echar gasolina a la moto, usar el baño, comer y beber algo, luego montaron y se pusieron en marcha otra vez. Él realizó una rápida llamada a los pocos minutos de dejar la casa de Tom cuando se detuvo a repostar, pero no dio pistas de hacia dónde se dirigían y no se lo preguntó. Miley imaginaba que Nick sabía lo que hacía y eso estaba bien. Además, parecía preocupado… incluso inquieto.
Sin duda por Tom y ella no podía culparlo. Tom realmente era un tipo agradable. Miley también estaba inquietada por él, preguntándose cuan mal herido estaría.
Sobrecargar a Nick con una ráfaga de preguntas no ayudaría, así que se quedó callada. Cuando él tuviera algo que decirle, lo haría, pero Miley supuso que eso no sucedería hasta que llegaran a su destino final.
Sabía que los llevaba a algún lugar que creía seguro. Viajaron por Oklahoma y cruzaron la línea estatal hacia Texas. Nick permaneció tanto como pudo en los caminos menos transitados, aunque los hubieran seguido antes.
Le dijo que todavía no deseaba ir por las autopistas interestatales, que estarían más seguros en carreteras secundarias.
Cuando llegaron a Dallas, era de noche. Miley se sentía dolorida y agotada, completamente conmocionada al encontrarse de regreso en la ciudad donde creció. ¿Se quedarían allí o continuarían?
Ella obtuvo su respuesta un poco después. Nick los llevó a un área aislada donde las casas estaban más separadas. Fueron a un rancho con una cerca alambrada y una puerta muy parecida a la de Tom. La casa estaba ubicada lejos del lindero de la propiedad, pero estaba bien iluminada y en medio de la oscuridad circundante esta surgió ante ellos como una mansión imponente.
Maldición. ¿Quién vivía aquí?
Nick tocó la puerta y esperó mientras las cámaras de seguridad los estudiaban. La puerta se abrió lentamente y tomaron el sendero asfaltado hacia la casa.
¡Era enorme! ¿Quién sería el propietario… otro amigo de Nick? ¿Otro contacto, quizás?
Nick rodeó la casa hasta donde había una larga fila de garajes. Uno ya estaba abierto e introdujo allí la moto. Miley desmontó, asombrada al encontrar varias Harleys aparcadas allí, alineadas en una imponente demostración de poder motorizado.
—¿Dónde estamos? —Preguntó ella.
—En el cuartel general de los Moteros Salvajes.
—Ah. —Su estómago se tensó en un instante—. ¿Qué pensará tu general cuando me vea?
—Ni idea. Lo averiguaremos en un minuto. Pero no te preocupes, se lo explicaré todo. —Él desempacó sus cosas y lanzó el bolso sobre su hombro, luego le tomó la mano, ofreciéndole consuelo. Le mostró el camino para salir del garaje y se dirigió hacia la casa.
La garganta de Miley estaba seca, pero sus palmas se sentían húmedas. No tenía idea alguna de qué esperar, pero se imaginó que el general Grange Lee no estaría contento al verla, considerando el hecho que los Moteros Salvajes debían ser una organización secreta. ¿Y cuán secreto deseaba el gobierno que fuera? ¿Cuánta responsabilidad tendría ella? ¿Era el trabajo de Nick peligroso? Esperaba que no.
La puerta trasera en realidad era un elevador. Nick presionó una serie de botones en el teclado numérico y las puertas se abrieron. Entraron y Nick introdujo más códigos. La puerta se cerró y presionó un botón. Finalmente, el ascensor se puso en movimiento.
—Maldición. Esto es seguridad.
—No permitimos que nadie sin autorización llegue hasta aquí.
—Te verificaron en la puerta. Saben que estás aquí.
—Nunca es malo tomar precauciones extras.
Bien, lo que fuera. Ahora sí que se sentía aturdida por lo que encontraría cuando las puertas se abrieran. ¿Una muestra de alta tecnología militar? ¿Armas desenfundadas y apuntando hacia ella? Se lamió los labios secos y se preparó para lo peor.
El elevador dio un bandazo al detenerse y las puertas se abrieron.
Los acordes de rock pesado llenaron el cuarto. La fuerte música, retumbaba a través de toda la casa. Y apoyado contra la pared se encontraba un guerrero excesivamente musculoso.
Oh, mi Dios. Decir que era musculoso no alcanzaba a describirlo.
Medía al menos un metro noventa, tenía el pelo castaño arena, una camiseta pegada sobre un pecho imposiblemente musculoso que bajaba hasta una estrecha cintura, esbeltas caderas y sólidas piernas enfundadas en un pantalón de camuflaje. Estaba bronceado, como un muchacho surfista de ojos azules y una boca sensual que parecía discordante con el resto de su físico.
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Chicas ya arregle los capis anteriores (42 y 43) lo que pasa es que los deje que me lo subieran y lo subieron mal... eso que los deje marcados ¬¬ ajaja pero que les voy a hacer es mi amiga que ella también quería subir capis... y los subió mal. muy mal jajjaj espero pasen un lindo AÑO NUEVO!!!! besos<3<3