sábado, 25 de febrero de 2012

"Die Frau hinter der Maske" Cap 14





Nick se sentía obnubilado por esa mujer, que él estaba completamente seguro que no la había visto en toda su vida, porque de haber sido así, jamás la hubiese olvidado.   No era la típica mujer alta y delgada que a él solía gustarle, ni siquiera era rubia. Ella tenía el cabello de color castaño cobrizo y largo hasta debajo de los hombros. Tal vez esas diferencias con el común de sus amantes era lo que más le atraía de ella, que destacaba notoriamente entre todas las otras.  Ese cuerpo voluptuoso lo estaba enloqueciendo, y ahora ese jueguito que hacía con sus zapatos…  No sabía dónde dejar la mirada.  Si en esos senos de los que podía apreciar todos sus adjetivos en primera fila, y que la sola idea de saborearlos, recorrerlos con su lengua, devorarlos llenándose la boca por completo con ellos, ya lo estaba volviendo desquiciado, o en los pies.  Varias imágenes sugestivas de esos pies descalzos jugueteando sobre su entrepierna, masajeando sensualmente su miembro, habían empezado a cruzar por su cabeza enviando una abrupta punzada de deseo directamente a sus ingles.
—Es una fiesta maravillosa la que ha logrado este año, señor Jonas— le dijo ella con voz melodiosa como el canto de una sirena que le prometía mil placeres distintos. 
Descruzó las piernas, sólo para volverlas a cruzar pero a la inversa, dejando ésta vez su pie derecho muy cerca de las piernas de él, casi rozándolo un poco por debajo de la rodilla.
—¿Entonces este antifaz no ha servido para ocultar quién soy?— le preguntó él con tono pícaro.
 Deslizó la mano que tenía sobre la barra por la espalda de ella, muy sutilmente, hasta llegar a la nuca y después dibujando la línea de los hombros con el reverso de sus dedos. Provocando con ese roce que la piel de la mujer se erizara y que los pezones se alzaran duros como brotes de rosas en respuesta.
—A usted es imposible confundirlo— le confesó ella inclinando su torso hacia él solo unos pocos centímetros y sonriéndole de manera seductora.
—Puedes llamarme Nick— dijo casi sin aliento. 
 Al inclinarse ella, su escote se había abierto un poco, ofreciéndole sólo a él la imagen completa de uno de esos generosos pechos, y él pudo descubrir que el botón que lo coronaba era de un tenue color te con leche. Esa sola visión le había endurecido tanto la polla que dentro de sus pantalones había empezado a bullir un infierno.
—Nick— repitió ella degustando cada letra. 
 Se humedeció los labios con la lengua y notó que él seguía cada uno de sus movimientos con los ojos. Se sentía caliente. Con solo sentir la mano de él sobre sus hombros la piel se le había enfebrecido. Sentía los pechos pesados, le hormigueaban de deseo y sus pezones erectos pujaban debajo de la seda de su vestido. 
 Se acarició la clavícula, descendiendo lentamente por el borde de su escote, y atrayendo automáticamente la atención de él a los lugares por los cuales vagaban sus dedos. Los lugares que deseaba que él acariciara.  Necesitaba que fueran las manos de él las que calmaran su ardor, las que recorrieran cada centímetro de su lasciva anatomía.
 Nick tragó saliva. La garganta se le había secado de repente. Vació lo que quedaba en su copa en dos largos tragos.  Estaba a punto de explotar.
—¿Quién eres?— le preguntó él, tratando de adivinar como era el rostro completo de ella detrás del antifaz.
—Mmmm Nick, ¿acaso no sabes que la magia de un baile de máscaras radica en el misterio?— ronroneó ella a la vez que giraba en el taburete poniéndose frente él y rozándole más las piernas en el camino. La mano que había acariciado la espalda de Miley descendió hasta el pie derecho, ella aún mantenía las piernas cruzadas y ese pie ahora había quedado junto a la barra y oculto de ojos curiosos por sus propias piernas. 
 Los dedos de Nick le acariciaron el empeine y después ascendieron hasta el tobillo. Se inclinó un poco hacia ella mirándola ahora a los ojos, incitándola con la mirada a que lo detuviera…, y siguió ascendiendo. 
 Las respiraciones de ambos habían empezado a acelerarse. Se aproximó más, los torsos casi se tocaban.  El calor que irradiaba de ambos era latente, los alientos se entremezclaban. La mano debajo de la falda de Miley  ya estaba a la altura de la pantorrilla. 
Miley resiguió lentamente con sus dedos la corbata de seda que él tenía sobre la camisa blanca. Cuando se allegó al extremo inferior, que se acercaba provocativamente a la cinturilla del pantalón, él contuvo el aire. Ella lo miró sensual y en esa mirada le decía que estaba a punto de descender más. Varias personas cercanas habían notado a la entretenida pareja y miraban con disimulo. Les resultaba imposible apartar la mirada de la caliente escenita que se desarrollaba junto a la barra
—Te deseo— jadeó él junto a la piel del cuello de ella antes de besarla justo dónde su pulso latía con mayor fuerza—. Te deseo— le repitió, cuando su mano estaba peligrosamente sobre las ligas de sus medias.
 Ella tuvo que apretarse sobre el taburete, cerrando con mayor fuerza las piernas. Ansiaba moverse sobre el mullido almohadón, calmar la necesidad que latía entre sus piernas.  Sabía que había gente que los miraba. 
 Intentó contenerse, pero su sexo libidinoso había tomado vida propia haciéndole casi imposible la tarea de no restregarse contra el cuero.    
—Te deseo.
Fueron las últimas palabras coherentes que escuchó Miley antes de levantarse mecánicamente de la banqueta y seguirlo a dónde fuese que él la llevaba de la mano. 
  A cada paso que daba, ella sentía cómo un hilo líquido y tibio se escurría entre sus muslos. El lugar elegido resultó ser el guardarropa. 
Habían cruzado el salón buscando un lugar más privado, pero cada rincón estaba atestado de invitados y la necesidad de tocarse ya se les hacía insoportable, los había enardecido. 
 Se ocultaron detrás de la primera puerta que tuvieron delante. El recinto estaba vacío, lleno de abrigos, pero sin personas.  Nick atrapó a Miley entre la madera y su cuerpo y mientras una de sus manos volaba otra vez debajo de la falda, con la otra dio una vuelta a la llave para asegurarse de no ser interrumpidos.
 Esta vez Nick no se detuvo en las piernas ni jugueteó con las ligas, su mano fue a parar directamente bajo las braguitas de ella.  Los dedos de él resbalaban en húmedas caricias entre los pliegues del sexo de ella arrancándole a Miley gemidos desesperados.
—Tú también me deseas, ¿no es así muñeca?— susurró él con la voz amortiguada sobre el escote—. Estás mojada—hundió un dedo dentro de su vagina provocando que de ella rezumara aún más humedad— tu cuerpo vibra ante mis toques, reacciona.
—¡Oh Dios! ¡Si, te deseo Nick! Cada centímetro de mí quiere sentirte.
Las manos de Miley buscaron la entrepierna del hombre. Podía apreciar su erección a través de la tela de los pantalones.  Bajó la cremallera y con un toque sensual rozó el borde de los calzoncillos bóxer antes de bajarlos un poco para tomar la dura polla de Nick en su mano. 
Eso a él lo enloqueció más.
 Miley cerró los dedos alrededor del tronco y los deslizó hacia arriba en toda su extensión, después volvió a bajarlos otra vez hasta la base. Él respiraba de manera entrecortada, jadeante, mientras ella seguía friccionándolo y exprimiéndolo con su mano. La secretaria introdujo sus manos en la prenda interior, abarcando el bien formado trasero de Nick y presionando fue deslizándose hacia abajo, arrastrando en el camino el calzoncillo y los pantalones, que cayeron hasta los tobillos. 
  Miley se puso de rodillas frente a él, sorprendiéndolo placenteramente. Tomó la polla de Nick otra vez entre sus dedos, repitiendo el frote enloquecedor en toda su extensión. Después reemplazo los dedos por la punta de su lengua húmeda y volvió a trazar el camino que antes habían seguido sus manos, desde la  base hasta el glande. Rodeó la cabeza del miembro, delineando el contorno lánguidamente antes de tomarlo por completo dentro de su boca, excitándolo con su lengua y sus labios. Él le sostenía la cabeza, enredando sus dedos en el cabello de ella y marcando el ritmo tal como le gustaba. Un poco lento y sensual al principio, más rápido y salvaje después.
 Cuando le parecía que ya no aguantaría mucho más de esa exquisita tortura, Nick, tomándola de los brazos la puso de pie.  Enloquecido de deseo bajó el vestido de Miley hasta la cintura liberando los pechos firmes, esos pechos que lo habían atormentado durante toda la velada. 
 Con jadeos de puro placer los apresó entre sus manos, sobándolos. Los sintió pesados y turgentes. Una obra maestra de la naturaleza, el único manjar que aplacaría su hambre.  Con su lengua trazó círculos alrededor de los pezones, que cómo botones se alzaban erguidos, suplicantes de sus caricias. Nick, sin cortar el festín que se estaba dando, empujó a Miley hasta el otro extremo del cuarto. Siguió lamiendo, metiendo primero un seno y después el otro dentro de su boca y succionado, mordisqueando y chupando. Le resultaba deliciosa, adictiva.  Quería saborearla por completo.
La hizo voltear de cara a la pared y ella se encontró frente a frente, con un enorme tapado de visón del que se aferró con tanta fuerza como pudo. Él le besó los hombros. Deslizó las manos por los laterales del torso y le llevó los brazos en alto. Miley se asía con sus manos del cuello del abrigo que pendía de la pared.  Nick  siguió besando su espalda, la zona de sus costillas, hasta llegar a su cola, a la que mordisqueó incitantemente. Cuando él volvió a subir, lo hizo arrastrando la punta de su lengua por la columna, desde el cóccix hasta la nuca, estremeciéndola. La tomó del cabello llevándole la cabeza hacia atrás.
  La besó en la barbilla y después hundió su lengua dentro de su boca. Miley se aferró al cuello de su jefe. Sentía el enorme falo de él restregándose sobre su  trasero y las manos masculinas amasando enfebrecidamente sus pechos, que habían quedado más expuestos por la posición elevada de sus brazos.  La sensación era gloriosa, pero su coño pulsaba de necesidad. Ansiaba sentirlo dentro de ella. Quería que él la tomara por completo.
 —Tócame Nick, te necesito—rogó enterrando su rostro en el tapado de visón.
—¿Aquí?— preguntó él deslizando sus dedos por el interior de uno de sus muslos, y desparramando el líquido viscoso que chorreaba por ellos, aunque sin llegar más arriba. 
Sabía que ese jueguito la volvería loca.
—No— respondió ella apretando las piernas con fuerza— allí no—. Llevó su cabeza hacia atrás otra vez para volver a darle acceso a él a su boca.
— ¿Aquí? 
Nick la besó profundamente, mientras acariciaba apenas con las puntas de sus dedos el borde de sus braguitas empapadas siguiendo con la misma táctica.
—Nick, por favor— suplicó apretándose más al cuerpo de él.
Sentía la tentación de tocarse ella misma. El vacío era insoportable. Tomó la mano de Nick y la restregó contra su coño lujurioso, haciendo que los dedos de él presionaran sobre las bragas los labios hinchados de deseo.
—¡Oh Nick no pares!—gritó sin importarle si alguien los oía e imponiendo que él aumentara la presión.
 Nick no necesitó mayor incentivo. Bajó de un solo tirón la diminuta prenda interior y complació a la mujer directamente sobre su carne enfebrecida. La penetró con dos dedos, imitando los movimientos que haría después con su verga,  mientras con el pulgar, trazaba círculos sobre el pequeño botón.
 Ella arqueó las caderas en respuesta, acompañando el acompasado vaivén de los dedos que la acariciaban por dentro y sintiendo cómo se acrecentaban las sensaciones en cada una de sus terminaciones nerviosas. Desde el mismo centro de su feminidad, hasta la punta de los dedos de sus pies, inclusive.
 —¡Oh cielos! ¡Por favor dime que traes protección, ya no aguantaré mucho más!— dijo entre jadeos.
—Nunca salgo sin un condón— le murmuró con la voz entrecortada junto a la oreja.
 Él tampoco se contendría por mucho tiempo.
Se oyó el sonido del sobrecito del preservativo. Nick dejó de tocarla y Miley sintió otra vez la necesidad de ser llenada.  Se sentía anhelante, ardorosa como nunca antes se había sentido en toda su existencia y le gustó.
—Déjame a mí— le dijo girándose hasta ponerse frente a él y quitándole el paquetito de la mano.
Nick  arqueó una ceja en gesto interrogante. Esa misteriosa mujer era una caja de sorpresas. Era única, y a él eso le encantaba.
 Miley cortó un extremo del envoltorio con los dientes. La mirada vidriosa de Nick seguía cada movimiento. Luego ella retiró el condón y lo deslizó por la cabeza del bien dotado “equipo masculino” hasta la base. 
—¡Vas a matarme!—jadeó él al sentir los dedos de ella enfundando con delicadeza a su pene.
 En cuanto Miley hubo terminado, él volvió a voltearla.  Buscó la abertura de su coño de manera frenética y la penetró con una sola estocada. Las paredes femeninas lo apresaron al instante envolviéndolo en su secreta calidez. Apretándolo, exprimiéndolo. Volviéndolo completamente loco de placer. Una de sus manos se regodeaba con los pechos llenos, los dedos de la otra estimulaban el clítoris hinchado. Nick se hundió más profundamente en ella, marcándola, exigiéndola como suya. Un sentimiento primitivo, nuevo en él le urgía hacerlo. Se sentía un animal salvaje reclamando a su compañera. 
Miley amortiguaba sus gritos entre la suave piel del tapado de visón. Con cada embestida de él, se acrecentaba el torbellino que se estaba acumulando en su interior. Él, con sus expertos toques, la llevaba hasta el límite de la conciencia, dónde todo alrededor había dejado de tener importancia, donde cada cosa se había esfumado. 
 Nick había acelerado el ritmo, penetrando a la mujer más hondamente en cada estocada. El canal que albergaba a su polla se sentía resbaladizo, estrecho y cálido. Se sentía como el paraíso. O más bien, puede que fuese el infierno, se le ocurrió pensar, porque semejante lujuria se parecía más a un pecado. ¡Pues que lo condenaran, porque se sentía excelente!
Miley sintió que se estremecía y ya no pudo contenerse. Un huracán violento se desató a través de todo su ser cuando el miembro de Nick se transformó en un volcán en erupción.  El orgasmo estalló a la par en sus cuerpos, dejándolos extenuados y temblorosos. Con el corazón acelerado a mil latidos, la respiración entrecortada y un millón de preguntas.
 Ninguna de esas preguntas sería formulada en voz alta, ni tampoco hallaría sus respuestas, no al menos durante esa noche.



3 comentarios:

  1. ooooowww por diosss!!!!!! el capis sin palabras me super duper encantooo tenes que sybir el proximo prontoo!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. wwwoooooooowww me muerooo !!!
    estoy sin habla
    me encanto quiero ya el siguiente
    capi bye besos <3

    ResponderEliminar

SI TE GUSTO MI CAPI ME DEJAS UN LINDO COMENTARIO!!! GRACIAS... BESITOS♥♥ VUELVE PRONTITO!!!♥