Nick se sentía obnubilado por esa mujer,
que él estaba completamente seguro que no la había visto en toda su vida,
porque de haber sido así, jamás la hubiese olvidado. No era
la típica mujer alta y delgada que a él solía gustarle, ni siquiera era rubia.
Ella tenía el cabello de color castaño cobrizo y largo hasta debajo de los
hombros. Tal vez esas diferencias con el común de sus amantes era lo que más le
atraía de ella, que destacaba notoriamente entre todas las otras. Ese cuerpo voluptuoso lo estaba enloqueciendo,
y ahora ese jueguito que hacía con sus zapatos…
No sabía dónde dejar la mirada.
Si en esos senos de los que podía apreciar todos sus adjetivos en
primera fila, y que la sola idea de saborearlos, recorrerlos con su lengua,
devorarlos llenándose la boca por completo con ellos, ya lo estaba volviendo
desquiciado, o en los pies. Varias
imágenes sugestivas de esos pies descalzos jugueteando sobre su entrepierna,
masajeando sensualmente su miembro, habían empezado a cruzar por su cabeza
enviando una abrupta punzada de deseo directamente a sus ingles.
—Es una fiesta maravillosa la que ha
logrado este año, señor Jonas— le dijo ella con voz melodiosa como el canto de
una sirena que le prometía mil placeres distintos.
Descruzó las piernas, sólo para volverlas a
cruzar pero a la inversa, dejando ésta vez su pie derecho muy cerca de las
piernas de él, casi rozándolo un poco por debajo de la rodilla.
—¿Entonces este antifaz no ha servido para
ocultar quién soy?— le preguntó él con tono pícaro.
Deslizó la mano que tenía sobre la barra por
la espalda de ella, muy sutilmente, hasta llegar a la nuca y después dibujando
la línea de los hombros con el reverso de sus dedos. Provocando con ese roce
que la piel de la mujer se erizara y que los pezones se alzaran duros como
brotes de rosas en respuesta.
—A usted es imposible confundirlo— le
confesó ella inclinando su torso hacia él solo unos pocos centímetros y
sonriéndole de manera seductora.
—Puedes llamarme Nick— dijo casi sin
aliento.
Al
inclinarse ella, su escote se había abierto un poco, ofreciéndole sólo a él la
imagen completa de uno de esos generosos pechos, y él pudo descubrir que el
botón que lo coronaba era de un tenue color te con leche. Esa sola visión le
había endurecido tanto la polla que dentro de sus pantalones había empezado a
bullir un infierno.
—Nick— repitió ella degustando cada
letra.
Se
humedeció los labios con la lengua y notó que él seguía cada uno de sus
movimientos con los ojos. Se sentía caliente. Con solo sentir la mano de él
sobre sus hombros la piel se le había enfebrecido. Sentía los pechos pesados,
le hormigueaban de deseo y sus pezones erectos pujaban debajo de la seda de su
vestido.
Se
acarició la clavícula, descendiendo lentamente por el borde de su escote, y
atrayendo automáticamente la atención de él a los lugares por los cuales
vagaban sus dedos. Los lugares que deseaba que él acariciara. Necesitaba que fueran las manos de él las que
calmaran su ardor, las que recorrieran cada centímetro de su lasciva anatomía.
Nick
tragó saliva. La garganta se le había secado de repente. Vació lo que quedaba
en su copa en dos largos tragos. Estaba
a punto de explotar.
—¿Quién eres?— le preguntó él, tratando de
adivinar como era el rostro completo de ella detrás del antifaz.
—Mmmm Nick, ¿acaso no sabes que la magia de
un baile de máscaras radica en el misterio?— ronroneó ella a la vez que giraba
en el taburete poniéndose frente él y rozándole más las piernas en el camino.
La mano que había acariciado la espalda de Miley descendió hasta el pie
derecho, ella aún mantenía las piernas cruzadas y ese pie ahora había quedado
junto a la barra y oculto de ojos curiosos por sus propias piernas.
Los
dedos de Nick le acariciaron el empeine y después ascendieron hasta el tobillo.
Se inclinó un poco hacia ella mirándola ahora a los ojos, incitándola con la
mirada a que lo detuviera…, y siguió ascendiendo.
Las
respiraciones de ambos habían empezado a acelerarse. Se aproximó más, los
torsos casi se tocaban. El calor que
irradiaba de ambos era latente, los alientos se entremezclaban. La mano debajo
de la falda de Miley ya estaba a la
altura de la pantorrilla.
Miley resiguió lentamente con sus dedos la
corbata de seda que él tenía sobre la camisa blanca. Cuando se allegó al
extremo inferior, que se acercaba provocativamente a la cinturilla del
pantalón, él contuvo el aire. Ella lo miró sensual y en esa mirada le decía que
estaba a punto de descender más. Varias personas cercanas habían notado a la
entretenida pareja y miraban con disimulo. Les resultaba imposible apartar la
mirada de la caliente escenita que se desarrollaba junto a la barra
—Te deseo— jadeó él junto a la piel del
cuello de ella antes de besarla justo dónde su pulso latía con mayor fuerza—.
Te deseo— le repitió, cuando su mano estaba peligrosamente sobre las ligas de
sus medias.
Ella
tuvo que apretarse sobre el taburete, cerrando con mayor fuerza las piernas.
Ansiaba moverse sobre el mullido almohadón, calmar la necesidad que latía entre
sus piernas. Sabía que había gente que
los miraba.
Intentó
contenerse, pero su sexo libidinoso había tomado vida propia haciéndole casi imposible
la tarea de no restregarse contra el cuero.
—Te deseo.
Fueron las últimas palabras coherentes que
escuchó Miley antes de levantarse mecánicamente de la banqueta y seguirlo a
dónde fuese que él la llevaba de la mano.
A
cada paso que daba, ella sentía cómo un hilo líquido y tibio se escurría entre
sus muslos. El lugar elegido resultó ser el guardarropa.
Habían cruzado el salón buscando un lugar
más privado, pero cada rincón estaba atestado de invitados y la necesidad de
tocarse ya se les hacía insoportable, los había enardecido.
Se
ocultaron detrás de la primera puerta que tuvieron delante. El recinto estaba
vacío, lleno de abrigos, pero sin personas.
Nick atrapó a Miley entre la madera y su cuerpo y mientras una de sus
manos volaba otra vez debajo de la falda, con la otra dio una vuelta a la llave
para asegurarse de no ser interrumpidos.
Esta
vez Nick no se detuvo en las piernas ni jugueteó con las ligas, su mano fue a
parar directamente bajo las braguitas de ella.
Los dedos de él resbalaban en húmedas caricias entre los pliegues del
sexo de ella arrancándole a Miley gemidos desesperados.
—Tú también me deseas, ¿no es así muñeca?—
susurró él con la voz amortiguada sobre el escote—. Estás mojada—hundió un dedo
dentro de su vagina provocando que de ella rezumara aún más humedad— tu cuerpo
vibra ante mis toques, reacciona.
—¡Oh Dios! ¡Si, te deseo Nick! Cada
centímetro de mí quiere sentirte.
Las manos de Miley buscaron la entrepierna
del hombre. Podía apreciar su erección a través de la tela de los
pantalones. Bajó la cremallera y con un
toque sensual rozó el borde de los calzoncillos bóxer antes de bajarlos un poco
para tomar la dura polla de Nick en su mano.
Eso a él lo enloqueció más.
Miley
cerró los dedos alrededor del tronco y los deslizó hacia arriba en toda su
extensión, después volvió a bajarlos otra vez hasta la base. Él respiraba de
manera entrecortada, jadeante, mientras ella seguía friccionándolo y
exprimiéndolo con su mano. La secretaria introdujo sus manos en la prenda
interior, abarcando el bien formado trasero de Nick y presionando fue
deslizándose hacia abajo, arrastrando en el camino el calzoncillo y los
pantalones, que cayeron hasta los tobillos.
Miley
se puso de rodillas frente a él, sorprendiéndolo placenteramente. Tomó la polla
de Nick otra vez entre sus dedos, repitiendo el frote enloquecedor en toda su
extensión. Después reemplazo los dedos por la punta de su lengua húmeda y
volvió a trazar el camino que antes habían seguido sus manos, desde la base hasta el glande. Rodeó la cabeza del
miembro, delineando el contorno lánguidamente antes de tomarlo por completo
dentro de su boca, excitándolo con su lengua y sus labios. Él le sostenía la
cabeza, enredando sus dedos en el cabello de ella y marcando el ritmo tal como
le gustaba. Un poco lento y sensual al principio, más rápido y salvaje después.
Cuando
le parecía que ya no aguantaría mucho más de esa exquisita tortura, Nick,
tomándola de los brazos la puso de pie.
Enloquecido de deseo bajó el vestido de Miley hasta la cintura liberando
los pechos firmes, esos pechos que lo habían atormentado durante toda la
velada.
Con
jadeos de puro placer los apresó entre sus manos, sobándolos. Los sintió
pesados y turgentes. Una obra maestra de la naturaleza, el único manjar que
aplacaría su hambre. Con su lengua trazó
círculos alrededor de los pezones, que cómo botones se alzaban erguidos,
suplicantes de sus caricias. Nick, sin cortar el festín que se estaba dando,
empujó a Miley hasta el otro extremo del cuarto. Siguió lamiendo, metiendo
primero un seno y después el otro dentro de su boca y succionado, mordisqueando
y chupando. Le resultaba deliciosa, adictiva.
Quería saborearla por completo.
La hizo voltear de cara a la pared y ella
se encontró frente a frente, con un enorme tapado de visón del que se aferró
con tanta fuerza como pudo. Él le besó los hombros. Deslizó las manos por los
laterales del torso y le llevó los brazos en alto. Miley se asía con sus manos
del cuello del abrigo que pendía de la pared.
Nick siguió besando su espalda,
la zona de sus costillas, hasta llegar a su cola, a la que mordisqueó
incitantemente. Cuando él volvió a subir, lo hizo arrastrando la punta de su
lengua por la columna, desde el cóccix hasta la nuca, estremeciéndola. La tomó
del cabello llevándole la cabeza hacia atrás.
La
besó en la barbilla y después hundió su lengua dentro de su boca. Miley se
aferró al cuello de su jefe. Sentía el enorme falo de él restregándose sobre
su trasero y las manos masculinas
amasando enfebrecidamente sus pechos, que habían quedado más expuestos por la
posición elevada de sus brazos. La
sensación era gloriosa, pero su coño pulsaba de necesidad. Ansiaba sentirlo
dentro de ella. Quería que él la tomara por completo.
—Tócame
Nick, te necesito—rogó enterrando su rostro en el tapado de visón.
—¿Aquí?— preguntó él deslizando sus dedos
por el interior de uno de sus muslos, y desparramando el líquido viscoso que
chorreaba por ellos, aunque sin llegar más arriba.
Sabía que ese jueguito la volvería loca.
—No— respondió ella apretando las piernas
con fuerza— allí no—. Llevó su cabeza hacia atrás otra vez para volver a darle
acceso a él a su boca.
— ¿Aquí?
Nick la besó profundamente, mientras
acariciaba apenas con las puntas de sus dedos el borde de sus braguitas
empapadas siguiendo con la misma táctica.
—Nick, por favor— suplicó apretándose más
al cuerpo de él.
Sentía la tentación de tocarse ella misma.
El vacío era insoportable. Tomó la mano de Nick y la restregó contra su coño
lujurioso, haciendo que los dedos de él presionaran sobre las bragas los labios
hinchados de deseo.
—¡Oh Nick no pares!—gritó sin importarle si
alguien los oía e imponiendo que él aumentara la presión.
Nick
no necesitó mayor incentivo. Bajó de un solo tirón la diminuta prenda interior
y complació a la mujer directamente sobre su carne enfebrecida. La penetró con
dos dedos, imitando los movimientos que haría después con su verga, mientras con el pulgar, trazaba círculos
sobre el pequeño botón.
Ella
arqueó las caderas en respuesta, acompañando el acompasado vaivén de los dedos
que la acariciaban por dentro y sintiendo cómo se acrecentaban las sensaciones
en cada una de sus terminaciones nerviosas. Desde el mismo centro de su
feminidad, hasta la punta de los dedos de sus pies, inclusive.
—¡Oh
cielos! ¡Por favor dime que traes protección, ya no aguantaré mucho más!— dijo
entre jadeos.
—Nunca salgo sin un condón— le murmuró con
la voz entrecortada junto a la oreja.
Él
tampoco se contendría por mucho tiempo.
Se oyó el sonido del sobrecito del
preservativo. Nick dejó de tocarla y Miley sintió otra vez la necesidad de ser
llenada. Se sentía anhelante, ardorosa
como nunca antes se había sentido en toda su existencia y le gustó.
—Déjame a mí— le dijo girándose hasta
ponerse frente a él y quitándole el paquetito de la mano.
Nick arqueó una ceja en gesto interrogante. Esa
misteriosa mujer era una caja de sorpresas. Era única, y a él eso le encantaba.
Miley
cortó un extremo del envoltorio con los dientes. La mirada vidriosa de Nick
seguía cada movimiento. Luego ella retiró el condón y lo deslizó por la cabeza
del bien dotado “equipo masculino” hasta la base.
—¡Vas a matarme!—jadeó él al sentir los
dedos de ella enfundando con delicadeza a su pene.
En
cuanto Miley hubo terminado, él volvió a voltearla. Buscó la abertura de su coño de manera
frenética y la penetró con una sola estocada. Las paredes femeninas lo
apresaron al instante envolviéndolo en su secreta calidez. Apretándolo,
exprimiéndolo. Volviéndolo completamente loco de placer. Una de sus manos se
regodeaba con los pechos llenos, los dedos de la otra estimulaban el clítoris
hinchado. Nick se hundió más profundamente en ella, marcándola, exigiéndola como
suya. Un sentimiento primitivo, nuevo en él le urgía hacerlo. Se sentía un
animal salvaje reclamando a su compañera.
Miley amortiguaba sus gritos entre la suave
piel del tapado de visón. Con cada embestida de él, se acrecentaba el
torbellino que se estaba acumulando en su interior. Él, con sus expertos
toques, la llevaba hasta el límite de la conciencia, dónde todo alrededor había
dejado de tener importancia, donde cada cosa se había esfumado.
Nick
había acelerado el ritmo, penetrando a la mujer más hondamente en cada
estocada. El canal que albergaba a su polla se sentía resbaladizo, estrecho y
cálido. Se sentía como el paraíso. O más bien, puede que fuese el infierno, se
le ocurrió pensar, porque semejante lujuria se parecía más a un pecado. ¡Pues que
lo condenaran, porque se sentía excelente!
Miley sintió que se estremecía y ya no pudo
contenerse. Un huracán violento se desató a través de todo su ser cuando el miembro
de Nick se transformó en un volcán en erupción.
El orgasmo estalló a la par en sus cuerpos, dejándolos extenuados y
temblorosos. Con el corazón acelerado a mil latidos, la respiración
entrecortada y un millón de preguntas.
Ninguna
de esas preguntas sería formulada en voz alta, ni tampoco hallaría sus
respuestas, no al menos durante esa noche.
ooooowww por diosss!!!!!! el capis sin palabras me super duper encantooo tenes que sybir el proximo prontoo!!!!!!!!!
ResponderEliminarwwwoooooooowww me muerooo !!!
ResponderEliminarestoy sin habla
me encanto quiero ya el siguiente
capi bye besos <3
Me mojé
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