miércoles, 29 de febrero de 2012

"Die Frau hinter der Maske" Cap 15





Miley acomodó sus ropas desarregladas e intentó recomponer un poco su aspecto. Era imposible. Cualquiera que la viese podría imaginarse, aunque esa hipotética persona no tuviese ni el más mínimo talento en el arte de imaginar, que esa mujer no había estado jugando un partido de cartas. Aunque la seda del vestido no se había rasgado, estaba absolutamente impresentable. Arrugado por dónde se lo mirara y mejor no mirar mucho, porque si uno era muy detallista, podría encontrar alguna manchita aquí y allá.
 El cabello revuelto había sido, no muy eficientemente, alisado con los dedos, aún así, se podía adivinar que el peinado de la peluquería había desaparecido por completo. Los labios hinchados y las marcas rojas sobre la nívea piel del cuello y del escote, eran una clara evidencia que esa mujer había sido besada. ¡Y que decir besada! ¡Había sido devorada por una bestia!
 Nick le sonrió con ternura.
Era insólito, pero en ese momento le provocaba ternura. Ni él sabía que le ocurría. Le resultaba extraño todo lo que le había ocurrido esa noche y por más que buscara en su cabeza, no lograba hallar las explicaciones.
 Había empezado la velada de la misma manera que normalmente las empezaba. Rodeado de hermosas mujeres, mujeres de cuerpos esculturales y rostros perfectos. Modelos de pasarela, cada una de ellas. ¡Y muy dispuestas que habían estado a irse con él esa noche! Podría haber elegido a cualquiera, y sin embargo…
 Y sin embargo la noche para él, y no se atrevió a profundizar  esos pensamientos, decidiendo dejarlos en que sólo era esa noche y no su vida, la que había cambiado por completo al verla a ella. La había visto en el salón, un hada, una diosa de curvas dignas de provocar un infarto. Rodeada de esos tres hombres, esos tres buitres que la recorrían descaradamente con la mirada, que parecían a punto de lanzarse sobre ella. Y en ese momento, en ese único y preciso instante, había sido cuando Nick Jonas, por primera vez en toda su vida, había sentido celos. Celos de no ser él el destinatario de sus miradas, de sus sonrisas coquetas. Celos de no poder oler su perfume. Celos. Puros y desquiciados celos de no ser él el hombre a su lado.
La deseó desde el primer segundo en el que la había visto y ella ni siquiera había reparado en su presencia.  Sabía que se había comportado guiado por sus impulsos. Se había puesto de pie para acercarse a su lado, dejando a las modelos boquiabiertas con su actitud repentina, pero a él eso lo tenía sin cuidado. Podría haberse derrumbado el edificio a su alrededor y él no hubiese sido capaz de desviar sus pasos. Sus pies lo llevaban hacia ella, que ignoraba por completo lo que había provocado en él. Entonces ella había volteado el rostro hacia él, sus ojos se habían encontrado y Nick Jonas había sentido como un fuerte puñetazo en el centro de su pecho. Una sensación que no quería ponerse a analizar y la verdad era, que no se sentía lo suficientemente valiente como para hacerlo. No sabía quién era ella. Había intentado adivinar su identidad, se lo había preguntado una docena de veces y ella lo había eludido. Había buscado en su memoria esos rasgos, un detalle para poder identificarla, pero nada.
   En algunos momentos le había resultado tan familiar y en otros completamente desconocida. Creía haber visto antes esos ojos, pero no podía asociar cuando ni donde, mucho menos quien había sido su dueña. Ese bullir de interrogantes lo estaba matando. Y aquí iba otra pregunta que lo desconcertaba. ¿Por qué le importaba tanto saber quién era ella? 
   Habían disfrutado muchísimo juntos, pero él no era un novato. Se acostaba con una mujer distinta casi cada día, y si no era cada día, sí cada dos o tres. Estaba acostumbrado a decirles adiós, a enviarles un ramo de flores y sacarlas de su vida. Nunca había sentido ningún deseo de entablar una relación con ninguna de ellas. Huirle al compromiso era una regla sagrada para él.
¿Por qué entonces no podía hacer lo mismo con ésta mujer misteriosa? ¿Por qué no podía dejar que ella saliera por esa puerta y también de su vida? ¿Por qué quería retenerla un instante más, saberlo todo de ella? Y paradójicamente, ella al parecer, no quería contarle absolutamente nada.
—Por favor, dime quien eres— le rogó.
 Y Nick Jonas no estaba acostumbrado a rogarle a nadie, mucho menos a una mujer. Para él no eran más que pasatiempos.  Claro que tampoco solía esperar mucho de ellas, sabía que para esas amantes ocasionales él no había significado más que eso también. Una noche desenfrenada, algún obsequio, y si lograban pescarlo, cosa que jamás había ocurrido, una cuantiosa fortuna.  Él era una buena presa. Un buen partido cómo cualquier otro empresario exitoso y con una buena cuenta bancaria… Nada más.  Pero ella era distinta, lo percibía.
  Y algo nuevo había logrado despertar en él. Por eso insistía.
—Si no me dices quien eres ni tampoco me das tu número no podré telefonearte— intentó esa táctica. 
 ¿Acaso eso no es lo que esperan las mujeres, que los hombres le telefoneen?, pensó creyendo que ahora sí lograría obtener alguna información.
—¡Vamos Nick! ¡No vas a llamarme!— le dijo divertida y con un convencimiento total—. Es más que popular que tú nunca repites a tus amantes. ¿Acaso intentas convencerme de lo contrario? ¿O es que sólo quieres mi nombre para ponerlo en alguna extraña lista en la que llevas el control de tus conquistas?
— ¡Me hieres mujer!
— ¿O tal vez quieres mi dirección para enviarme el ramo de flores? ¿Crees que las mujeres no comentan ese detallito tuyo?
—Escucha, no sé qué es lo que dicen las mujeres, pero eso no tiene nada que ver contigo.
—Yo no quiero ese ramo de flores, ni la tarjetita que diría, si no me equivoco, “Por una noche increíble. N.” ¡Y que media ciudad de Nueva York debe tener!
— ¿Cómo lo sabes?
— ¡Porque es el comentario del momento Nick! Pregúntale a cualquiera, todo el mundo lo sabe. Se muy bien como sigue esto. Simplemente no sigue, se termina aquí y no estoy exigiendo nada diferente, simplemente te ruego que no me envíes ese odioso ramo. ¡Ni siquiera me gustan las rosas!, adoro los nardos— dijo sin pensar y sin siquiera darse cuenta que lo había dicho.
  Nick sonrió. Un dato se le había escapado y sin que ella lo notara. Apuntó mentalmente, le gustan los nardos. ¡Esperaba poder recordarlo!, tal vez después llamara a Miley para que lo ajendara.
—No pensaba enviarte ningún ramo de flores, sólo quería tu número telefónico para hablar contigo. Pensé que podría invitarte a cenar, o tal vez al cine, no lo sé. Y tampoco tengo una lista de amantes— sonrió de lado. Una sonrisa que a Miley le gustaba mucho, que la desarmaba --Sólo que me gustaría poder nombrarte… Por ejemplo ahora, ¿cómo debo llamarte? 
—No lo sé.
—Tu nombre, sólo eso. No puede ser tan complicado.
—Llámame como quieras Nick, no voy a decirte quien soy.
—Entonces nos conocemos— confirmó él—. Tiene que ser eso, de otro modo me lo dirías. Averiguaré quien eres, te lo prometo. Nick clavó los ojos en su cara, estudiándola. Miley nerviosa, giró el  rostro ocultándose.
— ¡Cobarde!— exclamó él. Y había sonado de lo más divertido.
 A Nick Jonas, le gustaban los desafíos y aquí tenía al reto más delicioso de su vida. ¡Descubriría quien era ella!
—Entonces llámame tú— inquirió él poniéndole su tarjeta personal en la mano.
Miley miró la tarjeta, aún cuando la conocía de memoria.
—Llámame cuando tengas deseos de hablar conmigo, yo estaré esperando— le prometió  Nick.
—No estarás esperando— dijo intentando que la voz no sonara dolida y dándole la espalda para ocultar las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos—. Te olvidarás de mí en cuanto yo cruce esa puerta. Te olvidarás de lo que compartimos en cuanto termine ésta noche…, y lo sabes. 
 Esa, a decir verdad, era la actitud que siempre había tenido.
¿Cómo podía ser que ella supiera tanto de él?, se encontró analizando y llegando a la conclusión de que ella, definitivamente, era alguien bastante cercano. Alguien de su entorno.
Él no había hecho ningún comentario a sus palabras, entonces Miley continuó hablando, deduciendo que su jefe le daba la razón
— ¿Para qué voy a darte mi nombre? ¿Para qué voy a llamarte Nick, si ni siquiera vas a atenderme? ¿Acaso alguna vez atiendes o respondes los llamados de alguna de esas mujeres a las cuales les has hecho el amor?
 Miley no se quedó a esperar una respuesta. ¿Para qué hacerlo cuando ya la sabía? Si era ella misma la que atendía esas comunicaciones, si era ella misma la que transmitía las excusas del señor Jonas, la que mentía diciendo que él se encontraba ocupado… Miley no aguardó una respuesta. De haberlo hecho hubiese obtenido una. Aunque si ella se quedaba allí, puede que Nick no hubiese pronunciado en voz alta las palabras que dijo:
—Había tenido sexo, pero nunca antes le había hecho el amor a una mujer… Al menos no hasta hoy…
  Pero ella ya no estaba allí para escucharlo.


4 comentarios:

  1. aaawwww me encantoo seguilaa o subi un maraton!!!!!!!

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  2. Woow me encanto esta super interesante
    ahh Nick se enterara de quien es la mujer que no le quiere decir su nombre
    sera que no parara hasta saber quien es ???
    te quedo estupendo me fascino muy lindo
    espero el siguiente pronto que esta interesante
    un besito cuidate :D

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  3. sube un maraton plis esta muy interesante !!

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  4. ME MUEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! ESTUVO INCREIBLE EL CAPI!!!! PORFAAAAAAAAAA SEGUILAAAAAAAA!!!!

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