domingo, 13 de noviembre de 2011

"The Wild Walk" Cap 32




Terminaron sus sándwiches y pasaron una hora holgazaneando en la sombra, refrescando sus cuerpos y relajándose.
—Tu rostro se está bronceando —dijo Nick.
—¿Sí?
—Sí. —Él extendió la mano y rozó con el pulgar la punta de su nariz—. Te ves como Rudolph el Reno con la Nariz Roja.
Miley le apartó el pulgar.
—No lo hago.
—Tus mejillas también están rojas. ¿Te ruborizas?
Ella resopló.
—Apenas. Después de estar juntos ya no puedes hacerme sonrojar.
Nick arqueó una ceja.
—¿Quieres apostar?
El desafío en su mirada la calentó más que el sol. Ella tomó un trago largo de agua y sacudió la cabeza.
—Ni por asomo. No quiero quitarte tu dinero.
Él apoyó los codos en la mesa y se inclinó más cerca.
—Nena, definitivamente puedo hacer que te sonrojes. De hecho, por todas partes.
Miley no quería pensar en todas las formas en que él podría hacerlo. Pero pensándolo bien quizás eso era justo lo que deseaba.
—Demuéstralo —lo desafió ella.
Sin una palabra, él apartó su silla y se puso de pie, luego se acercó a su lado de la mesa.
—Levántate —le dijo. Curiosa y excitada, se levantó y giró para estar frente a él—. Ahora date la vuelta.
Ella alzó una ceja.
—¿Eh? —Él la agarró de los hombros y la giró de tal forma que le diera la espalda y ella mirara el agua. Su pecho le rozó la espalda, sus caderas le presionaron las nalgas. Cuando Nick le rodeó la cintura con un brazo y la atrajo hacia él, ella resistió el impulso de soltar un ronroneo de placer. Siempre se sentía tan bien ser sostenida con él.
—¿Has hecho el amor al aire libre, Miley? —Susurró él contra su cuello. Ráfagas de pura sensación atravesaron sus terminaciones nerviosas ante la promesa oscura en su voz.
—No.
—Lo harás.
Los ojos femeninos se abrieron del todo.
—¿Aquí? —Su mirada revoloteó hacia los árboles y las calas cercanas. Ningún barco navegaba en las cercanías, pero había otras propiedades, otras casas. La gente podría verlos.
—Nick, no es una buena idea.
—No me importa. Te deseo y voy a follarte aquí mismo.
Su polla ya estaba dura contra ella, el contorno firme de su pene se apretaba con insistencia contra sus nalgas. A pesar de su conmoción ante los planes de Nick, sus pezones se tensaron y su coño se estremeció. El pensamiento de que la tocara aquí fuera, que le hiciera el amor en un lugar tan público, la excitaba.
—Todos tenemos algo de exhibicionistas, nena —le dijo Nick, deslizando la mano sobre la llanura de su estómago. Su vientre realizó saltos mortales en respuesta—. Saber que alguien pudiera estar observando, sin poder desviar la mirada de nosotros juntos… ¿no te enciende un poco?
Miley no quería confesar que lo hacía, pero no podía hacer nada más.
—Sí. —Él movió la mano hacia arriba y sus dedos se ampliaron cuando los extendió sobre su tórax, deteniéndose justo debajo del sujetador de su bikini. Su corazón palpitó contra la palma de Nick.
—¿Tienes miedo?
—No. —Excitada, sí. Pero no asustada. Nick cuidaría de ella. Siempre lo había hecho.
—Tu corazón late rápidamente. Apuesto a que tu nata te humedece el bikini. —Tenía razón. Estaba mojada, su coño se contraía por la anticipación de su toque, de la boca de él en su clítoris, lamiéndola y proporcionándole el orgasmo que ansiaba—. Tendrás que aprender a decirme lo que piensas, expresar esas ideas pequeñas y pervertidas que rondan en tu cabeza. Quiero oírlas. Hacen que mi polla se ponga dura.
—Me pregunto cuándo vas a tocarme.
—Te estoy tocando. —Movió la mano hasta el otro lado de su torso, incitándola con los dedos pero sin tocar sus pechos.
—Tócame más.
—¿Cómo?
Deseaba que le arrancara el sujetador, frotara sus pezones y los mamara. Necesitaba mucho más de lo que le estaba dando.
—Toca mis pechos.
Nick movió ambas manos y cubrió con ellas sus senos. Oh, no, eso no estaba bien. Él había dejado el sujetador.
—No, no así. —La respiración de Miley se volvió pesada y su voz susurrante.
—Dime lo que deseas.
—Deseo tus manos sobre mi piel.
—¿Quieres que te quite el sujetador? ¿Aquí afuera, donde cualquiera puede vernos?
Maldito fuera por tomarle el pelo de esa forma.
—Sí, quítalo.
No le importaba. Necesitaba que sus manos moldearan su piel y tocaran sus pezones. Deseaba sentir esa sensación entre las piernas, alimentando su excitación.
Le apartó el sujetador y este cayó hacia adelante, liberando sus senos. Cuando sus manos cubrieron los montículos, ella soltó un quejido que fue mezcla de alivio y agonía. Se concentró en las sensaciones que las manos de él creaban, pero no pudo evitar revisar el área. Sus senos estaban expuestos. ¿Alguien podría verlos? ¿Y si lo hacían, qué pensarían?
La idea la excitó.
—Creo que te gusta esto —dijo Nick, deslizando sus pulgares sobre los pezones.
Miley jadeó y Nick rodó las puntas entre sus dedos, tirando un poco más duro. Meció sus caderas contra ella, su polla ahora estaba totalmente rígida, su aliento se sentía caliente en el cuello. Le dio mordiscos ligeros en el punto sensible entre su cuello y hombro y Miley tembló en respuesta.
Esto era absolutamente perverso. Se sentía tan expuesta. Aunque estuviera medio protegida por la sombra del dosel de los árboles, alguien podría descubrirlos. Nunca imaginó que ser una exhibicionista fuera tan excitante. Y algo extraño, no le importaba quién mirara, sobre todo cuando los dedos de Nick se arrastraban por su estómago, para luego bajar, aflojando la cinturilla de sus pantalones cortos.
Sabía hacía donde se dirigía Nick y estaba desesperada porque la tocara allí, sentir su mano acunándole el sexo y sus dedos penetrándola. Y deseaba que lo hiciera justo allí.
Él hizo una pausa, sus dedos juguetearon con su bikini. Miley Lily tembló ante la sensación.
—¿Estás mojada, Miley? ¿Deseas que toque tu coño?
—Sí.
—¿Deseas que mis dedos entren en ti?
—Ah, Dios. Sí, sabes que quiero. —Su coño tembló.
—Quieres que entre en ti una y otra vez profundamente y extraiga toda esa dulce nata para cubrir tu clítoris. ¿Eso es lo qué deseas que haga?
La estaba llevando a la locura. Lo hacía deliberadamente, jugando con los bordes de su bikini, pero sin tocarla donde más lo necesitaba.
—Sí —dijo ella, echando la cabeza hacia atrás para apoyarse en el hombro masculino—. Haz que me corra, Nick. Apresúrate.
Él deslizó la mano dentro de sus pantalones cortos, tiró de los lazos laterales de su bikini, se lo quitó y lo arrojó sobre la mesa.
—Esto será a mi modo —dijo él, su voz fue un gruñido bajo contra su oído.
La tensión en su voz era evidente. Nick estaba tan tenso por la necesidad como ella. Miley apenas podía respirar cuando le quitó las bragas del bikini y su mano le cubrió el coño. El calor de su palma era semejante a alimentar una hoguera ya embravecida. Ella se arqueó contra su mano, retorciéndose ante la quemadura de su contacto.
Y luego él comenzó a acariciarla, con movimientos suaves y sedosos, empapándose la mano con la crema que se derramaba de su coño. Aún mojada, la mano se deslizó sobre ella en un ritmo delicado y cada vez que él frotaba su clítoris ella sentía el golpe de un rayo profundamente en su vagina. Era semejante a una onda de choque eléctrica, de la clase más agradable de imaginar.
—Maldición, nena, estás mojada. —Empapó la punta de un dedo entre sus pliegues, tentándola con lo que podría ser. Fue un verdadero tormento, porque se retiró, continuando con la tortura lenta de sus caricias.
—Por favor —pidió ella, sin importarle cómo sonaba. Nick tenía el control de esto, de ella. Necesitaba lo que podía darle y Miley haría lo que fuera por conseguirlo. Deseaba esta exposición, sentir que la luz del sol calentaba su coño mientras la boca de Nick cubría su dolorido clítoris.
—Dime lo que deseas, Miley.
—Lámeme.
La lengua de Nick arremetió contra el lóbulo de su oreja.
—¿Así?


1 comentario:

  1. sin duda es uno de los mejores capitulos y la mejor forma de hacer exitar a alguien leyendo solo una novela candelaa

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