domingo, 13 de noviembre de 2011

"The Wild Walk" Cap 30




A la mañana siguiente, Miley despertó sola en la cómoda cama que Nick y ella habían compartido. Incluso se las habían arreglado para dormir. Tom los había alimentado bien y mientras ella hacía la colada, ellos pasaron algunas horas hablando sobre libros y la vida militar de Tom. Cuando llegó el momento en que Miley se retiró a la cama, le tomó exactamente dos-punto-dos segundos quedarse completamente rendida.
Y estaba bastante segura de que Nick se sentía aún más agotado que ella. Bostezó varias veces, sus párpados se cerraron soñolientos, e incluso se había dormido en una silla. Finalmente lo hizo subir las escaleras a empujones para que se acostara cuando terminó de lavar. Y aunque Nick hubiera actuado como si quisiera devorarla de pies a cabeza, ella era más sabia. A veces dormir era más importante que el sexo.
Al menos así fue la noche anterior. Miley se despertó bien descansada e impaciente por encontrarse con Nick.
Se vistió deprisa y bajó las escaleras, el aroma de café recién hecho y tocino atrajeron sus sentidos.
Tom y Nick estaban sentados ante la mesa de la cocina. Cuando ella entró, detuvieron la conversación.
Odiaba eso. La hacía pensar que estaban planeando algo a lo que le negaban acceso. Planes secretos. Quizás se estaba volviendo paranoica.
Sí, cierto. Ningún quizás. Ya estaba allí, en el lugar más caliente de la Ciudad de la Paranoia. Era totalmente cierto que no sabía nada de nada.
Tom se puso de pie y sacó una taza del armario.
—¿Cómo lo tomas? —Preguntó él.
—Con crema si es que tienes. Si no, negro está bien. Pero yo puedo prepararlo.
—Siéntate. Hice el desayuno, eres mi invitada y en esta casa los invitados son atendidos.
Le sonrió y se sentó en la silla junto a Nick. Él la agarró por la nuca y presionó un suave beso en sus labios.
—Buenos días, dormilona.
—Buenos días.
El café sabía estupendo y Tom deslizó un plato de tocino con huevos frente a ella y Miley intentó con todas sus fuerzas no devorarlo como un animal hambriento. Pero vaya si tenía hambre.
—Volveré en dos días o más —dijo Tom.
Miley se detuvo a medio bocado y dejó a un lado su tenedor.
—¿Te marchas?
Tom sonrió ampliamente.
—Viaje de pesca.
—¿Cuándo te vas?
—Esta mañana.
Ella echó un vistazo a Nick.
—Entonces deberíamos hacer las maletas.
—¿Por qué? No nos vamos —dijo Nick.
—¿No?
—Mierda, no. No hay razón para que os vayáis —dijo Tom—. Quedaros, disfrutad de la vista y el agua. La temperatura está mejorando. Se supone que el siguiente par de días serán maravillosos. —Se quedó quieto y luego puso su taza en el fregadero—. Soy yo quién debe terminar de hacer las maletas.
Él dejó la habitación y Miley miró burlonamente a Nick.
—¿Por qué nos quedamos?
—Por seguridad. Tom tiene una fortaleza aquí y quiero salir de circulación por unos días, ver si alguien nos ha seguido o rastreado. Puedo controlar el perímetro, mantener un ojo en las cámaras de vigilancia y observar el área. Luego, si creo que estamos limpios, nos iremos.
—Bien, tiene sentido. —Su estómago dio una voltereta ante las noticias. Nick de nuevo se comunicaba con ella, compartiendo información. Esto era algo muy bueno, un paso en la dirección correcta. Bien, quizás estuviera aferrándose a cualquier brizna en ese momento. Pero estaban a años luz de donde habían comenzado, en términos de progreso en su relación y Miley tomaría esto como una buena señal.
—Y como Tom dijo, tenemos el lugar para nosotros. Podemos usar el embarcadero, nadar un poco, tomar algo de sol y tener algo de diversión. Relájate un poco.
Nick meneó las cejas. Miley sabía a qué se refería con lo de relajarse, pero no estaba segura que fuera posible. No con el virus aún en su posesión y su destino incierto.
Claro que él sabía lo que hacía. Nick lo sabía todo, así que le era fácil pasar algo de tiempo inactivo. ¿Pero y para ella? No era tan simple.
Pero mientras más jugaba a este juego, más confiaba Nick en que ella no lo traicionaría, ni huiría, de ahí que probablemente pudiese obtener de él muchísima más información.
El problema era que, con cada día que pasaba con Nick, la costumbre de estar con él también crecía y los sentimientos que había sentido una década atrás renacían. Se le hacía más y más difícil conservar su fachada profesional, usar el sexo como un instrumento para ganarse su confianza y mantener sus emociones a raya.
No era buena en esta cosa del espionaje. Tenía un corazón y no podía erigir una pared de hielo en torno a éste para siempre.
Quizás Nick era mejor en esto que ella. Quizás él era capaz de resistir todo el asunto del sexo y no implicarse emocionalmente. Miley no lo sabía ya que no habían sacado a colación el tema de cómo se sentían con respecto al otro. Él no lo había mencionado y con seguridad ella no lo haría. Deseaba que él creyera que lo que había entre los dos era fácil, provocativo, algo “temporal”, que no significaba nada para ella más allá de algo físico. Deseaba que él creyera que llegado el momento ella se alejaría sin mirar hacia atrás, sin reprocharle nada. Lo que implicaba que era tiempo de redoblar sus esfuerzos con el sexo y tener en verdad algo de diversión con él, para ponerle claro que dejaría pasar las cosas por el momento y que disfrutaría de su tiempo juntos. Rellenaría el vacío de desconfianza entre ellos y así él le seguiría proporcionando información, creyendo que podía contárselo todo. Pero cuando llegara el instante en que él entregara el virus, ella se lo arrebataría bajo sus narices y lo llevaría a las autoridades. Tenía que hacerlo a pesar de sus sentimientos por Nick. Tom salió con un bolso pequeño en una mano y una caña de pescar en la otra.
—¿Debo suponer que ya has empacado? —Preguntó Miley, observando el bolso de viaje diminuto.

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