martes, 19 de junio de 2012

"Die Frau hinter der Mask" Cap 28






Una copia, aunque no tan buena de Miley, lo miraba con el ceño fruncido y parecía deseosa de molerlo a palos o lo que hubiese sido más doloroso, arrojarlo de regreso a la planta bajo por el hueco del ascensor… Tenia que ser su hermana. Eran muy parecidas. Aunque Miley se llevaba los laureles a la más bonita, pensó Nick. Y por el gesto de enojo que ella portaba, dedujo que esa mujer no lo tenía en muy buena estima… Tampoco iba él a reprochárselo. 
—¿Si?— le había preguntado ella secamente. Dándole a entender que hubiese estado más feliz si en su puerta hubiese habido una horda de langostas.
—Mi nombre es Nick Jonas y me gustaría muchísimo hablar con la señorita Miley Cyrus, por favor—dijo ocultando el ramito a su espalda.
Demi arqueó una ceja en gesto interrogante. ¿Acaso Miley no había dicho que él nunca recordaba su apellido? La susodicha, que no había hecho caso a su hermana y la había seguido para curiosear quien había llegado, permanecía oculta a un lado del vestíbulo y no había podido evitar sorprenderse al escucharlo pronunciar su nombre completo. ¡Si hasta había sentido deseos de asomar la cabeza, sólo para comprobar que él no lo había leído de una nota!
—No creo que Miley quiera verlo señor Jonas— le respondió cortante—. Tengo entendido que mañana mismo le enviará el telegrama de renuncia.
—Escúcheme señorita, es imperioso que hable con ella— intentó explicarle—. Puede que Miley no tenga formulada la mejor imagen de mí, y la entiendo, pero le juro que he cambiado y eso es lo que quiero explicarle a ella.
—Ya le he dicho que mi hermana no desea saber nada de usted señor Jonas, así que haría bien en regresar por dónde ha venido.
—Por favor— le rogó. Y si arrodillándose hubiese logrado ablandar el corazón de esa mujer para que llamase a su hermana, Nick sin dudarlo lo hubiese hecho.
Pero no hubo necesidad. Miley salió de su escondite.
—Está bien Demi, hablaré con el señor Jonas— dijo acercándose a ellos. El corazón estaba a punto de estallarle dentro del pecho.
—Gracias Demi— se apresuró él a decirle, sintiendo un profundo alivio dentro de su pecho y tomándole las manos para besárselas con religiosidad.
—Estaré en la cocina por si me necesitas Miley— advirtió
Demi echándole a Nick una mirada desconfiada antes de retirarse haciendo gestos de negación con la cabeza.
—Miley, hay tanto que quiero decirte— le dijo acariciándole el rostro con ternura. Todavía tenía la otra mano oculta detrás de la espalda—. Sólo te pido que me escuches, que me dejes terminar todo lo que tengo para decir antes de tomar una decisión. ¿Por favor, me puedes hacer esa promesa? Es todo lo que te pido por ahora.
—Está bien Nick, te lo prometo.
Él sonrió al escucharla llamarlo por su nombre. ¡Le gustaba tanto como sonaba en sus labios!…
—Yo entiendo que tú me creas una mala persona, un mujeriego despreocupado al que nadie le importa…
Se oyó un bufido desde la cocina.
—Lo siento— susurró Miley—. ¡Demi deja de espiar, te hemos oído los dos!— gritó ahora más fuerte hacia el interior de la casa.
—Sólo me ahogué con el té— mintió con voz amortiguada.
—¡No lo hubieses hecho si no hubieses estado escuchando a hurtadillas! ¡Cierra esa puerta y no vale pegar la oreja a la madera!
Nick le sonrió.
—Debe adorarte— señaló con la cabeza en la dirección en la que había desaparecido Demi—, y teme que yo te lastime… No la culpo— dijo Nick acunando su mejilla—. He sido el peor hombre de todos— y aquí aguardó un momento por si se oían nuevos bufidos, pero al parecer ahora Demi los reprimía muy bien. Entonces Nick continuó hablando—. Pero no lo entendí hasta hace poco. Yo… Yo nunca había sentido lo que siento por ti Miley.
—Ya hablamos de eso hoy— interrumpió.
—Prometiste dejarme hablar— él la silenció con un dedo sobre los labios y aprovechó a recorrerlos de una comisura hasta la otra. 
Adoraba esos labios.
—Bueno, habla entonces— dijo entrecerrando los ojos, embriagada por esa sutil caricia.
—Hace un tiempo que vengo sintiendo cosas extrañas por ti, aún antes de la fiesta y después de eso, antes de averiguar que la mujer misteriosa eras tú.
—No se si puedo creerte eso Nick.
—Y no te culparía si no lo hicieras, pero te juro que es la verdad— se sinceró—. Yo creía que sólo era lujuria, o tal vez no estaba preparado para afrontar el verdadero significado de lo que había empezado a sentir por ti.
—¿Y qué es eso que sientes por mí Nick?—preguntó esperanzada y rogando no estar dormida y que todo eso no fuese más que un sueño.
—Todo empezó de pronto… ¿Sabes que día?— le preguntó. A lo que ella respondió negando con la cabeza—. El día de la presentación de los maquillajes.
—¡Pero si ese día saliste corriendo a acostarse con la señorita Evans!— bufó—. Lo recuerdo bien Nick… Era el día de mi cumpleaños, tú estabas conmigo y de pronto me ordenaste volver a llamarla para planificar la cita que habías cancelado horas antes.
—¡Lo hice en un arrebato, porque no entendía que era lo que me sucedía! A tú lado me sentía inquieto, nervioso cómo un adolescente— se justificó—. Miley todo eso era nuevo para mí y no podía comprender que era algo bueno.
Ella revoleó los ojos al techo. Un gesto claro de incredulidad y Nick supo que sería una tarea difícil y hasta ahora no había logrado hacerlo muy bien que digamos.
—Después de los tres días más extraños de mi existencia llegó el baile, y allí no me sentí normal en lo más mínimo. En cuanto te descubrí ya no me importó nada de lo que había a mí alrededor. Sentí algo intenso…
—¡Si, dentro de tus pantalones!
—¡En mis pantalones bulló un infierno!, para que negártelo. Pero también fue aquí Miley— imitó el gesto que ella había hecho antes en la oficina, apoyando la mano de ella sobre su corazón— Aquí, en lo más profundo de mi pecho.
—Te pido que no me mientas Nick. Yo escucharé lo que tengas para decirme, pero sólo habla con la verdad, por favor.
—Nunca hablé con tanta verdad Miley, nunca— El acarició la mano de ella sobre su pecho—. Te habías instalado aquí, sólo que no fue hasta hoy que lo percibí… Cuando saliste de mi oficina me encontré hueco, vacío… Y comprendí que ya no quería la vida miserable que había llevado hasta ahora. Esa vida me resulta ahora sin sentido… ¿Lo entiendes Miley?
—No lo se…
—Me enamoré de ti Miley Cyrus. Me enamoré de la mujer que se escondía detrás de un antifaz y me enamoré de la mujer que se escondía bajo esos horrorosos trajes holgados— le dijo sonriendo—. Y ya no concibo mi vida si no es a tu lado.
—¿Lo dices sinceramente Nick?— los ojos de ella estaban vidriosos por la emoción—. No quiero sufrir Nick… — era casi una súplica—. ¿Qué es realmente lo que tú intentas decirme?
—Quiero decirte que te prefiero a ti, solo a ti y a ninguna otra— le tomó el rostro con una de sus manos y la miró a los ojos—. Te estoy diciendo que no quiero que te alejes de mí y te estoy pidiendo que seas mi esposa Miley Cyrus… Porque yo te amo.
   Miley lo miró a los ojos. Ella siempre había creído que en los ojos de una persona se podía leer la verdad, y si su poder de observación, su intuición y su enloquecido corazón no se equivocaban, ella podía jurar que en la mirada de él no había ni un ápice de mentira… Era eso, o era el desenfrenado anhelo que sentía por que así lo fuera.  Tenía miedo de jugarse, miedo de creer en él y que después él la defraudara. ¿Valía la pena que se arriesgara a sufrir, a terminar con el corazón roto?… 
Entonces recordó: que si no hubiese decidido jugarse con un gran cambio una vez no estaría ahora en ese lugar. En la puerta de su departamento, frente a Nick Jonas y que él no estaría ahora ofreciéndole una cajita de joyería, que ella intuía contenía un anillo, ni un ramito de nardos… (Al menos no eran rosas), apuntó con una sonrisa cargada de lágrimas… Además, aunque Miley lo hubiese intentado, no hubiese sido capaz de decirle que no a Nick Jonas…
—¿Miley? ¿Aceptas ser mi esposa o me torturarás mucho tiempo más intentando deducir si me dirás que sí o si me harás comer los nardos uno a uno?— le preguntó acercándose más a ella. Casi rozándole los labios con los suyos.
—Si Nick— se lanzó a sus brazos, rodeándole el cuello con los suyos—. ¡Claro que acepto ser tu esposa!
¡Gracias Señor!, suspiró Nick aliviado.
—Te amo Miley— la abrazó con fuerzas. Necesitaba aferrarse a ella y ya nunca más soltarla—. ¡Cielos, no sabes cuánto te amo!
—Yo también te amo Nick.
La besó en la boca. Recorriendo con su lengua sus labios por dentro y por fuera. Le mordisqueó el labio inferior y después la saboreó intensamente.  A Nick, ese beso le sabía dulce, a fruta madura. Le sabía hermoso e increíblemente sagrado.  Era la primera vez que besaba con amor y también era la primera vez que se sentía amado. Le gustó la sensación y secretamente le rogó al cielo para que ese amor profundo que se había encendido en ellos no se extinguiera jamás…

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