Una copia, aunque no tan
buena de Miley, lo miraba con el ceño fruncido y parecía deseosa de molerlo a
palos o lo que hubiese sido más doloroso, arrojarlo de regreso a la planta bajo
por el hueco del ascensor… Tenia que ser su hermana. Eran muy parecidas. Aunque
Miley se llevaba los laureles a la más bonita, pensó Nick. Y por el gesto de
enojo que ella portaba, dedujo que esa mujer no lo tenía en muy buena estima…
Tampoco iba él a reprochárselo.
—¿Si?— le había preguntado ella secamente.
Dándole a entender que hubiese estado más feliz si en su puerta hubiese habido
una horda de langostas.
—Mi nombre es Nick Jonas y me gustaría
muchísimo hablar con la señorita Miley Cyrus, por favor—dijo ocultando el
ramito a su espalda.
Demi arqueó una ceja en gesto interrogante.
¿Acaso Miley no había dicho que él nunca recordaba su apellido? La susodicha,
que no había hecho caso a su hermana y la había seguido para curiosear quien
había llegado, permanecía oculta a un lado del vestíbulo y no había podido
evitar sorprenderse al escucharlo pronunciar su nombre completo. ¡Si hasta
había sentido deseos de asomar la cabeza, sólo para comprobar que él no lo
había leído de una nota!
—No creo que Miley quiera verlo señor Jonas—
le respondió cortante—. Tengo entendido que mañana mismo le enviará el
telegrama de renuncia.
—Escúcheme señorita, es imperioso que hable
con ella— intentó explicarle—. Puede que Miley no tenga formulada la mejor
imagen de mí, y la entiendo, pero le juro que he cambiado y eso es lo que
quiero explicarle a ella.
—Ya le he dicho que mi hermana no desea
saber nada de usted señor Jonas, así que haría bien en regresar por dónde ha
venido.
—Por favor— le rogó. Y si arrodillándose
hubiese logrado ablandar el corazón de esa mujer para que llamase a su hermana,
Nick sin dudarlo lo hubiese hecho.
Pero no hubo necesidad. Miley salió de su
escondite.
—Está bien Demi, hablaré con el señor Jonas—
dijo acercándose a ellos. El corazón estaba a punto de estallarle dentro del
pecho.
—Gracias Demi— se apresuró él a decirle,
sintiendo un profundo alivio dentro de su pecho y tomándole las manos para
besárselas con religiosidad.
—Estaré en la cocina por si me necesitas Miley—
advirtió
Demi echándole a Nick una mirada
desconfiada antes de retirarse haciendo gestos de negación con la cabeza.
—Miley, hay tanto que quiero decirte— le
dijo acariciándole el rostro con ternura. Todavía tenía la otra mano oculta
detrás de la espalda—. Sólo te pido que me escuches, que me dejes terminar todo
lo que tengo para decir antes de tomar una decisión. ¿Por favor, me puedes
hacer esa promesa? Es todo lo que te pido por ahora.
—Está bien Nick, te lo prometo.
Él sonrió al escucharla llamarlo por su
nombre. ¡Le gustaba tanto como sonaba en sus labios!…
—Yo entiendo que tú me creas una mala
persona, un mujeriego despreocupado al que nadie le importa…
Se oyó un bufido desde la cocina.
—Lo siento— susurró Miley—. ¡Demi deja de
espiar, te hemos oído los dos!— gritó ahora más fuerte hacia el interior de la
casa.
—Sólo me ahogué con el té— mintió con voz
amortiguada.
—¡No lo hubieses hecho si no hubieses
estado escuchando a hurtadillas! ¡Cierra esa puerta y no vale pegar la oreja a
la madera!
Nick le sonrió.
—Debe adorarte— señaló con la cabeza en la
dirección en la que había desaparecido Demi—, y teme que yo te lastime… No la
culpo— dijo Nick acunando su mejilla—. He sido el peor hombre de todos— y aquí
aguardó un momento por si se oían nuevos bufidos, pero al parecer ahora Demi
los reprimía muy bien. Entonces Nick continuó hablando—. Pero no lo entendí
hasta hace poco. Yo… Yo nunca había sentido lo que siento por ti Miley.
—Ya hablamos de eso hoy— interrumpió.
—Prometiste dejarme hablar— él la silenció
con un dedo sobre los labios y aprovechó a recorrerlos de una comisura hasta la
otra.
Adoraba esos labios.
—Bueno, habla entonces— dijo entrecerrando
los ojos, embriagada por esa sutil caricia.
—Hace un tiempo que vengo sintiendo cosas
extrañas por ti, aún antes de la fiesta y después de eso, antes de averiguar
que la mujer misteriosa eras tú.
—No se si puedo creerte eso Nick.
—Y no te culparía si no lo hicieras, pero
te juro que es la verdad— se sinceró—. Yo creía que sólo era lujuria, o tal vez
no estaba preparado para afrontar el verdadero significado de lo que había
empezado a sentir por ti.
—¿Y qué es eso que sientes por mí Nick?—preguntó
esperanzada y rogando no estar dormida y que todo eso no fuese más que un
sueño.
—Todo empezó de pronto… ¿Sabes que día?— le
preguntó. A lo que ella respondió negando con la cabeza—. El día de la
presentación de los maquillajes.
—¡Pero si ese día saliste corriendo a
acostarse con la señorita Evans!— bufó—. Lo recuerdo bien Nick… Era el día de
mi cumpleaños, tú estabas conmigo y de pronto me ordenaste volver a llamarla
para planificar la cita que habías cancelado horas antes.
—¡Lo hice en un arrebato, porque no
entendía que era lo que me sucedía! A tú lado me sentía inquieto, nervioso cómo
un adolescente— se justificó—. Miley todo eso era nuevo para mí y no podía comprender
que era algo bueno.
Ella revoleó los ojos al techo. Un gesto
claro de incredulidad y Nick supo que sería una tarea difícil y hasta ahora no
había logrado hacerlo muy bien que digamos.
—Después de los tres días más extraños de
mi existencia llegó el baile, y allí no me sentí normal en lo más mínimo. En
cuanto te descubrí ya no me importó nada de lo que había a mí alrededor. Sentí
algo intenso…
—¡Si, dentro de tus pantalones!
—¡En mis pantalones bulló un infierno!,
para que negártelo. Pero también fue aquí Miley— imitó el gesto que ella había
hecho antes en la oficina, apoyando la mano de ella sobre su corazón— Aquí, en
lo más profundo de mi pecho.
—Te pido que no me mientas Nick. Yo
escucharé lo que tengas para decirme, pero sólo habla con la verdad, por favor.
—Nunca hablé con tanta verdad Miley, nunca—
El acarició la mano de ella sobre su pecho—. Te habías instalado aquí, sólo que
no fue hasta hoy que lo percibí… Cuando saliste de mi oficina me encontré
hueco, vacío… Y comprendí que ya no quería la vida miserable que había llevado
hasta ahora. Esa vida me resulta ahora sin sentido… ¿Lo entiendes Miley?
—No lo se…
—Me enamoré de ti Miley Cyrus. Me enamoré
de la mujer que se escondía detrás de un antifaz y me enamoré de la mujer que
se escondía bajo esos horrorosos trajes holgados— le dijo sonriendo—. Y ya no
concibo mi vida si no es a tu lado.
—¿Lo dices sinceramente Nick?— los ojos de
ella estaban vidriosos por la emoción—. No quiero sufrir Nick… — era casi una
súplica—. ¿Qué es realmente lo que tú intentas decirme?
—Quiero decirte que te prefiero a ti, solo
a ti y a ninguna otra— le tomó el rostro con una de sus manos y la miró a los
ojos—. Te estoy diciendo que no quiero que te alejes de mí y te estoy pidiendo
que seas mi esposa Miley Cyrus… Porque yo te amo.
Miley
lo miró a los ojos. Ella siempre había creído que en los ojos de una persona se
podía leer la verdad, y si su poder de observación, su intuición y su
enloquecido corazón no se equivocaban, ella podía jurar que en la mirada de él
no había ni un ápice de mentira… Era eso, o era el desenfrenado anhelo que
sentía por que así lo fuera. Tenía miedo
de jugarse, miedo de creer en él y que después él la defraudara. ¿Valía la pena
que se arriesgara a sufrir, a terminar con el corazón roto?…
Entonces recordó: que si no hubiese
decidido jugarse con un gran cambio una vez no estaría ahora en ese lugar. En
la puerta de su departamento, frente a Nick Jonas y que él no estaría ahora
ofreciéndole una cajita de joyería, que ella intuía contenía un anillo, ni un
ramito de nardos… (Al menos no eran rosas), apuntó con una sonrisa cargada de
lágrimas… Además, aunque Miley lo hubiese intentado, no hubiese sido capaz de
decirle que no a Nick Jonas…
—¿Miley? ¿Aceptas ser mi esposa o me
torturarás mucho tiempo más intentando deducir si me dirás que sí o si me harás
comer los nardos uno a uno?— le preguntó acercándose más a ella. Casi rozándole
los labios con los suyos.
—Si Nick— se lanzó a sus brazos, rodeándole
el cuello con los suyos—. ¡Claro que acepto ser tu esposa!
¡Gracias Señor!, suspiró Nick aliviado.
—Te amo Miley— la abrazó con fuerzas.
Necesitaba aferrarse a ella y ya nunca más soltarla—. ¡Cielos, no sabes cuánto
te amo!
—Yo también te amo Nick.
La besó en la boca. Recorriendo con su lengua
sus labios por dentro y por fuera. Le mordisqueó el labio inferior y después la
saboreó intensamente. A Nick, ese beso
le sabía dulce, a fruta madura. Le sabía hermoso e increíblemente sagrado. Era la primera vez que besaba con amor y
también era la primera vez que se sentía amado. Le gustó la sensación y
secretamente le rogó al cielo para que ese amor profundo que se había encendido
en ellos no se extinguiera jamás…
owww :') ♥♥
ResponderEliminarme encanto!
OMG!!! Moriré de emoción que bello. <33 :'D
ResponderEliminar