Entonces Nick cerró los ojos y dejó que su mente vagara por
la mujer enmascarada, intentando compararla con los rostros y cuerpos de las
mujeres que conocía. Intentó asociar la
voz, las cosas que ella había dicho, el perfume vainillado, el sonido de su
risa. Los ojos, la boca…, la inteligencia… Las sensaciones que ella era capaz
de despertar en él… Todo eso sólo coincidía con una mujer…
Casi llora de
alegría…
¡Tiene que ser ella! ¡La tuve siempre
delante de mí! ¿Cómo diablos pude ser tan ciego?, se reprendió.
—Miley
Nick quería correr a buscarla y había
estado a punto de hacerlo. Había tomado las llaves de su auto y ya estaba junto
a la puerta de salida de su residencia, pero entonces pensó en frío. Si Miley
es la mujer del baile de máscaras, ¿porque me negó que la conociera? ¿Será que a
ella yo no le intereso?... Aunque también dijo que temía decepcionarme…
Su secretaria lo conocía mejor que nadie y sabía de cada uno de sus amoríos y
la manera de actuar de él después. Era lógico que ella se negara a revelarle su identidad y
exponerse a ser tratada de la misma manera… Recapacitó mientras volvía al
sofá. Por otro lado, suponía que ella no
lo tendría en muy alta estima sabiéndolo un mujeriego descarado… Además, y
suponiendo que sí había encontrado a la mujer de la fiesta, ¿qué haría?
¿Proponerle matrimonio? Eso no era algo que Nick Jonas pudiese decidir así cómo
así. ¿Ser capaz de serle fiel a una mujer? ¿Permanecer el resto de su vida sólo
con una? ¿No volver a tocar a ninguna modelito infartante? Aunque también se
encontró dándose cuenta que las modelitos ya no le resultaban apetecibles, pero
Miley si… Tendría que manejarse con cuidado, paso a paso, decidió. No iría a
buscarla ahora, esperaría a mañana y observaría a su secretaria. La compararía
con la mujer del antifaz hasta asegurarse de que era ella y después, porque por
hoy ya era demasiado, decidiría que hacer con ella.
—Buenos días Miley— le dijo él con un tono
sensual que jamás había usado con ella y que inmediatamente envió a la mujer
una ola de excitación a lo largo de su cuerpo hasta la punta de los dedos de
sus pies.
—Buenos días señor Jonas— respondió ella
intentando ocultar las mejillas que sintió, se le habían encendido al recordar
la llamada telefónica del día anterior.
Miley todavía no había podido creer que
ella se hubiese comportado de manera tan osada, ni que hubiese compartido un
momento tan increíblemente extraño con Nick, tan íntimo.
—¿Cómo se encuentra esta mañana Miley? ¿Ha
tenido una buena noche?
Nick no había podido reprimir las ganas de
soltar ese pequeño dardo. La respuesta fue un incendio en el rostro de su
secretaria, que él agradeció al cielo con una secreta sonrisa. Cada una de esas
pequeñas señales le confirmaba cada vez más que no se había equivocado, que era
ella…
—Si —tragó saliva, las palabras de repente
se le habían atascado en la garganta—. Una buena noche— no fue capaz de decir
más.
Él decidió no seguir torturándola. Le daría
un respiro, pero sólo por unos muy escasos minutos…
—Voy a necesitar que realice una tarea Miley—señaló
despreocupadamente mesando su cabello corto—. La espero en mi oficina en cinco
minutos y si quiere, puede traer café para los dos.
—Eh… ¿En su oficina?— preguntó nerviosa.
Prefería mantenerse alejada, no fuese que su cuerpo traicionero se lanzara
sobre él cuando menos lo esperaba… ¡Si ahora mismo empezaban a despertarse cada
uno de sus sentidos ante su impresionante presencia!
—Si Miley, en mi oficina…, justo
aquí—señaló la puerta junto a la suya— reclinó su torso sobre el escritorio
acercándose bastante a ella—. Después de todo, me parece que su sueño debe
haberse visto perturbado— le sonrió de manera pícara—, porque la noto
bastante…, eh, no se…— simuló pensar—, ¿distraída?
—No, claro que no señor Jonas— se irguió en
su silla aparentando tranquilidad y ocultó las manos sobre la falda. Le
temblaban terriblemente y no quería que su jefe lo notara.
—Debo estar equivocado entonces— se alzó de
hombros—. La espero en cinco minutos y por favor no se demore.
—¿Desea que le pase el parte de los
llamados de la mañana?— dijo en un intento desesperado de recuperar la
compostura.
—¿Algo importante?— él no podría haberse
mostrado menos interesado aunque lo hubiese intentado con todas sus fuerzas,
claro que tampoco lo había hecho, así que era más que obvio que Miley podía
guardarse la lista para más tarde.
—Los de la ropa deportiva han dicho que
están muy satisfechos con las ideas que usted les propuso para la campaña
publicitaria y que le dan luz verde para desarrollarlas a todas.
—Es una buena noticia, ¿algo más?
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