Miley se escabulló lo mejor que pudo del
hotel intentando pasar desapercibida. Aunque ya no era la mujer insulsa y
anticuada a quien nadie dedicaba más que una desdeñosa mirada, así que la tarea
le resultó difícil, sino imposible.
Percibía varios pares de ojos que la observaban. Logró mantener la compostura y una vez fuera, y ya
más aliviada, se consiguió un taxi que la llevara hasta su departamento. No
importaba de qué manera seguiría su vida a partir de ahora. ¡Esa definitivamente,
había sido la mejor noche de su existencia! Miley sabía que nada lograría
empañar el recuerdo que atesoraría en lo más profundo de su corazón por el
resto de sus días. Porque ella se había
entregado a Nick Cole, había sido suya y él de ella. Al menos por esa noche él
le había pertenecido… Y eso, sucediera lo que sucediera Miley Cyrus, jamás lo
olvidaría, ni tampoco, nadie podría cambiarlo… Sonrió soñadora recordando los
momentos pasados. Había sido seductora, osada, atrevida… Se había animado a
vivir, a amar… Cómo en sus sueños…
Al llegar a casa, Demi la esperaba sentada
en la mesa de la cocina bebiendo un té de hierbas. En el suelo estaba la pila
de ropa que Miley solía usar. Sobre el montón, descansaba una caja de fósforos.
Miley le sonrió a su hermana.
—Puedes quemar todo eso si quieres— señaló
el bulto de colores espantosos—. No volveré a usarlo jamás. O dónalo si te
parece bien.
—¿Donarlo? ¡Ni hablar! No creo que haya
otra persona en éste mundo capaz de usar alguna de esas prendas— se apresuró a
clamar su hermana—. Te aseguro que le hacemos un bien a la humanidad, y si no
es a la humanidad, al menos al buen gusto, quemando esos trapos horrendos.
—Creo que tienes razón. Yo al menos no
pienso usarlas.
—¿Te ha ido bien verdad? ¿Debo deducir que
algún hombre te ha mirado de manera sugerente?— inquirió su hermana con
complicidad.
Miley estalló en carcajadas.
—¡Me han comido con los ojos! ¡Señor!
Todavía no puedo creer que se hayan fijado en mí. ¡Que hayan intentado
seducirme y no uno, sino varios! Y lo más cómico de todo el asunto, es que eran
los mismos que día a día en la oficina sólo se dedicaron a ignorarme.
—¡Esto se pone definitivamente interesante!
—¡Ni que lo digas!— se sonrojó bastante al
recordar.
—¿Y qué más ha sucedido? ¿Te han invitado a bailar? ¿A
salir?— le preguntó Demi llevándose a los labios la taza con el té de hierbas
que ya estaba un poco frío.
—Me acosté con Nick Jonas— soltó Miley de
sopetón.
Y Demi debió hacer un esfuerzo sobre humano
para no soltar la taza, aunque varias gotas se derramaron sobre la mesa.
—¿Te acostaste con Nick Jonas? ¿Tu jefe?
—¿A cuántos Nick Jonas tenemos el agrado de
conocer?— le respondió sarcástica—. ¡Claro que lo hice con mi jefe!
—¡Santo Dios Smile! ¿Acaso te has vuelto
loca?
—No, por primera vez en mi vida me animé a
ser yo— se sinceró—. Y te juro Demi que no me arrepiento de nada.
—Pero Smile ¡Nick Jonas!...— negó con la
cabeza—. Mejor que nadie sabes cómo se comporta ese hombre con sus amantes
después de follárselas. ¿Acaso te ordenará mañana que te auto—envíes un ramo de
flores con la ya famosa tarjetita?
—No me enviará ningún ramo.
—¡No te engañes mujer! ¿Qué crees, que te
propondrá casamiento? ¡Vamos Smile! ¡El muy desgraciado sólo te ignorará!
—¡Claro que no ha de proponerme nada! Y
deja ya la reprimenda Demi que no soy una niña.
—No eres una niña, pero en este momento te
comportas como una ingenua. ¿Qué piensas que hará ahora el señor Jonas? Déjame
que te lo diga. Te despedirá para no tener que cruzarse contigo cada día. ¡Eso
es lo que hará Miley! Puede que no te envíe la maldita tarjeta, pero sí el
telegrama de despido- dijo enfadada
—Nadie me despedirá. ¡Nick no sabe que se
acostó conmigo!—gritó.
—¿Qué?— levantó los ojos hacia ella,
asombrada.
—Nadie, ni uno sólo de los presentes fue
capaz de imaginar que yo era la mujer oculta detrás del antifaz. Y así
permanecerán, en la ignorancia total, porque yo no pienso revelarles mi
identidad.
—¿Y como siguen las cosas ahora?— inquirió.
—Entre el señor Jonas y yo solo hay una relación laboral, ¿cómo
crees que seguirán las cosas?... ¡Cómo si nada hubiese sucedido! Porque él no
sabe que pasó algo entre él y yo… Es sencillo— hizo un gesto despreocupado
alzando los brazos y las palmas hacia arriba para enfatizar sus palabras.
—¿Oh sí, sencillo?— la miró fijamente a los
ojos poniéndose de pie y acercando su cara muy cerca de la de ella—. ¿Te crees
algo de lo que acabas de decirme o simplemente sonaba bonito?— le preguntó—. ¡A
mí no me engañas Miley Cyrus! Yo te conozco y se que te morirás de dolor cada día
al verlo con otras, se te romperá el corazón más que nunca al organizarle sus
citas. Imaginarás cada noche lo que le está haciendo a su amante y gritarás de
indignación porque no serás tú la que estará entre sus brazos. ¡Eso es lo que
te sucederá!
—No quiero seguir hablando de esto— giró el
rostro. No quería que ella la viera llorar—. Me iré a dormir.