viernes, 22 de abril de 2011

"My Sinned Sweet" Cap 3




—Voy a casarme e irme de nuestro apartamento en cuanto vuelva de mi luna de miel con Lucas—continuó Ashley con su sermón fraternal—. Por primera vez en tu vida, vas a estar sola, y ni siquiera tienes un novio que te haga compañía. Diablos, se puede decir que no has salido con nadie en los últimos cuatro años.
—No he encontrado a nadie con quien mereciera la pena salir —se encogió de hombros con indiferencia—. Hay un chico en el departamento de contabilidad del hospital que me ha invitado un par de veces. Quizá después de este fin de semana vaya a cenar con él y compruebe adónde vamos desde ahí.
—Oooooh, eso suena excitante y arriesgado —su hermana puso los ojos en blanco—. Mientras cenáis, podréis hablar de la política de facturación del hospital.
Hemsworth es un chico agradable —lo defendió de forma automática.
Se detuvieron ante unas puertas dobles y Ashley extrajo una tarjeta de plástico del bolso.
—Estoy segura de que es muy agradable, pero si se gana la vida haciendo cálculos, mi conjetura es que es muy aburrido… igual que los demás chicos con los que has salido —añadió en voz baja.
Hemsworth era estable, responsable y de fiar. Aunque no esperaba que su hermana comprendiera la necesidad que tenía de encontrar a un hombre con la clase de cualidades v rasgos que le habían faltado a su padre.

A pesar de que su padre había muerto de un ataque al corazón hacia diez años, aquel acontecimiento había cimentado la profunda determinación de asegurase de no volver a hallarse en esa situación financiera. Y eso significaba encontrar a un hombre que supiera cómo manejar el dinero.
Ashley abrió la puerta y Miley la siguió al interior de la habitación. Una vez más miró en silencio maravillado la opulencia de la suite, desde el elegante mobiliario, pasando por la rica y fina tapicería, hasta la decoración de aspecto opulento. Por doquier había flores frescas en jarrones de cristal y su perfume embriagador llenaba la estancia.
—Desde luego, la familia de Lucas no ha escatimado gasto alguno en la suite nupcial, ¿verdad?
—¿Quieres parar ya? —dijo con exasperación al dejar el bolso de marca sobre una mesa de cristal.
Miley sonrió.
—Eh, tú has tenido tres años para acostumbrarte a llevar esta clase de vida —pasó el brazo por el de su hermana y la guió hacia la terraza. Ante la barandilla de hierro forjado, disfrutaron de una vista perfecta del impecable jardín que tenían abajo, al igual que del ondulado campo de golf—. Bueno, ¿qué tienes en tu agenda para esta tarde? —preguntó, esperando que dispusieran de algún tiempo a solas antes de la locura de la boda.
—He quedado con la madre de Lucas para repasar unos detalles de último minuto con el organizador —repuso con expresión de disculpa—. No tengo ni idea de lo que nos llevará.
—Está bien —aceptó, tragándose el nudo que sintió en la garganta al pensar que iba a perder a su hermana—. Lo entiendo.
—Gracias —Ashley pareció aliviada—. En mi ausencia, necesito que me hagas un favor, si puedes.
Apretó la mano de Ashley.
—Lo que sea, ya lo sabes —indicó con absoluta sinceridad. No había nada que no hiciera por su hermana.
—Hay una tienda nueva de caramelos a unas manzanas de aquí en Larchmont Street que prepara los chocolates y confituras más increíbles —dijo Ashley con expresión arrobada—. Cuando estuve aquí la semana pasada, les hice unos pedidos especiales para el coctel familiar de esta noche. Esperaba que pudieras ir a recogerlos por mí y así quitarme una cosa de la que preocuparme hoy.
Ashley supuso que hacerle ese recado a su hermana era mejor que estar sola en la habitación del hotel hojeando una revista durante las próximas horas.
—Considéralo hecho.
Celeste la abrazó con calor y entusiasmo.
—La tienda esta justo calle abajo y lo bastante cerca como para ir a pie, o si lo prefieres puedes tomar un taxi.
—Creo que pasearé —no pensaba pasar por alto la oportunidad de perderse un día tan maravilloso y soleado—. ¿Cómo se llama la tienda?
—Dulce Pecado. Y te puedo asegurar que está a la altura del nombre.
El comentario de su hermana despertó su curiosidad. Así como no era tan fanática del chocolate como Ashley, disfrutaba de algún dulce esporádico.
Bajaron juntas hasta el vestíbulo y luego se despidió con un gesto de la mano de su hermana, saliendo del hotel y yendo por el sendero que conducía a las calles principales.
Sin prisa por llegar hasta la tienda, fue a un ritmo pausado, disfrutando del sol cálido sobre la piel y de la ligera brisa que le revolvía el pelo.
Al llegar a Larchmont Street giró a la derecha tal como le había indicado su hermana. Pasó por delante de boutiques, la terraza de una cafetería curiosa y otros locales atractivos. Al llegar al escaparate, vio los chocolates y las confituras de aspecto más delicioso que jamás había visto.
El nombre negro y dorado en los cristales le confirmó que había alcanzado su destino.
Entró en el local y al instante quedó envuelta en el intenso y dulce aroma del chocolate. Estaba rodeada por una exposición de dulces tentadores, incluidas cajas de diferentes tamaños en forma de corazón para el día de San Valentín y docenas de chocolates en envoltorios coloridos expuestos en una mesa en el centro de la tienda.
Todo en la tienda parecía Dulce Pecado y olía perversamente delicioso.
Aparte de un rápido «enseguida voy» procedente de la parte de atrás de la tienda, Miley estaba sola, algo que no desaprovechó. Cerró los ojos y respiró hondo y despacio, inhalando el olor embriagador del chocolate. Eso sólo resultaba un afrodisiaco para cada uno de sus sentidos.
Asombroso.
Volvió a inhalar, sin poder evitarlo. Había algo en ese sitio que la hacía sentirse sensualmente cargada y se preguntó si era posible que una mujer tuviera un orgasmo sólo con el olor opulento y decadente del chocolate.
En ese caso, ella era la principal candidata.
—Bienvenida a Dulce Pecado.
La voz de una mujer a su espalda la devolvió al presente. Abrió los ojos y se dio la vuelta, recuperada la compostura… al menos por fuera.
—Gracias —sonriendo, se acercó al mostrador y estudió el expositor que exhibía más delicias de chocolate—. Tiene un local fantástico, y el olor es maravilloso.
La bonita mujer mayor sonrió encantada mientras se alisaba el mandil blanco.
—Bueno, personalmente puedo garantizarle que los productos saben aún mejor que huelen. Empleamos los mejores ingredientes disponibles y nos ha llevado años perfeccionar cada producto que ofrecemos.
Y Miley notó que había docenas de los que elegir.
—¿O sea que están hechos de recetas secretas? —preguntó con curiosidad.
—Bueno…
—Sí, así es —respondió un hombre mayor antes de que la mujer pudiera acabar su frase. Apareció desde una puerta que conducía al cuarto de atrás con una bandeja llena de fresas recién bañadas en chocolate, que depositó en el mostrador delante de ella—. Todas muestras recetas son máximo secreto. Clasificadas y sólo para nuestros ojos. ¿No es así, Vannesa?
La mujer llamada Vannesa le sonrió.
—Así es, Zac.
Éste le dio un beso afectuoso en la mejilla y luego miró a Miley.
—A mi esposa le gusta alardear sobre nuestros chocolates exclusivos, pero una vez que los haya probado, estoy seguro de que convendrá en que son los mejores que jamás haya probado. Lo difícil es decidir cuáles probar.
Miley empezaba a pensar que esas fresas recubiertas de chocolate tenían un aspecto estupendo en ese momento. La idea de comer una hizo que le aleteara el estómago.
—¿Ha venido a buscar algo para esa persona especial para el fin de semana de San Valentín? —preguntó Vannesa.
—No —movió la cabeza—. No hay nadie especial.
—Ahhh, es una pena —repuso la otra mujer, adelantándose a Miley —. Pero estar soltera y sin compromiso la hace elegible para la competición que vamos a celebrar en San Valentín. ¿Ve esa mesa con todos los chocolates envueltos en celofán?
Miley asintió.
—Sí.
—Bueno, pues cada uno es una mitad de un corazón de chocolate, con un mensaje dentro —explicó Vannesa con entusiasmo—. La mitad rosa se le da a una mujer soltera, como usted, y la mitad azul es para algún hombre afortunado. Si los dos logran encontrar a la otra persona con el mensaje concordante antes del día de San Valentín, recibirán un premio romántico de Dulce Pecado, que incluye una cena para dos en el Winery y cien corazones de chocolate.
El concepto de conocer a alguien a través de un «juego de parejas» era decididamente fascinante, pero el momento no era el propicio. Además, tampoco vivía en la zona, sino a ciento cincuenta kilómetros de San Francisco. Si conocía a alguien allí, la distancia no ayudaría a desarrollar una relación duradera. ¿Por qué empezar algo que no podría acabar?
—Suena divertido, pero solo estaré en la ciudad durante unos días para una boda en el Delaford. Odiaría decepcionar a alguien que podría estar buscando en serio un corazón afín, cuando yo no dispongo de tiempo para hacer lo mismo.
—¿No cree en el destino, querida? —Preguntó Zac—. Si tiene que ser, encontrará al hombre que tenga la otra mitad de su corazón.
—Lo pensaré —dijo, ya que no quería ser grosera, pero sabiendo que lo más probable era que se marchara de la tienda sin tocar uno de esos corazones—. Mientras tanto, he venido a recoger un pedido para mi hermana, Ashley Cyrus.
—Ahh, los petits fours —Ellie asintió—. Están listos, pero hay que ponerlos en cajas, lo que requerirá unos diez minutos.
—Está bien.
Vannesa desapareció en el cuarto de atrás, pero Zac se quedó.
—¿Desea algo mientras finalizamos su pedido? —indicó el expositor de cristal con diversas creaciones.
Mordiéndose el labio inferior, Miley volvió a observar esas fresas bañadas en chocolate. Prácticamente la llamaban por su nombre y descubrió que no podía resistir la tentación.
—Tomaré una de esas fresas.
—Excelente elección —con un gesto de asentimiento, Zac eligió la pieza más grande de la bandeja y luego se la entregó en una taza pequeña de papel antes de marcar la compra en la caja registradora—. Tenga la libertad de mirar lo que quiera en la tienda mientras aguarda su pedido.
—Lo haré —pero primero iba a disfrutar de esa fresa.
Aguardó hasta que Zac se reunió con Vannesa antes de centrar su completa atención en la delicia que acababan de entregarle.
Llevándose la fresa a la boca, mordisqueó la punta. Un chocolate suave y de gran textura se derritió de inmediato en su lengua y un calor trémulo se extendió por su cuerpo.
El sabor era embriagador. Excitante. Se sintió mareada y sensual, como si el chocolate hubiera disparado un ansia en ella que tenía poco que ver con la confitura y todo con un deseo sin extinguir.
La sensación que corrió por su interior fue extremadamente agradable, instándola a dar un mordisco mayor. Cerró los ojos y gimió cuando los sabores más suculentos llenaron su boca. Anhelando más de ese sabor exquisito, dejó que los labios se deslizaran más sobre la capa de chocolate y succionó los jugos de la fruta.
—Cielos, haces que desee ser esa fresa —dijo una voz masculina… destrozando el momento eufórico.
Estuvo a punto de atragantarse con el néctar que goteaba por su garganta y a duras penas logró tragárselo. Dios, reconoció esa voz ronca y sexy y supo exactamente a quién tenía detrás.
No era otro que Nick Jonas.


5 comentarios:

  1. aaahhh!!
    me encaantaron todos lo
    capiss
    geneales
    e interesantes
    aahh!
    me encaantaron

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  2. aaaaa
    me encantooooo
    sube prontooooo!!
    jejejejeje

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  3. Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
    ezto inqreible
    no zabia qe el xoqolate
    azi ezo hahahahahahha
    eztubo otra vz zuper!!!
    hahahhahahah
    Nick waooo
    de la nada ze aparezee!!!
    hahahah
    Ezpero el proximo!!
    Bye!!
    bezitoz
    xD

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  4. jajaja me encanto
    lo ultimo jajaja que
    loco Nick jajaja pero
    bueno siendo Niley...
    TODO es posible jajaja bueno
    lolis bye...
    ATTE: LOKA LOLITA :)

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